La casa del jabonero

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Yalitza mercancía

Jorge a. Amaral

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Desde que cobró popularidad la película “Roma”, Yalitza Aparicio acaparó reflectores. Desde ese momento hasta ahora, la novel actriz ya ha aparecido en portadas de importantes revistas internacionales, junto a hombres y mujeres conocidos ya en la industria del showbiz y el entretenimiento.

No sé en qué momento sucedió, pero hoy Yalitza es prácticamente una marca. La retratan usando ropa de algunas de las firmar más caras, como tratando de dar al mundo el mensaje de que en este Occidente de oportunidades, cualquiera, si es tocado por la buena fortuna, puede acceder a cosas que antes ni en sueños se hubiera imaginado. Y es que la de Yalitza no es una carrera actoral amplia, no es un reconocimiento que se haya ganado a pulso; lo suyo fue un golpe de suerte, y si a ello le sumamos la intensa campaña publicitaria para que aunque no estuviera en salas “Roma” pudiera competir contra las cintas en cartelera, tenemos un producto súper inflado.

Ahora nos venden a esta maestra oaxaqueña como símbolo de la mujer mexicana, pero el símbolo que tratan de hacernos adoptar no es el de la mujer que lucha día a día en su actividad profesional, o la mujer indígena que lucha por los derechos de los pueblos originarios. El símbolo de mujer mexicana que estos mercaderes tratan de vendernos es la misma imagen que antes TV Azteca y Televisa intentaban que hiciéramos nuestra mediante sus programas donde personas equis salían cada semana a cantar una canción puesto que querían ser artistas.

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Vaya, con Yalitza pasó lo que con los participantes de “La Academia”, por ejemplo: no importa que haya gente que ha estudiado y se ha preparado toda su vida para actuar o cantar, no importan carreras que iniciaron en la infancia y que siguen en la edad adulta, no importa que haya quienes han trabajado durante décadas para ser buenos en su ramo. No. Basta un golpe de suerte, que te vea la persona indicada, llegar al lugar correcto a la hora precisa, y listo, se puede acceder a la fama. Claro que después de ese golpe de suerte hay que seguir generando.

Ahora bien, tanto se ha explotado a Yalitza Aparicio, tanto se ha vendido su imagen, que hoy es socialmente detestable que alguien critique el fenómeno, que alguien se queje de su instantánea fugacidad en el estrellato, que alguien incluso critique cómo la han explotado las grandes marcas de ropa. Hoy esta mujer está en su gran momento, y qué bueno si lo está disfrutando, pero valdría la pena preguntarnos cuál será nuestro estandarte de la corrección política cuando ella se desgaste, cuando su imagen ya no tenga el mismo impacto.

No habrá represión

En su última visita al estado, en Huetamo, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, dijo que su gobierno no sería represor, en alusión a los desmanes de la CNTE durante esa visita, en la que incluso una mujer, maestra por cierto, arrojó una piedra al gobernador del estado, Silvano Aureoles Conejo.

Qué bueno que este no será un régimen represor, pues de eso ya hemos tenido más que suficiente, pero es verdad que a la actual administración federal le ha faltado firmeza para abordar los temas con los maestros, porque hay que recordar que más allá de las justas demandas que los docentes, hay intereses y grupos radicales que se mueven tras bambalinas, que negocian temas, más que laborales, políticos.

Los bloqueos intermitentes en las vías del tren y la resistencia que el sector de Educación Indígena mostró para liberar los rieles, la negativa de los maestros a levantar el plantón del centro y las subsecuentes pérdidas económicas, y sobre todo las semanas que niños y adolescentes llevan ya sin clases, deben ser motivos suficientes para que la autoridad federal se ponga más firme, dado que la estatal está en pleno deslinde y los docentes seguirán exigiendo cuanto crean que pueden obtener.

Y es que este problema no es sólo con los maestros, sino con otros grupos, como el ala radical de la CNTE, que es la que se ha opuesto a que la dirigencia sindical ceda en ciertas cosas puesto que tienen la intención de seguir presionando al gobierno por canonjías políticas, o los normalistas, que exigen la contratación definitiva de los egresados, y si no, cierran carreteras y roban camiones y camionetas repetidoras.

 

¿Así cómo pues?

 

La autoridad debe respetar los derechos laborales, pero también debe ser más estricta, sobre todo en cuanto a la contratación de normalistas, porque si de por sí la educación pública está muy lejos de las condiciones óptimas, ahora, si se contrata a muchachos que nunca están en clases porque para ellos todo es motivo de protestas.

Veámonoslo bien: les quieren cambiar de director, protestan; le quieren impartir computación e inglés, protestan; no les dan sus becas, protestan; la autoridad arremete contra algún sindicato afín, protestan; sus “papás” de la CNTE se manifiestan, protestan. Y es por eso que, al no estar en clases, no aprenden, y hay testimonios de maestros más viejos que se quejan de los normalistas, que no saben ni quieren hacer nada porque su combativa estancia en la Normal les impidió desarrollar las competencias necesarias para un entorno laboral actual, y más tratándose del sector educativo.

Lamentablemente con la derogación de la Reforma Educativa se va a ir también lo referente al Servicio Profesional Docente, y es posible que los normalistas vuelvan a tener sus plazas automáticas sin control alguno de la calidad que tengan como profesionistas, lo que posibilita que cualquier rijoso se haga de su plaza hasta cerca de su casa si su activismo lo hace tener palancas. Claro, no todos son iguales, hay maestros buenos y normalistas que se preocupan por realmente prepararse y dar buena formación a sus alumnos, pero por esos centros de estudios que funcionan más como criaderos de democráticos es que pierden todos. Es cuánto.