A Alejandra: gracias por tanto, mi vida. Te amo. Jorge A. Amaral “Quiero invitarlas e invitarlos a que me tengan confianza. Somos mujeres, somos jóvenes con mucho compromiso y sí, la congruencia sí importa”, dijo durante su campaña al Senado la exalcaldesa de Salvador Escalante Araceli Saucedo. Debo admitir que la decisión de la nacida en Opopeo de dejar la bancada opositora en el Senado para alinearse a la aplanadora morenista en realidad no sorprendió. Lo llamativo fue la premura con que lo hizo. Verá usted, desde las elecciones se decía que la senadora se decantaría por apoyar a Morena y aliados en la discusión sobre la reforma judicial dado que liderazgos perredistas, como el fiscal Adrián López Solís, buscarían la buena sombra del gobierno del estado y, por ende, de Morena. Hay otra versión, pero ahorita vamos para aquel lado. Pero la senadora se adelantó a lo previsto y, con la misma presteza que en su pueblo hacen una torta de tostada, ella se movió de bancada aun antes de asumir la senaduría, con lo que el sentido de su voto adquirió el carácter de obviedad. En cuanto esto se dio a conocer las críticas se dejaron venir en una furiosa avalancha, sobre todo del PRI y el PAN, partidos aliados que permitieron que la perredista llegara a la Cámara Alta. Y es que era de esperarse, siendo el PRD el partido que menos votos aportó a la alianza y siendo ella de extracción amarilla, pues tanto azules como rojos iban a brincar de sus sillas para aventar floreros y todo cuanto hubiera en la mesa, porque de por sí la oposición no tiene mucho que hacer en el Congreso de la Unión, ahora con chapulineos, óigame, yo que fuera, también le hubiera gritado sus más crudas verdades. En su defensa, Araceli Saucedo señaló que ella, como tantos otros perredistas jóvenes, creció viendo la lucha de Andrés Manuel López Obrador, y que por eso se sumaba a Morena, porque vio que el PRD ya era un partido de derecha más y ella tiene su corazón hacia la izquierda, esa que representa el lopezobradorismo a través de Morena. Eso fue secundado por Octavio Ocampo y no extraña, puesto que fue correligionario del gobernador: hay que recordar que el dirigente de lo que del PRD queda en el estado era un joven operador político de Silvano Aureoles cuando el mandatario era líder del perredismo moreliano. Entonces, con la mano el corazón izquierdista, seguramente la senadora veía desde su ventana en el PRD pasar a los morenistas bien felices y pensaba “sólo quiero ser uno de ellos, quiero sentarme con ellos, beber algo y hablar de cualquier cosa. Me gustaría que me dieran tabaco, una copa de vino, o que tan sólo me preguntaran ‘¿cómo estás?’. Yo les respondería y conversaríamos, y de vez en cuando haría un retrato de uno de ellos como regalo, con suerte lo aceptaría...”. pensaba y se sentía en una disyuntiva: continuar en un partido derechizado o hacer caso a su corazón y seguir el proyecto de su admirado López Obrador, pero se aguantaba las ganas y en los mítines arengaba sobre AMLO: “este hombre que llegó con ese centralismo y ese autoritarismo a dividir a los mexicanos y a generar un encono en la sociedad y que a estos seis años de haberse instalado este gobierno y este sistema, ha intentado, una y otra vez con estas iniciativas en la Cámara de Diputados, terminar y generar esa gran preocupación que hoy tenemos en México”. Debió ser muy difícil, como en las telenovelas, cuando la protagonista se ve forzada a un matrimonio arreglado y por dinero debe renunciar al amor de su vida. Pero al fin le hizo caso a su corazón izquierdista y lopezobradorista y se ha pasado a ese lado de la historia, porque además está la otra versión, del propio Octavio Ocampo: cuando Bedolla, al calor sheinbaumista dijo que la siguiente candidata de Morena al gobierno del estado sería mujer, pensaron en ella, una perredista que les atizó una y otra vez en sus discursos, y bajo esa promesa dejó a un sólido PRD, una prometedora labor legislativa en la oposición, y por ello decidió sumarse a Morena, ya ve usted que en el partido guinda no hay mujeres