LA CASA DEL JABONERO | Silvano: vacuna política

Ese peregrinar con su banquito verde no se debe a que al gobernador le interese mucho denunciar la presencia del crimen organizado en la entidad, porque nunca le ha molestado mucho que digamos

Jorge A. Amaral

La insistente actitud del gobernador Silvano Aureoles para denunciar la presunta intervención del crimen organizado en las elecciones del 6 de junio ya da qué pensar.

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Que hubo injerencia del narco en las elecciones, sí, y no sólo hacia el partido del gobernador electo, Alfredo Ramírez Bedolla, sino que esto se dio también en favor de candidatos a alcaldes de otras fuerzas políticas, como la que encabezaba el candidato del gobernador. Esas son cosas que se saben. Pero, como ya había dicho en otra ocasión, para eso hay instancias y momentos, porque si el narco pudo operar a sus anchas el día de las elecciones, como acusan el gobernador y los líderes del autodenominado Equipo por Michoacán (nombre más mamerto no pudo habérseles ocurrido), no fue porque los grupos delictivos hayan surgido por generación espontánea.

Resulta bastante sospechosa la insistencia del gobernador de andar acaparando reflectores, primero, a nivel nacional, y ahora en Estados Unidos, acudiendo a cuanta instancia se le ocurre, para denunciar que el narco operó el día de los comicios en favor de un solo candidato, el que ahora lo va a suceder en el cargo.

Entonces yo aquí me pregunto a qué le teme Silvano Aureoles. Porque ese peregrinar con su banquito verde, sabiendo que es tema de comidilla, que es ridículo, no se debe a que al gobernador le interese mucho denunciar la presencia del crimen organizado en la entidad, porque nunca le ha molestado mucho que digamos.

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El gobernador lo que está siguiendo es una estrategia de vacunación política, se está curando en salud sabiendo que, entrando Alfredo Ramírez Bedolla, si no logra un buen acuerdo, puede empezar a ser investigado desde el primer minuto en que el gobierno morenista tome las riendas del estado. Entonces necesita un escudo para que lo piensen un poco antes de pretender tocarlo.

Veamos: acusar que el gobernador electo ganó los comicios con ayuda del crimen organizado siembra siempre la duda, abona a que desde ya se tenga desconfianza en Ramírez Bedolla y, por ende, se vea con reservas sus acciones de gobierno. Si Silvano se la pasa diciendo que el del morenista será un narcogobierno, da pie para que, a la hora de las auditorías, las denuncias, las investigaciones y el juicio político que los diputados morenistas aseguraron que le abrirán, él pueda desgarrarse las vestiduras y acusar que en realidad se trata de una persecución política. Peor aún, y en el más drástico de los escenarios: si Silvano Aureoles tuviera alguna deuda con algún líder criminal (esto es sólo un supuesto, no estoy acusando nada) y, una vez fuera del cargo, sufriera un atentado (por humanidad no se le desea), podría pasar a ser un mártir de la lucha contra el crimen organizado.

En cualquiera de los dos escenarios, Silvano Aureoles sería el paladín de la lucha contra la delincuencia, el hombre valiente que, cuando el gobierno del malvado AMLO no le resolvió nada, ante instancias internacionales se vio en la necesidad de denunciar la presencia del narco en el estado. Es más, con esos antecedentes, hasta podría solicitar asilo político en Estados Unidos o de plano sacudirse de encima cualquier acción en su contra porque a ningún gobernador le conviene verse como persecutor político de sus adversarios, y menos si consideramos que en 2024, a mitad del sexenio de Bedolla, se votará para elegir al sucesor de Andrés Manuel López Obrador, y es lógico que Morena querrá perpetuarse en Palacio Nacional.

Y es que esta semana acusó al presidente López Obrador de haber dejado a los criminales actuar a sus anchas el 6 de junio. Cuando leí esa declaración no pude sino reírme, porque sí, posiblemente AMLO los dejó operar ese día, pero Silvano les ha permitido actuar en plena libertad y con total impunidad durante los 6 años que ha sido gobernador, porque a la delincuencia no se ele combate con oficios, ni con boletines, ni mucho menos con declaraciones. A los criminales se les combate con estado de fuerza, con estrategias integrales. Entonces, el gobernador acusa en el presidente la misma incompetencia, la misma inoperancia, y al final tenemos que ante la violencia, ante la presencia de los cárteles y las masacres que cometen, tanto el presidente como el gobernador no han hecho sino rascarse el ombligo y hacerse getas uno y otro, pero nada en beneficio de la ciudadanía.

Volviendo al tema del activismo de gobernador, no importa que tan ridículo se vea, no importa cuánto se descuiden los temas importantes y urgentes del estado: Silvano Aureoles seguirá curándose en salud hasta donde sea necesario. Y es que, si desde un principio hubiera guardado su lengua, si desde un inicio se hubiera mantenido al margen de la política electoral, si desde el principio se hubiera mantenido neutral frente a López Obrador y los morenistas, quizá no estaría mordiéndose las uñas y buscando asegurar su futuro y sus bienes, porque es consciente de que con mucha facilidad puede pasar del banquito verde al banquillo de los acusados.

