LA CASA DEL JABONERO | Y 8 víctimas después…

A Zamora y Jacona fueron enviados 300 soldados para resguardar ambas ciudades. Pero pues El Nenuco ya estaba muerto, ya no iba a hacer más daño

Jorge A. Amaral

La historia de siempre: después de un hecho violento que pone a Michoacán o una región del estado bajo los reflectores de los medios nacionales, viene un impresionante despliegue de elementos estatales o federales, y a veces de los dos. Dicen que para garantizar la seguridad de la ciudadanía y mantener el cacareadísimo Estado de Derecho. Eso ha sido por lo menos desde 2006, así que no vayamos a salir con la barrabasada de que son cosas de la 4T y que López esto y López lo otro y la manga del muerto.

PUBLICIDAD

Le platico esto porque el martes, un sujeto llamado José Eduardo A., alias El Nenuco, llegó a un taller mecánico ubicado en la calle Amapola, de la colonia Miguel Hidalgo, en Jacona, donde mató a 2 hombres y se fue corriendo.

En su huida, El Nenuco corrió más o menos una cuadra hasta toparse con un carro Nissan, de la línea Tiida, a cuyo dueño despojó. Pero en eso mató al propietario del carro y a otra persona, dejando herida a una tercera víctima.

Con cuatro muertos y un herido a cuestas, El Nenuco llegó hasta la colonia El Duero, de Zamora. Ahí dejó el carro y se fue corriendo. En la calle Virrey de Mendoza de esa colonia llegó a una refaccionaria y le exigió al dueño las llaves de una motocicleta que estaba afuera. El hombre se negó, entonces El Nenuco lo mató, pero también dejó herida a una hija del comerciante y a otro hombre que ahí estaba.

PUBLICIDAD

Así, ya con 5 muertos y tres heridos sobre su espalda, llegó a una florería cercana. Ahí se encontró con Chema, un adolescente de 16 años a quien le disparó de manera directa y sin motivo aparente. El muchacho murió por el balazo en la cabeza. Entonces El Nenuco intentó subir al segundo piso del local, pero no lo consiguió por estar cerrada una puerta.

A un lado de la florería está una forrajera que también vende artículos para galleros. Al escuchar los balazos, dos clientes del lugar salieron a ver qué pasaba, así que El Nenuco también los mató. Total, ya llevaba 6, ni tuvo empacho en sumar otras dos víctimas y llegar a 8.

Ahí fue donde Sergio Eduardo se atrincheró porque ya tenía sobre él a alrededor de 50 policías, según testimonios. El multihomicida repelió a balazos a los agentes y logró herir a uno. Eso bastó para bajar la moral de “la tropa”, porque no se animaban a ir por él. Pero el sujeto no se iba a entregar, de esa forrajera iba a salir con los pies por delante. Así, aunque la Secretaría de Seguridad Pública se colgó el milagrito, lo cierto es que El Nenuco murió abatido por militares que entraron a la forrajera y, al ser recibidos a balazos, procedieron según su preparación.

Luego de eso, a Zamora y Jacona fueron enviados 300 soldados para resguardar ambas ciudades. Pero pues El Nenuco ya estaba muerto, ya no iba a hacer más daño.

Pero ahí no para la cosa, porque mientras el Ejercito se desplegaba para poner puestos de control y retenes en las ciudades avecindadas, en la colonia Ferrocarril de Zamora una mujer era asesinada a balazos en plena calle y bajo la luz del día prácticamente afuera de su casa. En este caso el agresor ni siquiera tuvo que hacer el desmadre que armó El Nenuco. No. Luego de matar a la señora María del Carmen C., de 57 años, se subió a su bicicleta y se fue como si nada, en total impunidad. Según la autoridad, en cuestión de minutos llegaron policías, pero seguramente eran los mismos que no pudieron contra el multihomicida del martes, porque nomás no dieron con el ciclista asesino.

No es malo que haya despliegues operativos, qué bueno que los hagan, pero tales movilizaciones deberían servir para algo más que para las fotos y los boletines. De poco sirve sitiar dos ciudades si, un día antes, un criminal desequilibrado pudo matar a 8 personas y dejar heridas a 4 antes de que le pusieran poner un alto. La idea es evitar que no haya más Nenucos.

Esos 300 soldados no van a estar toda la vida en Zamora y Jacona. Cuando esto se enfríe y deje de salir en los medios, los militares serán enviados a otro lugar, a otras tareas, posiblemente a otro despliegue luego de otra masacre, a cumplir con una función que durante la actual administración se le ha encomendado junto con la Guardia Nacional: un rol más mediático que operativo.

