LA CASA DEL JABONERO | ¿Ese es su ídolo?

Loco por meterse por la nariz la mitad de la economía colombiana de los años 80, pierde el control y su imperio. Al final Tony Montana termina en nada, como muchos de los que lo idolatran

LA CASA DEL JABONERO | ¿Ese es su ídolo?

Jorge A. Amaral

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A inicios de semana, el cantante de corridos tumbados Chuy Montana fue secuestrado y asesinado en Tijuana. Sólo tenía 19 años, cantaba mal y componía peor, pero ese no es el punto. Lo que me llamó la atención fue su apellido artístico, “Montana”, siendo que su nombre era Jesús Nolberto Cárdenas Velázquez. Su repertorio es muy limitado, ya que apenas llevaba un año dedicándose profesionalmente a la música, pero una de sus canciones, quizá la más famosa, es “Porte de Scarface”, que, entre otras alucinaciones, dice: “Porte de Scarface, me voy para L.A. / haciendo billetes por todo U.S.A., / parezco Tony Montana, / por el brillo (joyas) y las cubanas”. Sí, claro, ropa elegante, dinero, joyas, mujeres. Todos presumen o quieren presumir lo mismo: la casa más grande, la ropa más cara, la botella más costosa, el carro más lujoso, el antro más exclusivo, las mujeres más voluptuosas.

Por otro lado, el año pasado Natanael Cano lanzó su disco “Nata Montana”. Un disco, déjeme decirle, bien hecho, bien producido, y en el que colabora la realeza de los corridos tumbados y los corridos bélicos (no son lo mismo, aunque en la prensa siempre los confunde como una misma vertiente de la música ranchera y de banda [odio esa etiqueta de “regional mexicano” por vaga y chambona, pero ya luego hablamos de eso]).

El disco del padre de los corridos tumbados sale a colación porque la portada está fuertemente inspirada por la película “Scarface”, en la que Tony Montana (Al Pacino) ve un dirigible que dice “The world is yours…” (el mundo es tuyo), ya que recrea justo esa escena de la película, como parte de ese culto que en la narcocultura se le rinde al narcotraficante de la cinta de Brian De Palma.

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En 2011, el cantante Gerardo Ortiz sacó un tema titulado “El mundo es tuyo”, y se sobreentiende la referencia, y más viniendo de un artista estrechamente ligado al mundo del narco más allá de la lírica, pues incluso pesan sobre él investigaciones sobre sus nexos con delincuentes.

El tema de Gerardo Ortiz, dedicado a José Rodrigo Aréchiga Gamboa, antiguo jefe de sicarios del Cártel de Sinaloa apodado Chino Antrax, líder de una célula llamada Los Antrax, también relaciona al ya fallecido narcotraficante con el personaje de Al Pacino, en versos como “que por qué Tonny Montana / varia gente se pregunta, / tal vez mi cara es cortada, / tal vez les quede la duda”, o bien “sé que solo yo he nacido, / pero solo no he de irme. / Me iré quemando casquillos / como lo hizo el Scarface”.

Esos son sólo casos de famosos, pero es común ver que jovencitos apenas metidos de halcones o tiradores muestran armas, dinero y droga en sus redes sociales, y allá al fondo, como una imagen religiosa, un poster de Tony Montana.

No es del todo descabellado ese culto a un personaje de ficción, ya que representa lo que para muchos de esos jovencitos es un modelo a seguir: por su naturaleza de refugiado cubano en Miami, el personaje de Al Pacino es un marginado, un don nadie, hasta que alguien le ofrece la oportunidad de salir adelante, al menos con su situación migratoria: debe matar a otro refugiado. Ya con una visa en el bolsillo, Montana y su mejor amigo tienen un trabajo matado y mal pagado vendiendo comida, hasta que ven llegar a otros cubanos con ropa cara y coches bonitos: son mafiosos. Así que Montana y su amigo se meten a eso, sabiendo que, de otra manera, de vender comida nunca pasarán.

Imagínese eso en la mente de un chamaquito de origen humilde y que ha crecido en un ambiente donde trabajar para un cártel está más normalizado que ser profesionista. Sin una educación académica más allá de la secundaria, quizá viniendo de un hogar no muy sólido, en un ambiente donde la narca es la única cultura, sabe que si quiere ganar dinero y salir de la pobreza debe empezar a trabajar para el cártel. Así, en menos de lo que canta un gallo, ese muchacho, quizá adolescente o niño aún, ya tiene un celular o un radio para reportar todo lo que ve.