Lo único que habrá que esperar es que, si hay alguna acción en contra del gobernador una vez que entregue la administración, sea bien sustentada y dentro del marco legal, todo conforme a derecho, para que no tenga la oportunidad de erigirse como mártir, y si saliera bien librado, que sea legalmente, no por acuerdos de impunidad a cambio de información.

Todo lo anteriormente escrito aborda escenarios posibles. Si algo aprendimos en la época del Virrey Castillo es que Michoacán puede ser como la casa del jabonero: el que no cae, resbala. Al tiempo.

Foto: La Voz de Michoacán.

La época del refrito

En años pasados, en décadas pasadas, se crearon contenidos que rompieron tendencias, que replantearon los esquemas y marcaron una nueva forma de crear. Hay series y películas que, precisamente por salirse de los moldes establecidos, gozaron de gran éxito, y otras fueron revaloradas al paso de los años y hoy son clásicos del cine y la televisión.

Pero de unos años para acá se ha venido presentando una tendencia que se podría calificar de ecología creativa. Me explico.

Cuando los canales habituales de televisión de paga ampliaron su espectro, comenzó a hacerse necesario crear contenidos originales para competir con las demás empresas que estaban enfocadas en ganar adeptos que se convirtieran en suscriptores. De ahí comenzó una ola creativa que dio origen a muchas series de televisión, algunas de ellas auténticas joyas. Esto tuvo su auge en los primeros años de este siglo, a la par que series animadas que en el pasado no tuvieron mucho éxito, comenzaron a ser vistas con nuevos ojos.

Ya en la segunda década del siglo XXI llegaron las plataformas de streaming que, para que el consumidor viera el costo-beneficio, se vieron en la necesidad de generar más contenidos atractivos. Así surgieron contenidos de gran valor que hoy pueden ser considerados parteaguas del entretenimiento contemporáneo.

Pero pareciera que hoy la creatividad se ha estancado, y entonces se ha venido una oleada de remakes, spin-offs, secuelas, precuelas, versiones live action, versiones reanimadas y demás.

Lo malo es que muchos de esos contenidos, creados en décadas pasadas, fueron concebidos para las necesidades de entretenimiento de la ´época en que fueron hechos, y por eso hoy parecen anacrónicos, y otros de plano ofenden y perturban a una generación que raya en lo patético.

Sí, sé que voy a sonar boomer, cuando apenas tengo 40 años (a la hora que escribo esto), pero es realmente molesta la actitud de quienes por todo saltan de la silla y acusan machismo, racismo, misoginia, exclusión, clasismo y cuanta cosa mala se le ocurra, sólo porque es una canción, serie o una película creada hace 20 años, cuando no había el sistema de valores progresista que rige actualmente.

Lo comento porque, por ejemplo, no hace mucho se lanzó “Los Amos del Universo”, una versión del clásico de los 80 “He-Man”. El resultado fue realmente desastroso. Lo mismo ocurrió en México con la recién lanzada serie “Doctor Cándido Pérez”, pero ahora estelarizada por Arath de la Torre y no por Jorge Ortiz de Pinedo. Llovieron las críticas porque las nuevas generaciones vieron mucho machismo en el médico, quien constantemente hace chistes sobre su suegra.

No digo que la nueva Policía Moral está mal, el error estuvo en los productores, que trajeron un producto de hace más de 30 años a un siglo XXI bastante sensible y con un esquema de valores muy diferente. Lo mismo que con “He-Man”, o la nueva versión de “Muppet Babies”, en que Gonzo resulta que se identifica con alguna especie de homosexualidad y entonces ahora se llama Gonzorella.

Está bien que en las series y películas, sobre todo en las infantiles, se incluyan personajes LGBT, con alguna discapacidad, de una raza que no sea la caucásica, que haya más niños gordos morenos en la pantalla, pero para eso deberían crear sus propios personajes, sus propios contenidos, y a partir de ahí sensibilizar a los chicos para evitar que cuando crezcan sean unos cretinos, pero si algo fue bueno en el pasado, déjenlo ahí, donde fue bueno. No traten de forzar la trama con tal de que todos los sectores de sientan representados.

Creo que así como décadas pasadas y generaciones anteriores tienen sus iconos, sus héroes, ídolos y referentes, las nuevas generaciones deben asumir la responsabilidad de generar los suyos de acuerdo con su sistema de valores. No, no se entienda como el reclamo de un viejo que no quiere que se metan con sus ídolos, sólo es un llamado a tener su propia identidad como generación. Es cuánto.

Posdata: ¿ahora sí?

El activismo del gobernador de Michoacán para denunciar la narcoviolencia en todas las esferas posibles contrasta con la actitud asumida en 2011. Esas nobles intenciones no se le vieron en ese entonces, cuando perdió la gubernatura ante Fausto Vallejo, en lo que a todas luces y a ojos vistos fue una narcoelección. tampoco se le vio muy crítico cuando se desató el movimiento de autodefensas y la interferencia y posterior desfalco al erario por parte del Virrey Castillo. En fin, la hipocresía.