La casa del jabonero

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AMLO: para que coman de su mano

Y bueno, ya es prácticamente un hecho que la nómina magisterial se va a federalizar, pareciera que el gobernador y su equipo han sabido moverse y convencer al gobierno federal de que eso es lo que se requiere, pero en realidad el gobierno de la República sabe que le conviene tener en la bolsa a los profesores, ser ellos quienes negocien directamente con los sectores magisteriales, pues en los últimos meses se ha estado viendo un movimiento interesante en el que cuadros morenistas empiezan a posesionarse de algunos sindicatos, o bien les ha dado por crear gremios alternos.

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Con aceptar la nómina magisterial, el presidente queda como un gobernante comprensivo y magnánimo que escucha a los gobiernos estatales, incluso aquellos cuyos titulares lo han atacado, y es que el presidente sabe que la confrontación sólo deja conflictos estériles, que la declaracionitis no conduce a nada, salvo a la polarización, que ha sido lo que más puntos le ha quitado ante la opinión pública. Vaya, al presidente le conviene tener a los detractores comiendo de su mano.

Al final todo es parte de la consolidación del control por parte del Poder Ejecutivo, que implicará el afincamiento de Morena en las estructuras de poder y toma de decisiones, así como el control del voto corporativo, rumbo a las elecciones de 2021, en las que se verá hasta qué punto el del presidente es un partido de verdad y no un movimiento en torno a un personaje que ya no estará contendiendo, que ya está en el poder. A eso obedece el rescate de un estado como Michoacán, que aunque es gobernado por alguien que no ha mostrado mucha afinidad hacia AMLO, sí ha sido semillero de movimientos sociales y políticos de izquierda y que en 2021 cambiará de gobernador, y que si Morena logra quitarle la gubernatura al PRD, será un clavo al ataúd del sol azteca. Por eso las visitas y la solidaridad. Tácheme de mal pensado, pero recuerde que los políticos nunca la bailan sin huarache.

También es por eso que, aunque durante la campaña una de las banderas era quitarles los privilegios a los expresidentes (a lo que Enrique Peña al final ayudó dado que no le dio continuidad a la erogación en pensiones), el gobierno federal le puso de vuelta la seguridad personal a Vicente Fox y de paso a Felipe Calderón tras el episodio del Rancho San Cristóbal. Claro que las redes sociales ardieron, porque la chairiza se sintió defraudada, pues los más radicales quisieran ver a Salinas, Fox, Calderón y Peña Nieto arder en leña verde, como diría la canción de El Tri, “todos despanzurrados y haciendo bizcos”; pero por el otro, los denominados derechairos, esos que están para criticar cada paso que da el presidente, hicieron escarnio del tipo “ahí está tu mecías”.

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El presidente es un hombre listo, a veces mal asesorado por sus fans pero listo, y sabe que si algo realmente le pasara a un expresidente, las acusaciones irían directamente hacia él. AMLO debe de ser consciente de que si tanto lo han criticado Fox y Calderón, un ataque en contra de ellos lo haría de inmediato sospechoso, y esto me hace pensar en los whitexicans señalando que México ya es Venezuela. Además, en caso de que en un momento determinado se quisiera investigar hechos del pasado, como el crecimiento de algunos cárteles y la democratización de la violencia, es más útil un expresidente vivo que uno muerto. Esto es improbable, pero posible.

Lo que sí es cierto es que sigue esa distinción entre mexicanos de primera y de segunda, porque si yo voy a decirle a mi gobernante que quisieron meterse a robar a mi casa o que un sujeto sospechoso con pinta de narcomenudista o desvalijador de carros está ahí afuera a las dos de la mañana, no sucederá nada, no mandará ni siquiera una miserable patrulla a ver qué pasa. Inténtelo, y si usted vive también en una colonia popular o en un suburbio de clase media como su servidor, verá que no exagero.

Esto que escribo coincide con que en los altavoces suena “Da da da”, del disco “Con todo respeto”, de Molotov (gusto chavorruco, lo sé, pero qué se le va a hacer cuando ya se araña el cuarto piso y además me gusta escribir con música a todo volumen), frases cortas y sencillas pero certeras: “No me quieras chamaquear que me quieres ayudar; qué es lo que me vas a dar, no nos vamos a dejar; sobre mí quieres pasar, quieres que vaya a votar, que te quieres postular pa’ poderme gobernar”. Es cuánto.