Los ejércitos

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

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Jaime Darío Oseguera Méndez
En el corazón del centro de Bogotá, Colombia, está la que probablemente puede ser la mejor librería mexicana en el exterior. Es el Fondo de Cultura Económica, dedicado con toda la justificación al gran Gabo Gabriel García Márquez y a la cercana relación de dos naciones hermanas. Se trata de un edificio con arquitectura similar a la sede del FCE en el Ajusco en la Ciudad de México. Apenas se instala uno en el mismo y se vive la gran fraternidad que tienen nuestros dos países y que nos ha distinguido a lo largo de la historia.
Es un lugar maravilloso. Recuerda a México en plena capital Colombiana. Más aún, tiene una librería espléndida donde destacan los textos clásicos de la literatura latinoamericana y en particular aparece el espíritu del Gabo, Mutis, Vallejo y otros Colombianos distinguidos, universales.
Ahí encontré el libro que motiva este comentario. Colombia tiene un gran desarrollo intelectual y literario a través de intelectuales que incursionan con fuerza en el ámbito de la historia, la poesía, y la literatura en general. Los Ejércitos (Tusquets, 2007) es la novela de Evelio Rosero que ganó en el Premio de Tusquets Editores Novela 2006, sobre la realidad Colombiana reciente y el drama que se ha vivido en aquel país.
Colombia pasó recientemente por un proceso tremendo de violencia política. Primero a través de las guerrillas que se apoderaron de una buena parte del país, provocando enfrentamientos con las fuerzas de seguridad del estado por mas de cincuenta años. Hasta hace muy poco con el Presidente Santos se logró un acuerdo de paz con la guerrilla que de repente se tambalea y luego se fortalece, justamente porque la guerra con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y otros grupos guerrilleros provocaron muerte destrucción y desolación entre la sociedad civil y principalmente entre los poblados pequeños y los núcleos campesinos. El acuerdo de paz dividió al país: la mitad estuvo en contra y la mitad a favor.
En algún punto intervino el narcotráfico irrumpiendo con fuerza en la escena de esta guerra absurda, sórdida, en la que participaron los grandes capos de manera violenta provocando la muerte de miles o decenas de miles de colombianos a lo largo de muchos años. Cada uno tenía su ejército. Los narcos, la guerrilla y el ejército regular. Aparece también de manera violenta en la escena de estos ejércitos los paramilitares. Grupos de civiles armados decididos a defenderse pero con su propia visión del país, ejerciendo justicia por propia mano y apropiándose de espacios públicos que de manera natural pertenecen al estado. Cada uno con su ejército.
La novela denuncia y exhibe el gran sufrimiento de una buena parte de la población sometida a las reglas de la guerra, viviendo a fuego cruzado en medio de todos estos ejércitos. Si, en una buena parte del territorio de nuestra hermana República de Colombia se libró recientemente la guerra de varios ejércitos; por eso el nombre de la novela. Todos entre sí, todos contra todos y todos contra la población civil.
Se cometieron atrocidades que van más allá de la novela. Como siempre la realidad supera a la ficción. Evelio Rosero narra con maestría lo aberrante de la guerra y la degradación de la condición humana. El deterioro de las capacidades institucionales. El abandono de la población y el desamparo.
Los ejércitos es una llamada de atención para México. No tenemos guerrilla pero sí un sin fin de grupos armados haciendo las veces de la autoridad y desafiando a la misma en diferentes regiones del país. En medio está la población, desamparada.
Igual que sucedió en algún tiempo allá, hay regiones completas donde la población civil está a merced de los diferentes grupos delictivos y sus pseudo ejércitos. Es un drama creciente y pareciera que la Cuarta Transformación lo quiere soslayar. Ahí se acaba el entusiasmo de la transición: en la vida real.
Hace unos días en Tamaulipas, esos grupos armados secuestraron un camión lleno de gente. Migrantes o nacionales; legales o ilegales, sucedió en el país, en la más alta impunidad. Muy similar a lo que sucedió con los normalistas en Guerrero. Uno no se alcanza a imaginar el estado de deterioro de la seguridad para que sucedan redadas masivas de ciudadanos por parte de delincuentes y nadie se de cuenta; peor aún, nadie pueda hacer nada. Es abominable la cantidad de desaparecidos en los últimos años.
Hace unos días leía que en la tierra caliente michoacana hay comunidades completas desplazadas. Mucha gente sabe lo que sucede en Buenavista o en Antúnez por citar sólo dos ejemplos nuestros: la gente está a merced de los otros ejércitos. Los enfrentamientos son permanentes. A muchos los obligan a tomar partido quedando de esa forma expuestos al rencor y la venganza de otros bandos.
Vemos imágenes del Cártel del Huachicol en Guanajuato y no hay más que imaginar que ellos mismos son quienes quitan y ponen a las autoridades civiles, policiales y tienen a sus órdenes a buena parte de la sociedad civil. El que se revela se tiene que ir.
Tijuana, Acapulco, Juárez aparecen en los primeros lugares, de las ciudades más violentas del mundo medidas por la cantidad de delitos y homicidios que se cometen al año pero, ¡también Irapuato!
Justo en esta semana se aprueba la reforma constitucional para crear la Guardia Nacional. Esperemos que justamente esté orientada a consolidar y fortalecer los cuerpos policiacos, evidentemente descompuestos en su estructura institucional. Hay gente valiosa pero el sistema no funciona. La Guardia Nacional tendrá que ser un solo cuerpo para que no haya muchos cuerpos, grupos, grupúsculos, con la tentación de convertirse en la autoridad.
Los Ejércitos, el libro de Evelio Rosero, es una joya en cuanto narra con maestría la dureza de la cruda realidad colombiana. Desafortunadamente la guerra, el éxodo, las desapariciones, homicidios llegan a la literatura porque son parte de nuestra vida cotidiana. ¿Qué tan lejos estamos del peor momento de Colombia? No tengo respuesta.

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