El fin de año siempre es ocasión propicia para la revisión y el análisis

No sería nada fuera de lugar que a las corporaciones municipales las atrajeran los estados y dependieran de una sola cadena de mando.

Jaime Darío Oseguera Méndez

Las políticas públicas requieren una crítica permanente para superar resultados. Sobre la base de reconocer los problemas y limitaciones, surge la posibilidad de recomponer y mejorar.

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Siempre hay forma de hacerlo. Es una actitud positiva para el servicio público en cualquier gobierno. A final de cuentas lo que se debería buscar es el bienestar de la gente.

En la agenda para 2024 están las mismas preocupaciones de los años recientes. Destaca el grave problema de violencia que crece apabullante y dramáticamente en todo el país. No es un asunto de tal o cual gobierno. Particularizar es esconder parte del problema que requiere una solución global, de Estado.

Entre tanto ruido político y de cara al proceso electoral, no se ha podido ofrecer una respuesta más o menos coherente a la violencia generalizada que enfrenta el país.

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La incidencia de los homicidios se ha incrementado notablemente.

No hay manera de atacar el problema mientras no cambie el esquema de las corporaciones de seguridad pública. En realidad, las policías municipales que cumplen una función preventiva, de primer contacto, son el eslabón más débil de toda la cadena.

Para atacar el problema de la violencia tiene que cambiar de inmediato el esquema de policía municipal. Están mal armados, mal pagados, sin capacitación ni inteligencia y son sujetos de gran desconfianza por parte de las corporaciones estatales y federales. Por eso no existe una buena coordinación entre ellos.

No sería nada fuera de lugar que a las corporaciones municipales las atrajeran los estados y dependieran de una sola cadena de mando.

Muchos elementos de las policías municipales terminan siendo informantes de diferentes grupos de delincuencia organizada. Tal vez este fenómeno se observa poco en las ciudades grandes, pero en municipios pequeños es alarmantemente común que los cuerpos de seguridad estén amenazados, cooptados y avasallados por la delincuencia.

A pesar de que el año cierra con la buena noticia en el aumento en las tasas de crecimiento económico los indicadores son realmente pobres cuando una economía crece por debajo de los niveles de inflación, realmente hablamos de un estancamiento disfrazado.

La buena noticia sin duda, es que hay cierto equilibrio en las finanzas públicas. Aparentemente.

Si algún frente se le puede abrir al gobierno de cara a su reelección en el poder, ese pudiera ser el económico. La gran apuesta al aumento del ingreso disponible para las personas a través de los programas sociales parece haber tenido un primer momento de buenos resultados. Este año se dio a conocer que disminuyó la pobreza lo cual por todos lados es un logro para el gobierno. Justifica sus acciones y legitima su discurso.

No hay que dejar de observar que tampoco ha habido aumento en los impuestos importantes. Ni de renta y tampoco de servicios. El subsidio a la gasolina permitió estabilidad económica y tranquilidad política pero financieramente hay que ver cuánto tiempo se puede sostener.

Cualquier cambio en estas decisiones sobre el gasto en programas sociales no serán en este año electoral.

Lo que sigue rindiendo muchos ingresos para el país son las remesas que vuelven a romper su récord histórico. Son un verdadero alivio en la economía regional y representan un gran colchón para las microfinanzas de las familias.

Las remesas seguramente son uno de los elementos para combatir la pobreza. Generan un aumento en el ingreso que sirve para combatir la pobreza nutricional, de vivienda, salud y el rezago patrimonial y en educación.

Este año también habrá elecciones en Estados Unidos y el fenómeno migratorio está siendo uno de los temas principales del debate político electoral.

Ya se ciernen amenazas de nuevas leyes anti migrante en los estados de la frontera. El gobernador de Texas en particular quiere sacar raja política desacreditando migrantes y estableciendo una línea dura en la frontera.

Hace unos días Donald Trump dijo algo terrible “los migrantes y la migración están envenenando la sangre de nuestro país”

Es una declaración genocida, dictatorial y muy cercana en sus orígenes al nazismo. Muy grave porque se desprende más violencia para nuestros paisanos. Más discriminación en el trabajo y en las calles cotidianamente.

Hay un fenómeno aparejado a esta creciente verborrea anti migrante: el aumento sustantivo de los crímenes raciales y, también el incremento de paisanos encarcelados en aquel país.

Trump podría ser de nueva cuenta el Presidente de los Estados Unidos y ha prometido cerrar de manera terminante las fronteras para la migración ilegal. Por muy distintos que se quieran presentar los demócratas, Trump va a empujar la agenda hacia ese tema y seguramente hará que se endurezcan las medidas de la actual administración.

Contradictoriamente este tipo de acciones y discurso anti migrante puede tener un efecto económico positivo en las remesas. Cuando hay temor en que los detengan y deporten, los migrantes evitan salir y viajar. Casi siempre con el consecuente aumento en el envío de remesas.

Otro elemento que llama la atención al cierre de este año es el aumento en la inversión extranjera directa.

Nuestro país sigue siendo un destino atractivo en la zona de libre comercio. Los estados de la frontera reciben la mayor cantidad de inversiones, lo mismo que ciertos sectores económicos como el financiero, autopartes, turismo y ahí está muy pendiente el sector petroquímico.

Las exportaciones siguen aumentando, particularmente las agrícolas que benefician a estados como el nuestro. Por eso Michoacán está relativamente en calma. Remesas, turismo y exportaciones, generan un escenario de cierta tranquilidad a pesar de los pesares.