JUEGOS DE PODER |Los malditos terroristas y las democracias liberales

Se trata de una organización que controla políticamente la Franja de Gaza donde viven más de dos millones de palestinos. Pretende la destrucción del Estado judío y su método favorito es el terrorismo.

Foto: twitter

LEO ZUCKERMANN

Yo no tengo duda: Hamas es una organización terrorista que pretende destruir no solo al Estado de Israel sino a todos los judíos.

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En el preámbulo de su Carta Fundacional de 1988 claramente dice: “Israel existirá y seguirá existiendo hasta que el Islam lo aniquile”.

El artículo 28 habla de una conspiración típicamente antisemita:

“La invasión sionista es una invasión cruel. No se abstiene de recurrir a todos los métodos, de utilizar todos los medios malos y despreciables para lograr su fin. Depende en gran medida de sus operaciones de infiltración y espionaje de las organizaciones secretas que dio origen, como los masones, los clubes rotarios y de leones, y otros grupos de sabotaje. Todas estas organizaciones, ya sean secretas o abiertas, trabajan en interés del sionismo y según sus instrucciones. Su objetivo es socavar las sociedades, destruir valores, corromper las conciencias, deteriorar el carácter y aniquilar el Islam. Está detrás del narcotráfico y del alcoholismo en todas sus formas para facilitar su control y expansión”.

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Y concluye: “Israel, el judaísmo y los judíos desafían al Islam y al pueblo musulmán” para recomendar: “que los cobardes nunca duerman”.

Hamas no es Palestina ni Palestina es Hamas.

Se trata de una organización que controla políticamente la Franja de Gaza donde viven más de dos millones de palestinos. Pretende la destrucción del Estado judío y su método favorito es el terrorismo. Ha llevado a cabo una infinidad de ataques terroristas desde hace treinta años. Siempre ha estado en contra de los esfuerzos por negociar la paz entre Israel y la Autoridad Palestina que gobierna los territorios de la rivera occidental.

Estados Unidos y la Unión Europea han designado a Hamas como una organización terrorista. La invasión que llevó a cabo el pasado sábado al sur de Israel lo comprueban una vez más. Sin misericordia, con alevosía y ventaja, asesinaron e hirireron a cientos de civiles incluyendo niños, mujeres y ancianos. Gente que no tuvo ninguna oportunidad de defenderse. A otros 120 los secuestraron y se los llevaron como rehenes a la Franja de Gaza.

Si esto no es terrorismo, entonces que alguien defina este concepto de nuevo.

Lo que me da más rabia es que los terroristas pueden acabar saliéndose con las suyas.

No solo generan terror sino producen una reacción que mina la legitimidad de los estados que atacaron en primera instancia. Es lo que pasó con los atentados de Al-Qaeda el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos que desencadenaron unas sangrientas guerras en Afganistán e Irak donde se cometieron abusos en contra de la población civil de estos países.

Sí, al final, Estados Unidos borró del mapa a Al-Qaeda, pero a un costo enorme en su prestigio internacional. Y aquí estamos hablando de la súper potencia, no de un pequeño Estado, como Israel, que toda su historia ha tenido que remar contra la corriente por culpa de aquellos que lo quieren deslegitimar como una nación con derecho a existir.

Malditos terrorista. Causan un daño irreparable a una población indefensa con los muertos y heridos que dejan en el camino. Pero, además, los miserables lesionan las bases de la convivencia social de las democracias liberales. El terror naturalmente genera una reacción en la sociedad que se vuelve más intolerante y demanda gobiernos con soluciones de mano dura (falsas, muchas de ellas). En los países que atacan, los terroristas siempre acaban favoreciendo a los partidos más radicales, xenófobos, intransigentes y autoritarios.

Los que mejor conocen esta historia son los israelíes que, a lo largo de su breve historia, han sufrido múltiples ataques terroristas. El resultado es que Israel se ha movido poco a poco hacia una derecha política cada vez más extremista. Ya construyeron un ignominioso muro para separar el Estado de Israel de los territorios palestinos de la Rivera Occidental. Son cada vez menos las voces políticas moderadas dispuestas a negociar  acuerdos de paz.

En el pueblo judío, el fanatismo religioso y nacionalista crece día con día. Cada atentado ha minado los valores de la única sociedad auténticamente democrática-liberal del Medio Oriente.

El sábado, los terroristas de Hamas escalaron el conflicto a nuevos niveles. Nunca habíamos visto una cantidad de muertos, heridos y secuestrados de esta magnitud. Naturalmente, Israel reaccionará duro a esta afrenta. Y los terroristas estarán felices. Enseñarán los excesos y abusos a la población civil palestina. Como blancas palomitas, se regodearán diciendo que Israel también es terrorista. Ellos, los verdaderos terrorista que quieren eliminar de la faz de la Tierra a los judíos. Así lo presumen en su Carta Fundacional.