Jorge A. Amaral Una de mis más grandes predilecciones musicales ha sido, desde hace muchos años, el balkan brass, sobre todo por ese torbellino de genialidad llamado Fanfare Ciocărlia, la banda más funk de los Balcanes. Desde que escuché su versión de “Born to be wild” en la película “Borat”, el sonido de esa banda rumana me atrapó, y cada disco de ellos ha sido un auténtico descubrimiento, pero hay dos en especial que me resultan interesantes por su naturaleza. Separados por 11 años de distancia, son precuela y secuela, causa y efecto, complementarios, creo yo: “Devil’s tale” (2014) y “The Devil rides again” (2025). Estos discos son el acta de hermandad con el guitarrista canadiense de jazz y rock Adrian Raso, con quien además han realizado algunos conciertos. “Devil’s tale” es de esos discos que simple y sencillamente son enigmáticos, que tienen un halo de misterio, una suerte de profana genialidad que los hace adictivos, un tanto malignos pero encantadores, seductores. Escuchar a un virtuoso como Adrian Raso junto a los genios romaníes de Fanfare Ciocărlia es todo un agasajo de principio a fin, y es que, con los solos de Raso, ya sea en la guitarra eléctrica o acústica o el banjo, no falta hace que nadie cante, sin contar el extraordinario sonido de Fanfare Ciocărlia, que tienen la peculiaridad de sonar como uno solo. Y es que la versatilidad y el genio de Raso son más que evidentes, pues proviniendo de la tradición italiana de la tarantela, sonido muy hermanado con la música romaní, ha trabajado el denominado Gypsy Jazz, que en Francia, por ejemplo, tuvo como su máximo exponente a Django Reinhardt, a quien dedican la última pieza del disco, llamada simplemente “Django”, de esas en las que Fanfare Ciocărlia le hace honor a su autodenominación como la banda más funk de los Balcanes, y en la misma tónica va “C’est la vie”, otra belleza de tema, de esas rolitas que hipnotizan, que lo sumergen a uno a las profundidades de la lubricidad que la música emana; recordemos que el placer musical es ante todo sensorial. Con un ritmo más accidental, “Quattro cicci” es sencillamente portentosa ya que escuchar a toda la orquesta sonando los alientos al mismo tiempo en contraste con la guitarra acústica, ágil y escurridiza, es de los grandes placeres que este disco ofrece. Una pieza poderosa. A ritmo de vals con un banjo y un bandoneón como protagonistas, “Charlatan’s waltz” es melancólica, y aunque el charlatán es un sinvergüenza, se transmite cierto dilema moral, como el payaso que ríe en el escenario mientras se traga las lágrimas. Para más dinamismo, un rocanrol que le da nombre al disco, “Devil’s tale”, en el que la guitarra eléctrica tiene un sonido más entre el surf y el rockabilly. Es divertido ver cómo los gitanos se quitaron los sombreros de fieltro y lucieron sendos copetes envaselinados. Más enclavada en el sonido a que Fanfare Ciocărlia nos tiene acostumbrados, “Café con leche” es una delicia de tema con aires de rumba flamenca, al fin y al cabo todo queda en familia. Dulce, suave, bien ejecutada, impecable: una interpretación de 10, así de fácil. Continuando con ese aire flamenco sin dejar de ser rumana, “Spiritissimo” es a ratos vertiginosa, a ratos estruendosa, a ratos hipnótica con los solos de clarinete y guitarra cuya agilidad lo deja a uno con la boca abierta y marcando el ritmo con la cabeza. https://www.youtube.com/watch?v=RyaSWN_nfxc&list=OLAK5uy_nZUa5rj0V2N5kY8lbVG_qNzGPRrYSQwTw Como paréntesis, he decirle que Adrian Raso, ante el éxito que tuvo “Devil’s tale”, siguió dándole a ese sonido y en 2019 sacó un disco extraordinario: “Gypsybilly King”, que desde el nombre nos indica su contenido: mucho sonido gitano con los acostumbrados matices de tarantela e influencias del inmortal Django. Fanfare, por su parte, hicieron lo propio y, por poner un ejemplo, lanzaron en 2021 “Is wasn’t hard to love you”, y previamente, en 2016, para celebrar sus 20 años de carrera, lanzaron “Onwards to Mars!”, cuyo título hace alusión a algo que, en sus inicios, en la década de los 90, dicen, les dijo el trompetista y cantante Lazar Radulescu: “Esperen y verán, en algún momento tocaremos en Marte”. Quizá no han llegado a Marte, pero ya le han dado varias vueltas al globo. Así llegamos al 1 de mayo de 2025, en que salió al mercado la continuación de aquel cuento diabólico: “The Devil rides again”, en el que Fanfare Ciocărlia sigue deslumbrando con su impecable y vertiginoso sonido de metales, mientras que Adrian Raso mantiene la esencia de sus otros proyectos musicales: siguiendo una tradición musical con una forma de tocar tan elegante y pulcra como su sastrería. Y es que, si bien “Devil’s tale” fue un ambicioso experimento al fusionar tantos estilos y sonidos, con “The Devil rides again” se demuestra que la química entre la banda romaní y el guitarrista canadiense es innegable. Raso, tocando la guitarra y el banjo, lidera la potencia de los metales a través de ocho composiciones originales, así como interesantes versiones de “Jolene”, el clásico country de Dolly Parton, y “I’m a man”, de The Spencer Davis Group. A manera de broche de oro, el álbum culmina con una impresionante reinterpretación de “Blue Drag”, del maestro del jazz gitano Django Reinhardt. El tema “Tarantella noir” es un homenaje, muy al estilo de Raso, a la música del sur de Italia, siempre expresiva, dinámica e hipnótica. Otra pieza interesantes sin duda es “Transylvania twist”, que suena como si le pusiéramos a Drácula unas bermudas y lo montáramos en una tabla de surf. Además de la guitarra de Raso, el solo de saxofón en esa pieza es de los mejores momentos del disco. ¿Cómo se logra tanta belleza en un disco? Los metales de Fanfare Ciocărlia son muy diversos pero en la diversidad encuentran el unísono. Como buenos gitanos, saben entretener y por ello han aprendido a tocar diversos géneros hasta mezclarlos todos y hacerlo su sello particular. Adrian Raso, por su parte, es de esos músicos que hacen sonreír, que provocan una sensación de bienestar que hace que sus discos, mientras se les escucha, se vayan como agua, sin sentir. Y si algo tiene en común con los romaníes, es que su guitarra se ha alimentado de tantas influencias, que lo mismo evoca a The Ventures o Duane Eddy que al genial Django Reainhardt, logrando, al tocar con Fanfare Ciocărlia, una suerte de jazz rocanrolero que bien podría sonar en una taberna o junto a una fogata mientras, embriagado, baila el joven Perthan, ese humanísimo personaje de Emir Kusturika en “Tiempo de gitanos”. Dicho esto último sin afán de ofender el excelente trabajo que hizo Goran Bregović con la banda sonora de la cinta. https://www.youtube.com/watch?v=0QOkKzCqiDE&list=OLAK5uy_k7Xx8GHqfv2e7nwr6HE3j4LThSZqUOSp0 Pocos discos así de perfectos como estos dos, que desde la portada son atractivos y que al escucharlos uno los atesora entre lo consentido del acervo, por eso recomiendo “Devil’s tale” y “The Devil rides again”, de Fanfare Ciocărlia y Adrian Raso, buena música gitana que hasta los payos disfrutamos. A propósito Fijese que luego de escuchar los dos discos y terminar de redactar este artículo, me topo con otra genialidad: “Brasses for the masses”, de la Džambo Aguševi Orchestra. Originario de Strumica, en Macedonia del Norte, el líder la orquesta, Džambo Aguševi, se hace llamar “El Tigre Funky de Macedonia”, y el sobrenombre no es exagerado. El tipo es un trompetista prodigio, lo que lo hace ser de los músicos más respetados de esa parte del globo. El nombre del disco es un punto de vista, una reflexión, puesto que el álbum, aunque recoge sonidos tradicionales de la música macedonia y balcánica, tiene elementos actuales, incluso electrónicos en algunas partes, lo que le da un toque más pop (en el sentido más estricto de la categoría), con lo que queda claro que sí, es música con un origen étnico y tradicional, pero relanzado hacia los grandes públicos: de las montañas a los grandes festivales de música de Europa. Esto me recuerda un poco la idea de Scremin’ Jay Hawkins cuando lanzó “Black music for white people”. https://www.youtube.com/watch?v=Z9eyPFbmbl8&list=OLAK5uy_kL_dz7UI870YCC7-5B8Rlh9r-HzgEPw4U&index=2 Por cierto Hablando de otra cosa. En redes sociales se denunció que por los trabajos del teleférico la Secundaria Técnica 3, ubicada frente al Zoológico de Morelia, había sufrido afectaciones, como agrietamientos en algunos muros y que por ello se había dejado salir temprano a los estudiantes. Protección Civil fue y dijeron que las grietas son de hace años, que las obras no afectarán. Ojalá sea verdad y no vaya a ser que a la larga esto cause una tragedia. De por sí la obra no es muy popular que digamos. Es cuánto.