LA CASA DEL JABONERO | El riesgo de informar

Desde mediados de la década de los 90 el nuestro es uno de los países con mayor número periodistas muertos.

Jorge A. Amaral

Antes que nada: mi compañero Javier Favela finalmente fue exonerado de las medidas cautelares impuestas por el IEM a raíz de un conflicto de interés entre un funcionario electoral, su esposa y una legisladora local, quienes pretendían censurarlo sólo por hacer su trabajo como el profesional que es. Con la resolución del TEEM, no sólo Favela gana una batalla legal, también gana la libertad de expresión en Michoacán.

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Este 4 de enero se conmemoró el Día Nacional del Periodista, una fecha en la que se reconoce la labor de todos quienes nos dedicamos a este bello oficio, que es una pieza fundamental en toda democracia.

Ser periodista en México no es tarea sencilla, pues ahí está la precariedad laboral en que muchos reporteros escritos y gráficos, así como editores, padecen en los medios para los que trabajan, en muchas ocasiones sin seguridad social y con salarios minúsculos, sin acceso a las prestaciones de ley y en la incertidumbre.

Ojalá ese fuera el único inconveniente frente a la labor periodística, porque México no es un lugar seguro para esta labor. Tan es así la vulnerabilidad de los periodistas en México, que para la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, el periodismo es una profesión de alto riesgo, ya que desde mediados de la década de los 90 el nuestro es uno de los países con mayor número de periodistas muertos. Según el informe más reciente de Reporteros sin Fronteras, México fue el segundo país con más periodistas asesinados durante 2023 a nivel mundial, registrando 9, sólo por debajo de Palestina, donde 13 reporteros fueron asesinados.

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Pero a diferencia de Palestina, en México no hay un conflicto armado, y sin embargo, muchos periodistas y comunicadores se ven orillados a la autocensura para salvar su integridad, lo que genera enormes agujeros negros en la información, siendo el crimen organizado y la corrupción gubernamental los mayores factores de riesgo para desempeñar libremente esta labor.

De esta situación en México ha dado cuenta la organización Artículo 19, que desde el año 2000 a 2023 tiene documentados 163 periodistas asesinados por su trabajo. De esos homicidios, 43 se han perpetrado durante el sexenio de López Obrador y 47 durante la administración de Enrique Peña Nieto.

A manera de pase de lista, va un recuento de los periodistas asesinados en México durante 2023:

Abisaí Pérez Romero, de Tula, Hidalgo, cursaba la carrera de Comunicación y Cultura en la UACM y trabajaba en el medio Son Politikón, fue asesinado el 14 de febrero.

Ramiro Araujo Ochoa, de Baja California y colaborador de Sol Ensenada, fue asesinado el 21 de febrero cuando caminaba rumbo a su casa: dos adolescentes de 17 y 16 años lo interceptaron y, tras un forcejeo, lo acuchillaron.

Carlos Acosta, de la Ciudad de México, periodista de Proceso con 65 años de edad, el 5 de marzo de 2023 fue encontrado muerto y con el rostro ensangrentado en un jacuzzi del Hotel Castilla, ubicado en la alcaldía Benito Juárez.

Gerardo Torres Rentería, de Guerrero, ex reportero de TV Azteca y Telemundo, la tarde noche del jueves 11 de mayo fue asesinado al interior de su casa de Acapulco, Guerrero. Un grupo armado irrumpió en su casa y lo atacaron directamente. Recibió al menos 3 disparos de arma de fuego.

Marco Aurelio Ramírez Hernández, de Puebla, exdirector general de Gobierno en Tehuacán y periodista, fue asesinado a tiros el martes 23 de mayo. El comunicador salió de su domicilio en la calle Alhuelica a bordo de su carro, pero metros más adelante fue baleado por sujetos que iban en una motocicleta: recibió 3 balazos y su carro quedó hecho pedazos debido a un choque cuando perdió el control del volante.

Luis Martín Sánchez Íñiguez era corresponsal de La Jornada en Nayarit y lo hallaron muerto en Tepic el 8 de julio, siendo así el sexto periodista asesinado en México en 2023.

Su cadáver estaba cubierto con bolsas y los asesinos le dejaron un mensaje: “Publiquen lo que quieran pero con la familia no se metan”. Además se robaron su computadora, un disco duro y su teléfono.

El periodista de 59 años de edad fue reportado como desaparecido desde el 5 de julio y la ficha de búsqueda emitida por la Fiscalía nayarita señala que el reporte se hizo el 7 de julio.

