La casa del jabonero

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

Los 43 de Morelia

Jorge A. Amaral

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El mes de septiembre fue el más violento en la capital del estado en los últimos años: 43 personas víctimas de homicidio doloso sólo en 30 días, y lo peor es que la ciudadanía está abandonada antes este baño de sangre en Morelia: el Ayuntamiento dice que eso no le compete pero que están dispuestos a ayudar en lo que se pueda, el gobierno del estado dice que eso es un asunto federal y que como el Ayuntamiento de Morón no suscribió acuerdos de colaboración con el gobierno silvanista, pues ya no es su problema, allá que el alcalde se arregle con la Federación, y este último orden de gobierno simplemente se ha manifestado como valemadrista en temas de violencia. Lo malo es que los mantras presidenciales del “fuchi, guácala” parecen no funcionar, y eso quizá se deba a que los líderes criminales no han leído la cartilla moral.

Así, mientras los tres órdenes de gobierno se lavan las manos, el mes pasado nos dejó con 43 personas asesinadas, lo que significa 43 familias enlutadas, 43 madres que ya no tienen a sus hijos, o los hijos de 43 personas que ya no tendrán a sus padres, o 43 esposas o esposos que se quedan solos, 43 hermanos o hermanas que lloran por su consanguíneo. Vaya, parece un número frío, pero multiplíquelo por la cantidad de víctimas colaterales, es decir, los deudos, y verá que el daño es mayúsculo, como si de 500 se tratara.

Mientras seguiremos contando muertos, a ver cuándo deja de ser un asunto federal y cosas de narcos para ser preocupación de los tres órdenes de gobierno, pues la cifra seguirá aumentando. Al tiempo.

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Ay, estos muchachos

Este 2 de octubre, como era de esperarse, se soltó la turba iracunda en la Ciudad de México, tan es así que los llamados “cinturones de paz” del gobierno no sirvieron para nada.

Sabemos que estas manifestaciones están plagadas de grupos de choque, muchas veces patrocinados por el Estado, y otras, como parece ser el caso, por partidos de oposición que quieren, como los narcos, “calentarle la plaza “a las autoridades, es decir, hacer que los conflictos escalen mediante golpeadores y vándalos para que los medios consignen cómo que la gente está de verdad molesta con el gobernante en turno.

No se sabe bien a bien quién paga a los golpeadores y vándalos de la Ciudad de México, se dice que los patrocinan los perredistas para hacer ver mal al gobierno morenista de la capital del país y, por ende, al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien ya desde antes había advertido a estos siniestros personajes que se portaran bien o los acusaría con sus mamás. Sabemos que lo dijo de broma, pero en temas serios no cabe la chacota.

Así, los desmanes se desataron con total impunidad y los cinturones de paz fueron violentamente superados por los trogloditas que en cada manifestación salen a hacer de las suyas. Ya ve usted que los letreros son sumamente opresores, que las tiendas son las causantes de los hechos del 2 de octubre, de 43 de Ayotzinapa, de los feminicidios, etcétera, aceptara, etcétera. Y lo malo es que el gobierno no puede hacer nada porque se corre el riesgo de incurrir en actos represivos, que tampoco son bien vistos por la sociedad.

El Estado se ha visto rebasado por grupos facciosos que sólo buscan sacar raja política de los conflictos y que por ello contratan a esos golpeadores, porque tampoco diremos que todos los que participan en manifestaciones hacen ese tipo de destrozos. Sabemos que el presidente está en la sintonía de que con amor y buenos consejos, hasta el más despiadado narcotraficante puede dejar las armas y el más conflictivo y radical de los “anarquistas” se va a comportar a la altura de las circunstancias. Lo malo es que las focas del presidente no le han dicho que el mundo no funciona así, que el gobierno debe procurar la seguridad de los ciudadanos en cualquier ámbito.

Y por eso se entiende que el expresidente Felipe Calderón y su señora esposa hayan salido a reprocharle al presidente de México que se haya usado a empleados del gobierno para tratar de contener a la marabunta delictiva y vandálica. Andrés Manuel López Obrador debería atender a lo señalado por Calderón en el sentido de usar a empleados como carne de cañón y quedarse en la seguridad que brindan los policías y las vallas. AMLO debería hacer caso, ya que en este país pocos expertos como Felipe Calderón en el arte de mandar inocentes al matadero. Aunque en algo sí se equivocaron Calderón y su señora: esa táctica, casi militar, la orquestó la jefa de Gobierno capitalino, no el presidente, de quien esperemos que ya esté hablando con las mamás y abuelitas de los anarquistas para que los metan en cintura y los manden al catecismo. Es cuánto.