LA CASA DEL JABONERO | Salgado Macedonio, pese a todo

Resulta indignante que Morena se empeñe en sostener a un candidato con tres acusaciones de violencia sexual, en tiempos que exigen poner un alto a este flagelo.

Jorge A. Amaral

En diciembre de 2016, una mujer que trabajó con Félix Salgado Macedonio cuando el hoy candidato de Morena del estado de Guerrero dirigía el periódico La Jornada en aquel estado, lo denunció ante la Fiscalía estatal por el delito de violación agravada.

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La víctima declaró que Salgado Macedonio había abusado de ella en tres ocasiones, además de que fue golpeada y amenazada de muerte por el candidato de López Obrador a la gubernatura de Guerrero.

Además, el año pasado se recibió otra denuncia contra el político por haber abusado de una chica de 17 años en 1998, cuando era candidato a gobernador, pero por el PRD. Las autoridades han dicho que ese delito ya prescribió.

La tercera acusación contra Salgado Macedonio es por parte de la escritora Marxitania Ortega. En sus redes sociales ha escrito que "yo me he encontrado con él apenas cuatro veces. Una, en la presentación de mi novela, en el Centro Cultural Acapulco. Estaba ebrio y cuando se acercó a mí lo hizo de la peor manera, lasciva, con un abrazo impropio, por decir lo menos. ¿Saben ustedes qué se siente en momentos así? Mucho asco", relató.

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La denuncia por el abuso cometido presuntamente en 1998 ya prescribió, pero eso no quiere decir que sea inocente. Aunque la ley diga que ese delito ya no se puede perseguir por el tiempo transcurrido, no quiere decir que el crimen no se haya cometido, no quiere decir que Salgado Macedonio sea inocente.

Resulta indignante que el partido Morena se empeñe en sostener a un candidato con tres acusaciones de ese tipo, en tiempos que exigen poner un alto a la violencia de género, cuando se han hecho tantos esfuerzos por castigar con mayor firmeza delitos como el feminicidio, el abuso a menores de edad y todos los tipos de violencia contra las mujeres.

Pero lo que de plano es un insulto a las mujeres y al pueblo de México en general es que el presidente, desde su púlpito, se empeñe en defender a su amigo Félix, diciendo que las acusaciones en su contra y la inconformidad que ha causado su postulación son parte de una guerra política, que es una campaña en contra de su partido, que “ya chole con Salgado Macedonio”.

Pero, contrario a lo que se podría pensar, la postulación y protección a Salgado Macedonio no obedece a la ceguera, cinismo o mera Estupidez Presidencial (así, con mayúsculas porque estamos hablando de la investidura del soberano Ciudadano Presidente). La necedad de mantener al acapulqueño en la candidatura se debe a que es un alfil de Ricardo Monreal, uno de los hombres fuertes de Morena y muy cercano al presidente, quien de esa manera paga favores a él y a otros políticos morenistas que lo han respaldado en las reformas aprobadas en la Cámara Alta por petición del presidente, quien de esta forma está obligado a respaldar a Monreal rumbo a la Presidencia en 2024. De hecho, la periodista Anabel Hernández ha escrito lo que fuentes al interior de la cúpula de Morena le han dicho: la designación de Salgado Macedonio no fue por la dichosa encuesta de popularidad que tanto ha cacareado el presidente, lo mismo que ocurrió en Michoacán: la encuesta la ganó el senador Cristóbal Arias Solís, pero la injerencia de los Cárdenas, sobre todo de Lázaro nieto, hizo que la dirigencia a cargo de Mario Delgado le diera la bendición a Raúl Morón. ¿En busca de impunidad en el tema Odebrecht y, por añadidura, Presa Francisco J. Múgica para él y para Leonel Godoy? Quién sabe, no me atrevería a afirmarlo, es sólo una posibilidad planteada.

Volviendo al tema de Salgado Macedonio, es increíble cómo Morena, con todos sus baños de pureza y el discurso moralista del presidente, se empeña en que un personaje de esa calaña sea su candidato en un estado que tan golpeado ha sido por la violencia y la corrupción de la que el mismo Félix ha sido partícipe. Recordemos que durante su gestión como alcalde de Acapulco, de 2006 a 2008, los Beltrán Leyva sentaron sus reales en el puerto, llegando a ser la bodega de drogas de Édgar Valdés Villarreal, La Barbie.

Durante la administración del hoy morenista, ese cártel se erigió cono mandamás en el puerto, vivían en residencias de exclusivos fraccionamientos, eran los dandis de los principales centros nocturnos y discotecas, paseaban a plena luz del día en caravanas de autos de lujo, con toda la ostentación a que los narcos ya nos han acostumbrado.

Cierto, Félix Salgado sólo era presidente municipal y era tarea del gobierno estatal y del federal intervenir contra los capos, pero él no dijo ni pío, más bien sus policías desempeñaban la función de guaruras de los narcotraficantes y vigilaban los accesos a los complejos residenciales donde vivían.