El casó ahí va a quedar y El Nenuco se perderá entre el mar de masacres sin resolver que hay en este país. Ya no habrá la misma urgencia de actuar dado que a la autoridad, tratándose de crimen organizado, le interesan los autores materiales para hacer contención de daños ante la opinión pública, quedando impunes los más importantes: los autores intelectuales, los que ordenan ejecuciones y masacres, los que mueven los hilos y tienen a su servicio las redes de corrupción en las instituciones. Y si los llegan a detener porque de plano ya es inevitable, esa red de corrupción permanece intocada: la hacen bolita y la avientan abajo de la cama para que nadie la vea.

No es sólo Zamora. En Villamar han estado sacando cadáver tras cadáver de las narcofosas y no ha habido pronunciamiento alguno, con todos los antecedentes de violencia en la franja de Jalmich, que es la zona limítrofe entre ambos estados. De ese municipio, sólo en esta semana fueron sacados los cadáveres de 17 personas, más partes de cuerpos, y le aseguro que no serán los únicos, pues son años de violencia en esa zona que se han disputado distintas células y grupos. Al tiempo.

Rada: ponerse de buenas

Hay tan malas noticias a diario que, le juro, muchas veces, durante la jornada laboral, si no fuera por la música que me acompaña llegaría a casa cansado, harto, apesadumbrado. En esos momentos, más lo que escucho en casa, he descubierto muchas cosas, algunas de ellas ya incrustadas en mi alma.

Hay música para todo, pero si lo que usted quiere es ponerse de buenas y divertirse, debe escuchar a Rubén Rada, el hombre que ha llevado el candombe uruguayo a todo el mundo.

Este uruguayo hijo de brasileña y amamantado con música tiene una trayectoria por de más interesante y con ella ha enriquecido enormemente a la música popular de su país, ya que, de la mano del candombe, este género nacido de africanos para la fiesta, ha incursionado en el rock, en el jazz y la murga, logrando fusiones verdaderamente interesantes.

Rada debutó en 1958 como vocalista del grupo de jazz Los Hot Blowers, y así su nombre fue creciendo al lado de tres bandas míticas del rock y la música uruguaya que marcaron la evolución del candombe moderno: El Kinto (su inicio como músico profesional), Tótem y Opa, seguramente el más importante musicalmente.

Sobre la fusión de sonidos, en entrevista con La Nación dice que “el candombe se toca con tres tambores (piano, chico y repique), pero yo tocaba con dos congas, que son tambores más relacionados con Cuba o Puerto Rico, entonces los grones no me querían mucho en Uruguay, decían que estaba desfigurando el candombe, pero lo que hicimos nosotros con Eduardo Mateo, El Dios, fue empezar a darle un sonido más moderno. Sumamos las guitarras y otros instrumentos y fusionamos elementos latinos con el funk, el soul, el jazz, el tango, el pop. El Kinto fue el propulsor de todo eso, así nació el candombe beat”, que a la fecha es un distintivo sonoro de Uruguay.

Pero además, obedeciendo a la naturaleza del candombe, “El Negro” Rada, como le llaman en Uruguay, siempre trae cosas positivas en sus letras, en él no hay maldad, no hay resentimiento, no hay dolor de amante abandonado. No. Rubén Rada es una especie de pastor de la alegría que con sus tambores y sus ritmos nos alienta o nos hace reír.

Sus historias son felices, su amor siempre es una fortaleza más que una debilidad. Como prueba de ello es que incluso ha sido comediante y ha grabado música para niños. Ambas cosas son sumamente difíciles, ya que, para hacer llorar, cualquiera, pero para hacer reír se requiere mucha genialidad. En cuanto a la música para niños, es complicado porque se corre el riesgo de terminar haciendo música infantiloide y tratarlos como idiotas. Pero Rada no, él hace buena música pensando en niños siendo él mismo como un niño al componer y divertirse haciendo lo que mejor sabe.

Pero también sabe ser muy crítico, sobre todo a la hora de encarar al racismo, como lo pone de manifiesto en el tema “Biafra”: “Quiero darle un tirón de orejas al hombre / que piensa en la política y no responde. / Que están muriendo niños a borbotones, / que olvide las banderas, piense en el hombre. // Ese que hoy es tu amigo, mañana no será, / porque confía en el lema que vos odiás. // Mientras que Biafra estaba muerta, / muerta de sol y sin pan, / sus crías estaban blancas, / blancas de peste mortal. / Biafra estaba muerta, / nadie allí quiso llegar. / Por unos negros que mueran / ¡a quien le puede importar?”.

Por eso, si usted está de malas, cansado o apesadumbrado, de verdad le recomiendo a este maestro de la música uruguaya y verá lo bien que se siente al escuchar su voz “de barítono pero con trampas de negro”, como él mismo describe su tesitura. Esto le ha permitido explorar desde el candombe distintas vertientes, fusionándolo con el rock y el jazz, pero también con el blues, al grado de que, aunque sabe cuál es su cuna musical, se asume como un exponente de la llamada “world music”, que es donde se coloca todo aquello que no sabemos dónde encasillar por ser tan universal, y eso es justamente Rada: un músico universal. Es cuánto.