Escuelas de Tiempo Completo

El gran dilema de este país es que quienes no reciben una educación de calidad están destinados a permanecer en el estrato social en que nacieron

Jaime Darío Oseguera Méndez

Es una excelente noticia para los michoacanos que el gobierno haya decidido continuar con el programa de Escuelas de Tiempo Completo. Representa una alternativa real, ante el panorama difícil por el que atraviesa nuestro sistema educativo que está en los últimos lugares del país.

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El Programa de Escuelas de Tiempo Completo es una generosa idea para mejorar el nivel de vida de la población a través de incrementar el aprovechamiento de los alumnos, su alimentación, disminuir los altos niveles de deserción y mejorar la calidad de la oferta educativa.

Hay muchos padres de familia que no pueden mantener a sus hijos en la escuela por tener que ponerlos a trabajar, principalmente cuando aprietan los tiempos de crisis.

En muchos casos en auxilio a las labores domésticas o productivas. El cuidado de las tierras, la atención del comercio o negocio, la elaboración de productos para la venta en el sector informal o una gran cantidad de actividades en apoyo a la economía familiar, evitando de esta manera la contratación adicional de trabajadores. Los reemplazan los hijos en el ámbito del trabajo no remunerado. Absorben el costo de la no contratación y el efecto es inmediato en la deserción escolar.

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También se encuentra el trabajo remunerado. La necesidad del aumento en el ingreso disponible, lanza a muchos niños y jóvenes al mercado de trabajo a complementar el salario familiar o simplemente para garantizar su subsistencia personal.

Esta dinámica de complemento en los ingresos no se encuentra en los objetivos de Escuelas de Tiempo Completo, pero si tiene un efecto: tiende a reducir el costo por alumno y por hijo que tienen los padres al enviarlos a la escuela.

Si en la Escuela de Tiempo Completo se cubren algunas necesidades básicas de alimentación o el costo de actividades adicionales como la enseñanza de inglés, práctica de deportes o aprendizaje de algún instrumento musical, la familia decide no sacarlos de la escuela. Es un incentivo para mantenerlos al menos unos años más.

Eso es lo que se pretende con muchos ejemplos exitosos en las escuelas de tiempo completo: generar una educación integral, que provoque un aumento en las habilidades y capacidades de los chicos que no tienen acceso a tecnologías de la información o cultura física y educación artística que les permitan conocimiento a la par de los chicos que sí reciben este tipo de enseñanzas en la escuela privada.

He llamado la “época de la inmovilidad social” a esta preocupante diferenciación entre a escuela pública que cada vez está mas deteriorada y la privada que forma chicos con más capacidades, recursos y les genera otro tipo de oportunidades al futuro

Dicho de manera preocupante, el gran dilema de este país es que quienes no reciben una educación de calidad están destinados a permanecer en el estrato social en que  nacieron, como una sociedad de castas, donde el hijo del obrero o del campesino no tienen expectativas de cambio, estarán predestinados a ser obreros y campesinos: se acabó la movilidad social y el sistema educativo es en gran medida responsable.

Por eso las escuelas de tiempo completo podrían jugar un papel modelo en el desarrollo integral de los individuos y su bienestar. El mercado de trabajo juega su propia dinámica de exclusión y marginación pero si se polariza aún más la sociedad entre los que cuentan con capacidades y los que no, vamos directo al barranco. Tendremos un incremento sustantivo, irreversible en el corto plazo y tremendamente peligroso en la desigualdad.

Eso fue la educación: un equalizador. Homologaba al hijo del comerciante con el del profesionista o trabajador. Hasta nos puso el mismo uniforme. Hoy no lo es. Podríamos decir que se ha convertido en un mecanismo de diferenciación social.

Por eso es importante que el Programa de Escuelas de Tiempo Completo funcione.

El sólo hecho de que retengan a los niños con actividades educativas, artísticas y deportivas en las escuelas, permite a los padres jornadas de trabajo más extensas sin la necesidad de pagar guarderías o el riesgo de dejarlos solos en las casas.

Las escuelas de tiempo completo dan alimentos a los alumnos, lo cual para muchas familias es una gran ventaja tanto por el costo como por los tiempos y la logística. Al tener a sus hijos más horas en la escuela y con alimentación incluida podrán desarrollar otras actividades en el mercado de trabajo, lo cual mitiga de alguna manera la necesidad recurrente de ingresos.

Todo esto implica un control de los indicadores nutricionales en los alumnos, así como dar seguimiento a su talla y su peso. Hace años en la literatura sobre pobreza se ponía el ejemplo de un programa donde se daban desayunos a los niños en las escuelas del sureste mexicano esperando que mejoraran las condiciones de nutrición, talla y peso. A la vuelta de los días evaluaron el programa y resultó que no, los niños estaban más desnutridos. Al investigar a fondo, encontraron que los niños recibían alimentos en la escuela, por lo cual los padres no los alimentaban adecuadamente en casa, lo cual empeoró su calidad de vida. Se tienen que evaluar los resultados para que no nos pase lo mismo.

Habrá muchos barrios, colonias y municipios que también quieran ser considerados. Es una gran iniciativa si se aplica bien. El gobierno federal ya lo había cancelado.  Será un reto para los municipios y comunidades hacer prevalecer este proyecto.

Esto nos lleva a  la conclusión: las escuelas de tiempo completo pueden ser una gran alternativa siempre y cuando se cumpla con el apoyo que requieren; a los maestros pagando sus horas, a los padres y madres de familia organizándolos para que provean los alimentos; los directivos responderán teniendo transparencia en la compra de insumos, la comunidad cuidando las escuelas que son vandalizadas diariamente. Todos somos en alguna medida responsables de estos proyectos. Nadie puede sustraerse a su responsabilidad extra escolar. A ver si es cierto.