LA CASA DEL JABONERO | El comisionado y la realidad

Vivimos en tiempos en que la imagen lo es todo para políticos y funcionarios, y con tal de defenderla y cuidarla son capaces de mentir o bien desacreditar

Es prudente no fiarse por entero de quienes nos han engañado una vez.
René Descartes.

Jorge A. Amaral

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En agosto del año pasado, la Policía del condado de Adams, Ohio, en Estados Unidos, allanó la casa del rapero Afroman en busca de drogas y víctimas de secuestro, que eran los cargos que sustentaban el cateo. Los agentes revisaron hasta los bolsillos de los sacos de rapero y no encontraron ni narcóticos ni personas secuestradas, pero sí rompieron su puerta, le robaron dinero y al final desconectaron las cámaras que registraron todos los movimientos de los agentes, lo que permitió que varios objetos de valor desaparecieran. “Quizá querían un recuerdo”, dijo el rapero en entrevista con Vice.

El caso es que cuando Afroman fue a la comisaría a ver qué había sucedido porque a la hora del cateo él estaba en una gira, no había nada contra él. Cuando preguntó si por lo menos le iban a ayudar a reparar la puerta rota, el sheriff simplemente le dijo “aquí no acostumbramos hacer eso”.

Indignado por la actuación policial, Afroman empezó escribiendo dos canciones, a las que les hizo videoclip con el material de sus cámaras de vigilancia antes de que los agentes las desconectaran: “Will you help me repair my door?” (¿Me ayudarán a reparar mi puerta?) y “Lemon pound cake” (bizcocho de limón). Esta última dedicada a un agente de la Policía muy parecido al personaje de “Family Guy”, Peter Griffin. El policía, al pasar por la cocina en la casa de Afroman, mira con especial interés el pastel que está ahí, indefenso, a la vista, antojoso y olvidado. En el clip de la cámara de vigilancia se aprecia que el policía por un momento piensa en destapar el postre y tomar un pedazo, pero en eso se asusta al ver la cámara y con disimulo sigue de largo.

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En entrevista con Vice, el rapero dice en torno a la desconexión de su sistema de circuito cerrado: “Supuse que un buen tipo querría dejar la cámara encendida para que se pueda verificar que es un buen tipo. Los ladrones, criminales y asesinos, pintan con spray las cámaras. Quieren acabar con ellas porque no quieren que veas quiénes son y qué están haciendo. Así que me pregunto, ¿por qué el policía bueno desconecta la cámara y elimina la forma de verificar que es bueno? Me parece sospechoso, como si no fuera bueno”.

Sobre el hecho de que haya decidido hacer música a partir de esta experiencia, el veterano rapero respondió: “Soy un civil, y, para empeorar las cosas, soy un civil negro en Estados Unidos. El Departamento de Policía no fue diseñado para servirme y protegerme. Me sentí impotente y enojado. Estos tipos pueden destruir mi propiedad y yo, literalmente, no pude hacer nada al respecto. Lo único que pude hacer fue tomar mi pluma y cantar sobre la injusticia”, explicó.

Ahora esas dos canciones se han convertido en un disco completo titulado “Lemon pound cake”, en el que, a lo largo de 14 canciones, Afroman se reivindica como cantante que sólo se dedica a grabar discos y hacer conciertos, que no por ser negreo es traficante o secuestrador, que el racismo sigue presente en las corporaciones policiacas de Estados Unidos. Todo ello con el sentido del humor burlón y cínico que siempre lo ha caracterizado, por lo que desde hace 20 años es de mis raperos favoritos.

"Lemon pound cake", disco de Afroman dedicado a los policias que irrumpieron en su casa.

Este caso, difundido hace un mes, me vino a la memoria esta semana al ver los patéticos intentos de Alejandro González Cussi por legitimar a la Policía Municipal de Morelia en el caso de los detenidos golpeados, liberados luego de robarles sus cosas y vueltos a detener.

No hay forma en que el comisionado les quite culpa a los agentes involucrados, ni siquiera con una entrevista tan planchada, servil y a modo como la que le hizo César Velázquez en CB Televisión, diciendo que sí, los policías actuaron mal, pero es que, vea usted, eran narcomenudistas y traían droga.

