La casa del jabonero

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La casa del jabonero
No somos focas de AMLO
Jorge A. Amaral
El pasado lunes, el presidente de México volvió a arremeter contra los medios de comunicación que se han mostrado críticos hacia él y sus acciones de gobierno.
En este caso habló del periódico Reforma, que días antes había publicado información sobre la estancia del presidente y su familia en Palacio Nacional, que sabemos que no es nada austero.
“Por la historia, construcción, muebles y piezas de arte que alberga, López Obrador vivirá en un verdadero palacio”, señaló el periódico el 21 de junio, a lo que el presidente reviró: “A los de Reforma, les diría que no estoy acomplejado.
Cuando ellos hicieron su edificio… ¿conocen el edificio de Reforma? Es un palacio.
Es un palacio… Yo diría que de mal gusto, porque también los fifís no tienen tanta sensibilidad para la arquitectura, pero ese es otro asunto”.
Antes de eso, el 20 de junio, SinEmbargo publicó: “Hijo menor de AMLO va de ‘camp’ a un exclusivo sitio en SLP: De 64 mil por 14 días, 40 mil por una semana”, y sobre ello, el presidente contestó: “Hay que autolimitarnos.
Por eso todos estos ataques, que se va mi hijo a un campamento a San Luís Potosí, ‘qué barbaridad, ¿dónde está la austeridad?’.
Pero el medio que saca ese gran reportaje cobraba aquí.
Son de los que recibían dinero por los servicios que prestaban.
Entonces vamos a seguir polemizando.
Les diría que hasta ahora vamos muy bien”. Esta es la parte en la que los feligreses del presidente esgrimen su famosa frase “¡chillan porque se les acabó el chayote!”.
En tanto que al Financial Times lo regañó pues el presidente considera que a ese medio le falta autocrítica, y los acusó de haber estado en favor de las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto y todas las medidas neoliberales previas.
Pero a quienes peor les fue con el presidente fue a la revista Proceso, a la cual acusó de no estar en favor de la Cuarta Transformación, cuando, dijo, todos los grandes periodistas han estado del lado de las transformaciones, y aludió a gente como los hermanos Flores Magón.
Básicamente acusó a la revista de traición, y por eso, desde la muerte de Julio Scherer, dejó de leerlos.
Lo que el presidente, sus fans y afines no han entendido es que el periodismo que ellos quieren no se llama periodismo, se llama militancia, y que un medio, o un comunicador, reportero, columnista o editor, no debemos ser militantes de posturas políticas, partidos y personajes, porque nuestra labor es informar, lo bueno y lo malo; porque el lector compra
un periódico, abre una revista, entra a una página de Internet o sintoniza un noticiero para que le informen, para que le den las noticias del día, le ofrezcan un panorama amplio de aquellos temas informativos que le interesan, no lo hace para que lo aleccionen.
En alguna ocasión sostuve una discusión con una persona fanática del presidente, quien me reprochaba que criticaba las acciones del Ejecutivo sin proponer nada, y mi respuesta fue sencilla: soy periodista, no activista, y en cuanto empiece a militar en algo, tendré que dejar mi trabajo, o por lo menos tendré que dejar de asumirme como periodista.
Cierto, eso de la objetividad está muy rebasado, porque los periodistas somos humanos y tenemos el derecho a tener nuestras propias posturas políticas e ideológicas.
En este sentido más bien apuesto por la imparcialidad para informar incluso aquello con lo que no estamos de acuerdo sin que nuestra carga ideológica tergiverse las declaraciones, contextos o cifras
con que se informa.
Muchos periodistas perdieron la vida en este país y en otros por querer informar aquello que consideraban que debía hacerse público; mucha sangre, sudor y lágrimas ha costado, y sigue costando, informar con libertad; el ejercicio del periodismo ya está en suficiente riesgo al atentar contra intereses oscuros y poderes fácticos como para que todavía el
presidente y sus seguidores señalen, critiquen, acosen e insulten a los medios y periodistas que no muestran sumisión a la 4T.
Al final, el público tiene la capacidad de decidir a quiénes ver, oír y escuchar, y si no gusta el sesgo que un medio le da a su información, tan fácil como buscar otro, y punto, pero los periodistas no tenemos por qué ser focas del presidente ni de ningún otro funcionario.
Es cuánto

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