deseosas de una candidatura de tal envergadura. Como sea, la decisión está tomada y Araceli Saucedo ha tenido que pagar el precio de su acción enfrentando el escarnio público, las críticas mediáticas y los reproches políticos de los partidos por los que llegó a donde está, porque aunque ella diga que su corazón siempre estuvo a la izquierda, durante la campaña no enarboló un proyecto de esa naturaleza. No, el discurso y sentido de las campañas de la alianza opositora siempre fueron tendientes a la derecha, si acaso al centro, pero no a la izquierda, y menos a la que representa Morena. Por eso, quienes votaron por ella lo hicieron con la idea de llevar al Senado la voz de un proyecto político de derecha, en ningún momento sus electores sufragaron por una izquierdista de closet. Por eso hay razón cuando se le acusa de traición a los votantes que sufragaron en su favor. De una vez aclaro, por si las dudas: lo que escrito más arriba es a título personal, no es una línea editorial ni tiene como fin incurrir en violencia política en razón de género, que es lo que luego denuncian ante cualquier crítica, porque a un político no se le critica por ser hombre o mujer, se le critica por sus acciones y se le destaca por sus logros, al menos así se acostumbra en La Casa del Jabonero. Pero en fin, como dice el clásico: en política no hay sorpresas, sólo sorprendidos, y por ello es que resulta siempre vigente, siempre actual, la frase de Groucho Marx: estos son mis principios, si no les gustan, tengo otros. Es cuánto. 1- ‘Getz/Gilberto’: iniciamos Me he propuesto un ejercicio: cada semana platicaremos de algún disco, pero para llevar cierto orden y disciplina me he armado una lista de 25 discos excelentes para acercarse al jazz latino, ya luego vendrán otros géneros. Para iniciar, hoy hablaremos de “Getz/Gilberto”, un excelente ejemplo de la fusión entre jazz y bossa nova publicado en marzo de 1964. Por cierto, mientras escribo esto veo una nota que me obliga a detenerme un rato: Sérgio Mendes, otro de los grandes de la bossa nova y su fusión con el jazz, ha muerto en su casa de Estados Unidos. Debo parar para escuchar “Mas, que nada!”, original de Jorge Ben pero grabada por Sérgio Mendes & Brasil ’66, en la que además la hermosa voz de Lani Hall es una delicia. En el álbum participan el saxofonista estadounidense Stan Getz y el guitarrista brasileño João Gilberto, bajo los arreglos del extraordinario pianista y compositor Antônio Carlos Jobim. Pero además cuenta con la dulcísima voz de la entonces debutante Astrud Gilberto, quien dio a "The girl from Ipanema" ese sello que la hace inconfundible. “Getz/Gilberto” es la cumbre de la bossa nova a en el plano internacional y la causa por la que el género alcanzó tal resonancia, siendo de los discos de jazz más vendidos. En 1962, Stan Getz y Charlie Byrd habían grabado “Jazz Samba”, lo que causó una especie de furor por la música brasileña entre los jazzistas estadounidenses, pero con “Getz/Gilberto” se rompió la inercia hacia el desinterés que llevaba el concepto, dado que, al incluir a músicos brasileños, le dio otra atmósfera a la fusión, más auténtica, y por ello y por su belleza innegable, se instaló como un disco emblemático del jazz, generando estándares del género, como "The girl from Ipanema", "Corcovado", "Só danço samba", "O grande amor", y una nueva versión de "Desafinado". Pero también, todos los músicos hacen su trabajo con gracia y sin esfuerzo, fluyendo con naturalidad, como olas al atardecer, como una suave ventisca, fieles a la identidad sonora de la bossa nova. Si usted pone este disco y cierra los ojos, notará que todo se vuelve más bello, nítido y minimalista, porque el sonido es como si le hablaran al oído, como si mordiera un mango y el jugo saliera hacia sus papilas gustativas inundando todo con dulzura aterciopelada. Cierre los ojos, déjese llevar por esta belleza de disco y en una semana, si no pasa nada, platicamos de otro disco. Salud. https://youtube.com/playlist?list=OLAK5uy_ksEx8s01e35VfZPjjB5Fxk4qPcjQ9tFiE&si=7F82V3D8Tbpsg-kW