Lo anterior sólo demuestra dos cosas: número uno, Morena, con todo y su desgarramiento de vestiduras, no es muy distinto de los partidos a los que dice combatir. La segunda: Andrés Manuel López Obrador, con todo y la Cartilla Moral, con su discurso de “no mentir, no robar y no traicionar”, hace justamente eso: miente al pueblo de México cuando se hace el indignado por las acusaciones contra Salgado Macedonio, facilita los atracos y ultrajes a la democracia incluso al interior de su propio partido y traiciona la confianza depositada en él por los millones de personas que, creyendo que era un político diferente, lo pusieron en Palacio Nacional. Pero también traiciona a quienes a diario salen a defenderlo.

Al final vemos que la política en México no ha cambiado, que las mismas prácticas de antaño y que tanto han desvirtuado al país siguen ejerciéndose.

Y es que es terrible cuando el gobernante ciego y necio está convencido de que tiene la razón. Cuando eso sucede, aquello lentamente se acerca a un régimen, si no dictatorial, sí autoritario, pues se gobierna a ciegas, sin rumbo, o con una ruta, pero errónea. Eso lo vimos con los recientes apagones: demostraron que apostar por combustibles fósiles ya no es una opción viable, pero se empeñan en desdeñar las energías limpias, y entonces, al cerrar la llave del gas, se fue la luz. Y para colmo, el senador con licencia Armando Guadiana sale a proponer que México base su eficiencia energética en el carbón, “como lo hace Alemania”. Dato curioso: el senador es empresario minero dedicado precisamente a la extracción de carbón.

Claro, me dirán que esa dependencia respecto del gas natural estadounidense es herencia de la reforma energética implementada por el peñanietismo, pero, chale, este gobierno lleva dos años en el poder, algo se hubiera podido hacer en este tiempo. Digo, en las dos cámaras todo está planchado para lo que el presidente y su camarilla determinen, así que no es muy difícil. Si mandaron al diablo decenas de importantes y necesarios fideicomisos y organismos, qué tan difícil ha de ser mandar al cesto de la basura todo lo suscrito por el anterior gobierno. Sí, ya sé, una cosa es ver los toros desde la barrera y otra muy distinta es estar en el ruedo, pero este gobierno está al centro de la plaza frente al toro de la oposición, que en realidad no da una: muge mucho, rasca el piso con las pezuñas pero no embiste, ni mucho menos cornea. No exagero, Marko Cortés es la prueba fehaciente de lo que digo.

La decepción, la traición, hermano

En la película “Dónde están las rubias”, al final, cuando Latrell Spencer descubre que la chica rubia que le gusta en realidad es un policía negro, se siente traicionado y decepcionado, y esgrime la frase que usé como cabeza de descanso.

Imagínese respaldar a un político que se presenta como honesto, incorruptible y que asegura que va a acabar con una larga tradición de sátrapas, que con su gobierno se terminarán los viejos vicios del presidencialismo priista, en que el mandatario era dirigente de facto del partido y disponía quién sería su sucesor y quiénes gobernarían en los estados para así mantener el control político mediante la deuda de favores.

Imagine lo que ha de ser sumarse a un partido cuyos dirigentes dicen que es diferente de los demás institutos políticos, que ahí no hay dedazos, que cualquiera que tenga los méritos podrá ser candidato si es una persona honesta, incorruptible y que abone al desarrollo del país.

Ahora visualice la terrible decepción que se debe de sentir al ver que el presidente al que se puso ahí porque va a romper con el presidencialismo, en realidad no es muy distinto de sus antecesores, pues está dispuesto a sostener y defender a presuntos violadores y corruptos nada más por interés político. ¿Recuerda usted al priista Cuauhtémoc Gutiérrez, El Rey de la Basura, protegido del PRI pese a la red de prostitución que controlaba?

Ahora imagínese llenarse la boca diciendo que ya se le acabó a la “mafia del poder”, que todos los demás partidos son corruptos y protegen delincuentes, y hasta en su imaginación construye una especie de Coco de la política, la encarnación de todo lo malo, y lo bautiza primero como PRIAN, luego como PRIANRD. Visualice lo terrible que debe de ser ver que su partido, donde dicen que están los mejores políticos de México, postula a un presunto violador nada más porque hay acuerdos políticos y cabildeos tanto en la Presidencia como en las cámaras legislativas. Seguramente el sentimiento de haber sido traicionado es terrible. Pero puede ser que el fanatismo sea como manejar de noche y entre neblina: no se ve más allá de la trompa del carro, pero se empeña en seguir por la carretera, siguiendo sólo la línea que alguien más le trazó, así lo lleve al desfiladero.

Bien dijo el presidente, ¡ya chole! Es cuánto.