Nelson Matus, de Guerrero, fue asesinado a balazos el 15 de julio en el estacionamiento de una tienda Coppel cuando estaba por subir a su carro. Era director del portal Lo Real de Guerrero.

Jesús Gutiérrez Vergara, de Sonora, falleció el 25 de septiembre como resultado de un ataque armado contra sus vecinos, un grupo de policías, en San Luis Río Colorado. Según los reportes, el comunicador y dueño de la página informativa Notiface platicaba con los agentes cuando un grupo armado llegó a matar a sus también vecinos, quienes, por cierto, estaban de descanso. Así, al estar Jesús Gutiérrez Vergara en la escena del crimen, los delincuentes también lo mataron.

Ismael Villagómez Tapia, de Chihuahua, fue hallado sin vida durante la mañana del 16 de noviembre al interior de un coche en calles de Ciudad Juárez.

Según las autoridades, el cadáver del fotoperiodista estaba baleado. A partir de peritajes se supo que Ismael Villagómez Tapia manejaba el coche cuando fue atacado a balazos y chocó debido a que perdió el control del vehículo.

Las autoridades informaron que el comunicador también trabajaba como conductor de la plataforma InDrive, y al parecer fue atacado cuando desempeñaba dicha actividad, que alternaba con el periodismo para subsistir.

Ahora bien, si 2023 fue letal para los periodistas, 2022 estuvo peor: 17 trabajadores de medios asesinados, 4 de ellos en Veracruz, el estado con mayor número homicidios a comunicadores. Las víctimas son: José Luis Gamboa Arenas (Veracruz), Margarito Esquivel Martínez (Baja California), Lourdes Maldonado (Baja California), Roberto Toledo (Michoacán), Marcos Ernesto Islas Flores (Baja California), Heber López Vázquez (Oaxaca), Jorge Camero Zazueta (Sonora), Juan Carlos Muñiz (Zacatecas), Armando Linares López (Michoacán), Luis Enrique Ramírez (Sinaloa), Yessenia Mollinedo (Veracruz), Sheila Johana García Oliveira (Veracruz), Antonio de la Cruz (Tamaulipas), Ernesto Méndez (Guanajuato), Juan Arjón López (Sonora), Fredid Román (Guerrero) y Pedro Pablo Kamul (Veracruz).

Pero además, como si tanta tragedia no fuera suficiente, un día y otro también desde el púlpito de la mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador arremete constantemente contra medios y periodistas que le resultan incómodos, desatando linchamientos mediáticos contra ellos y las empresas para las que laboran, algunos –hay que decirlo– auténticos sicarios de la información.

Y es que lamentablemente hay quienes ya no se sabe si son políticos, activistas o publirrelacionistas, ensuciando con su ambición el noble oficio de periodista, abaratando esta profesión, faltando al respeto a tantos colegas que han sido censurados, amenazados, desaparecidos y asesinados por hacer su trabajo con honestidad y compromiso.

Masacres

En diciembre fue la masacre durante una posada en Salvatierra, ahora una matanza en Guerrero. ¿Qué se puede decir de esto que no se haya dicho ya? ¿Hablaremos otra vez de la total ausencia de Estado que permite que los grupos delictivos masacren personas a diestra y siniestra? ¿Criticaremos la estrategia fallida del gobierno federal y la inoperancia de los gobiernos estatales para luchar contra el crimen organizado? A estas alturas esos ya son ominosos lugares comunes, clichés que usa la oposición para atacar al gobierno un día sí y otro también.

Pero supongamos que en la recta final de su gobierno y aprovechando que estamos iniciando el año AMLO decide ponerse la casaca militar y mandar a los soldados a luchar frontalmente contra la delincuencia, como se hizo en 2006. Eso no resolvería nada, salvo los problemas económicos del ramo de las pompas fúnebres, como tampoco ha resuelto nada la “estrategia” federal de “ir a las causas”.

Estas masacres sólo son clavos en el ataúd con que el narco y el gobierno han sepultado la tranquilidad en este país. Vendrán más asesinatos, más matanzas, y lo tenemos tan normalizado que no nos sorprenderá.

Para cerrar, viene a mi memoria el poema “Un segundo amanecer”, del poeta esrilanqués Rudhramoorthy Cheran: “¿Qué sucedía? / Mi ciudad estaba en llamas, / mi pueblo era derrotado; / sobre nuestra tierra, / sobre el viento que sopla en ella, / la impronta del extraño”. Es cuánto.