A estas alturas ya es reiterativo preguntar si desde el primer momento les hallaron droga e indicios de que son narcomenudistas, revisando ilegalmente sus celulares, ¿por qué demonios no los presentaron ante la Fiscalía?, ¿por qué tenían que sacarles las cosas del carro y llevárselas a las patrullas para no devolverlas? ¿Por qué González Cussi se empeñó en justificar la actuación de unos malos policías diciendo que los detenidos eran peores?, ¿en qué momento pensó que era buena idea desacreditar el video incriminatorio con fragmentos editados de lo registrado por las cámaras de solapa de los agentes? La respuesta a todas estas preguntas la dio el propio funcionario, quien en tono un tanto cartesiano dijo: “La realidad es más compleja de lo que a simple vista parece”.

Morelia brilla, dice el Ayuntamiento, pero ese brillo no se consigue proclamando que se tiene “la Policía más chingona” o mediante boletines y publicaciones en redes sociales, con contratos con medios que desacrediten lo publicado antes, ni mucho menos marchando en defensa del INE. Desde la otra vez que fue alcalde, a Alfonso Martínez se le criticó la generación de policías al vapor, todo con tal de aumentar el estado de fuerza de la corporaciones, que sí era necesario, pero tampoco se trata de agarrar gente a destajo y con un breve curso hacerlos policías, porque serán agentes con una deficiente preparación en protocolos, sin la debida formación en materia de derechos humanos y uso de la fuerza.

Los tiempos en los que cualquier chango con macana podía ser policía han terminado porque las leyes han mutado y los requerimientos son otros. Se necesita, claro, mano dura contra los criminales, pero también tres dedos de frente y mínimo un kilo de sesos para entender que cualquier abuso se puede tomar como violación al debido proceso y, así hayan agarrado al Mayo Zambada, por la irresponsabilidad policial saldrá libre.

Tal es el caso de esa banda de presuntos narcomenudistas: los detienen, los golpean, les revisan ilegalmente el celular, les roban droga y pertenencias y los dejan ir, pero luego los recapturan y, sin observar la obligatoria presunción de inocencia, la autoridad local, ajena a la Fiscalía y al Poder Judicial, los da por criminales, cosa que, aunque sepamos que lo son, sólo un juez puede determinar. ¿Usted cree que eso no será aprovechado por la defensa para desestimar pruebas, alegando incluso que la droga fue sembrada y que se violó el debido proceso?

Lo malo de esto es que a las autoridades en realidad ni siquiera les importa la seguridad, sino la forma en que ello afecta la imagen de la administración y, por ende, el alcalde, porque así, con total desenfado, Alejandro González Cussi sale a decir que su corporación, “la más chingona”, tiene entre 40 y 50 quejas interpuestas ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos de septiembre de 2021 a enero de 2023, pero eso no es malo, porque ninguna de ellas se ha traducido en recomendaciones, dice el funcionario.

Esto quiere decir que se pueden poner miles de quejas contra el proceder de la Policía Municipal, mientras la CEDH no emita recomendaciones, seguirá siendo la “policía más chingona”, porque lo que afecta a la imagen pública es una recomendación en contra, ya que eso es lo que queda consignado en los balances anuales, no interesa si se les graba o no, si abusan o no, mientras no afecte a la imagen ni le tumbe la chapita de oro al brillo de Morelia, nada pasa.

Y es que, dice González Cussi, un número importante de quejas contra sus policías es en torno a detenciones (curioso) “para dilatar procesos penales e interpuestas por las defensas de aprehendidos”, y esto, insisto, es justamente por la mala actuación de los policías, que era lo que le decía más arriba.

En fin, un caso más de abuso de la Policía de Morelia, y aunque ahora sí se separó del trabajo a los agentes, no fue en atención a la justicia y contra la impunidad, sino por presión mediática, por cuidar la imagen de un alcalde que buscará la gubernatura. Los agentes, si es que son sancionados, no será por su mala actuación, no será por corruptos y abusivos, sino por dañar la imagen de la corporación y, por ende, la del presidente municipal.

Vivimos en tiempos en que la imagen lo es todo para políticos y funcionarios, y con tal de defenderla y cuidarla son capaces de mentir o bien desacreditar, acusando, como hizo González Cussi, un manejo político de este tema, y mientras haya entrevistadores serviles, la sociedad estará desarmada, porque siempre podemos señalar las deficiencias del gobierno y las debilidades en la labor de los funcionarios, siempre será nuestra palabra contra la de ellos, y ellos, por cuidar su imagen, pueden relativizar cualquier cosa, porque “la realidad es más compleja de lo que a simple vista parece”. Es cuánto.