Si nunca lo atrapan los contrarios, ese chiquillo puntero pronto empezará a vender droga, porque él mismo ya es consumidor desde hace mucho. A lo mejor ya tiene una moto robada y si le va bien hasta de un carro se hace. Ya porta un arma y hasta tiene otros chamacos que lo siguen y lo ven como líder.

A veces esa es la ruta para llegar al sicariato, a veces es más directa, en otras ocasiones es incluso forzada, pero para un joven que nunca tuvo nada, ni siquiera esperanza, de repente portar un arma le da la sensación de poder, cargar radios y celulares lo dota de la sensación de tener una encomienda importante, tener acceso a ropa mejor y demás cosas (muchas veces robadas), así como traer dinero en la bolsa como para derrocharlo, lo hace sentir realizado, y entonces siente que ya la hizo, que ya salió adelante, que ya progresó, y que todo lo ha logrado él solo porque el mundo es suyo, justo como Tony Montana.

Muchos de estos jóvenes no durarán mucho en esas actividades porque México se ha vuelto un país muy violento, con un sinnúmero de cárteles y células disputándose los territorios, peleando por las plazas y en constantes reacomodos, lo que incrementa la peligrosidad de sus actividades: ellos son la carne de cañón, los reemplazables. Salieron de abajo, como Tony Montana, pero sólo un reducidísimo porcentaje llegará a capo de la droga.

Ahora bien, se entiende que se sientan identificados con el origen marginal y humilde del personaje de la película, pero con todo y que creó un imperio, la verdad, la verdad, la verdad, no es un modelo a seguir en lo más mínimo, y me explico.

Sí, es una especie de lo que Carlos Monsiváis llamaba “self made man”, un hombre hecho a sí mismo, que a base de perseverancia llegó a lo más alto, pero en realidad Tony Montana es un tipo de lo más ruin, porque una vez que asesinó a una persona para salir del hoyo, se gana la confianza de su jefe, a quien más tarde traiciona y asesina para quedarse no sólo con el negocio de la droga, sino hasta con la mujer. Vaya, Tony Montana no hace sino morder la mano que le da de comer. Un tipo ruin y traicionero.

Aunque no lo parezca, Tony Montana tiene madre, pero esa señora más bien le teme y desconfía de él, no lo quiere cerca, y menos de su hermana menor, una chica decente pero con los impulsos propios de la juventud. Ya para que ni tu madre te quiera, una de dos: o ella es la peor señora del mundo o tú eres un cretino, y la señora madre de Tony no se ve mala persona en la película.

Más adelante va matando a la gente que le estorba, entre ellos valiosos contactos que hacen que su negocio fluya. Pero no conforme con eso, molesto con su lugarteniente porque tiene una relación con su hermana, mata al único hombre en quien podía confiar, el único que lo aguantaba, el único que se preocupaba por él porque, como le dije, a Tony Montana ni su madre lo quería.

Loco por meterse por la nariz la mitad de la economía colombiana de los años 80, pierde el control y su imperio. Al final Tony Montana termina en nada, como muchos de los que lo idolatran. ¿Por qué no tener como ejemplo a alguien más hábil e inteligente? Podrían, en el narco también ha habido casos de éxito.

Para escuchar: “Scarface”, el soundtrack

Algo en lo que los narcoseguidores de Tony Montana no valoran es la música de la película, que es una delicia. El soundtrack de “Scarface” fue creado, desde la escritura, arreglos y producción, por Giorgio Moroder, un productor italiano, en colaboración con otros artistas.

Por ejemplo, la exvocalista de Blondie, Harry Debbie, coescribió “Rush Rush”, que es una referencia a cocaína, y es que la letra se ajusta a la sensación general de drogadicción de la película. Esa canción fue el primer sencillo de Harry como solista después de la ruptura de Blondie.

Moroder trabajó con el productor y compositor Pete Bellotte, con quien coescribió “Scarface (Push it to the limit)”, “She’s on fire” y “Turn out the light”, interpretada por la genial Amy Holanda. Arthur Barrow, exbajista de Frank Zappa, coescribió “Shake it up” y “I’m hot tonight”.

Al situarse la historia en Miami, no podía faltar la presencia latina, y María Conchita Alonso se luce en la canción “Vamos a bailar”.

La banda sonora incorpora elementos de disco, post disco y rock electrónico, y es que Moroder empleó la música para, más que dar atmósfera sonora a la película, complementar la esencia de la historia, el espíritu lúdico y desenfrenado de unos cocainómanos Estados Unidos de la década de los 80.

Vaya, más allá de la película, el soundtrack de “Scarface” es una auténtica delicia ochentera que recomiendo ampliamente. Salud y es cuánto.