El golpazo a Morena

Un presidente que gobierna para sí mismo, apoyado en una agenda personalista y para satisfacer su propio ego y obsesiones, no es lo que el país necesitaba en tiempos de oscuridad. Y ya lo empezaron a ver y a comprobar millones de mexicanos.

Leopoldo González

La crisis en Morena, a partir de lo que ocurre con sus desacuerdos internos y con su reciente derrota en Hidalgo y Coahuila, va a enconarse y a volverse inmanejable.

PUBLICIDAD

Un presidente de la República sin idea de lo que es gobernar, que lo que disfruta enfermizamente es golpear a todos los sectores productivos y vivir de la greña con los intelectuales y analistas que simplemente ejercemos el derecho a la crítica, no puede ser ya un activo de la ola guinda que en 2018 sorprendió al país.

Un presidente que gobierna para sí mismo, apoyado en una agenda personalista y para satisfacer su propio ego y obsesiones, no es lo que el país necesitaba en tiempos de oscuridad. Y ya lo empezaron a ver y a comprobar millones de mexicanos.

Lo que ha destruido del país que teníamos, en términos de instituciones, empleo, desarrollo y una prosperidad relativa, ya se lo están cobrando en memes, puntos de vista discordantes, caricaturas y votos.

PUBLICIDAD

La falta de un férreo control institucional en materia de seguridad pública, con Alfonso Durazo, el peor titular del área que ha tenido el país en décadas, significa cárteles y células delincuenciales hasta debajo de las piedras y más de 70 mil homicidios dolosos en sólo 23 meses de gobierno.

La falta de políticas adecuadas para proteger el empleo y crear nuevas oportunidades de trabajo, para fortalecer a la planta productiva y evitar una caída de más del 11 por ciento de la economía en 2020, como lo prevé INEGI, explican el desastre que se negaban a ver y a creer millones de mexicanos.

Las más de 66 mil mentiras presidenciales, o “afirmaciones no verdaderas” que ha documentado Spin, de Luis Estrada, también explican el derrumbe de Morena.

La gente no siente que el país haya cambiado ni que esté cambiando, como se le prometió en prédicas y arengas durante más de quince años. Siente, sí, que está empeorando.

El chairo, el fanático y el sectario, que casi todo lo miden con la vara de la creencia o la fe, pero sin el vuelo sustancial del conocimiento y la idea, seguramente seguirán difundiendo y defendiendo en falso ´la labia´ que les suministran las mañaneras. Peor para ellos: las fantasías pararreligiosas y políticas casi siempre terminan mal.

Ese país de la memoria reciente, que no ha archivado aún la memoria remota, y al que a veces sólo sostiene la fuerza del instinto, con una vaga esperanza, es el que ha comenzado a despertar del breve letargo ideológico del obradorato. Así lo muestran las cifras electorales de Coahuila, donde Morena no ganó nada, y las de Hidalgo, donde ganó muy poco.

Eso, desde el domingo en la noche, tras conocerse la debacle electoral de su partido, es lo que trae al presidente de la República mal y de malas, desencajado y molesto, desencantado e irritable.

Por ello ordenó, como mal perdedor y con la presión alta -tan alta que asustó a los médicos que le pagamos con nuestros impuestos: “Apresúrense a desconocer los resultados en Hidalgo y Coahuila”, dando tres manotazos frente a cuatro de sus colaboradores.

Esa, la del 19 de octubre de 2020, día del aniversario luctuoso de dos antípodas: Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas del Río, quedará registrada como la noche en que el teatro y la popularidad comenzaron a venírsele abajo a López Obrador, luego de que Morena fuera borrado en uno y quedara como pírrica minoría en otro Estado de la República.

Esa misma noche, como mal perdedor, denostó al INE y en las sombras de Palacio lo acusó de complot para intentar debilitar a Morena, como si el partido Morena no se bastara a sí mismo como adversario de sí mismo.

El que es mal perdedor no es un jugador leal y confiable o, lo que es lo mismo: es mal jugador. ¡No hay de otra!

Frente al principio de aceptabilidad de la derrota que distingue y da brillo a los verdaderos demócratas, López Obrador opone la intolerancia y la no aceptación de la derrota, que distinguen a los impostores y autócratas de todos los tiempos.

Con estos antecedentes, y sumando las rabietas y berrinches electorales de los años y comicios anteriores, que en su conjunto describen a un falso demócrata y a un político disfuncional, ya podemos imaginar de lo que sería capaz frente a una revocación de mandato o una elección que le fuesen adversas.

Imaginar algo que puede ocurrir en la vida real es mejor para todos, porque la intuición de lo que puede llegar a ocurrir mañana, realmente podría ayudar a impedir que ocurra lo peor.

Pisapapeles

“Los muertos que vos matáis… gozan de cabal salud”, dice el refrán. En primera instancia, dudo que el PAN, el PRD, el PRI y MC gocen de cabal salud, debido a que les falta trascender sus fronteras de partido: ojalá lo logren. La hazaña que ocupa nuestro país es del tamaño de la República.

leglezquin@yahoo.com