La Guadalupana

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

Luis Sigfrido Gómez Campos

 

PUBLICIDAD

Mañana martes 12 de diciembre se celebra un año mas del día de la aparición de la virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac al indio Juan Diego. El mundo católico latinoamericano se pone de fiesta y festeja a su emblema más preciado, el símbolo de unificación de todos los nativos de estas tierras que fueron conquistados y catequizados principalmente por los españoles teniendo como armas la espada y la cruz.

Sea como fuere, los indígenas propietarios originarios de estas tierras fueron sometidos, despojados y convencidos de militar en las filas de una religión impuesta por los conquistadores por medio del milagro de la aparición de nuestra señora de Guadalupe, la virgen morena.

Hay quien se entretiene desmitificando las apariciones de la virgen y buscando razones respecto de los motivos que debió tener el clero católico para encontrar este elemento de unificación nacional muy necesario para “domesticar” a los miles de indios que veían con recelo a los hombres rubios y barbados que acabaron con su civilización. Yo no soy de esos. Esos juegos racionalistas me parecen ociosos si partimos de la idea de que las creencias religiosas se basan en dogmas fe.

PUBLICIDAD

Ahora bien, el principio marxista de que la religión es el opio de los pueblos, es una idea fundamental, piedra angular del pensamiento de Carlos Marx que sirve para entender racionalmente el desarrollo de la humanidad sobre la base del materialismo histórico y explicar la teoría del socialismo científico. De acuerdo a esta teoría, las religiones no son otra cosa más que parte de la superestructura ideológica de la sociedad, las cuales han servido sólo para mantener las distintas formas de explotación que ha vivido el hombre en el transcurso de la historia. Por lo tanto, los seres humanos no deberíamos creer en ninguna religión, porque es a través de ellas como se nos somete ideológicamente y se nos explota. Todo esto, en una apretada síntesis de lo que más o menos sostiene esta corriente de pensamiento.

Luego entonces, de acuerdo con lo anterior, ¿todos los millones de mexicanos que se han acogido a la fe y creen con fervor en la virgen de Guadalupe, no son sino simples sujetos que viven alienados por el opio de la religión que los mantiene como víctimas de la explotación? Pienso que todo esto no es suficiente para explicar las cuestiones de la fe y la necesidad de los seres humanos de asirse a algo, de creer en algo que los reconforte y devuelva la esperanza en este mundo lleno de perversidad.

Si bien es cierto que la virgen aparece en el momento preciso cuando se le necesitaba para convencer a los nativos recelosos y dolidos por la conquista brutal que los sometió con la espada del conquistador, con el tiempo llegó a convertirse en un elemento de unificación nacional y de fe en donde solemos refugiarnos cuando tenemos necesidades espirituales. ¿Qué harían los humildes, los necesitados, los desprotegidos sin contar siquiera con la esperanza de los milagros de La Guadalupana?

La virgen de Guadalupe, la reina madre de todos los mexicanos, está en cada rincón de la geografía nacional, no existe hogar de mexicano humilde sin su imagen de la virgen morena con al menos una veladora encendida. Don Miguel Hidalgo y Costilla, cuando convocó al pueblo a levantarse en armas en contra de la corona española, lo hizo con un estandarte de la virgen de Guadalupe y gracias a ello miles de indígenas se unieron a la lucha por la independencia de México.

La religión no sólo opera como instrumento de dominación, sino que también es un elemento espiritual necesario para reconfortar las almas sencillas en los momentos difíciles de su existencia. Sin esta parte, el ser humano está solo frente al mundo, frente a los sistemas políticos que organizan la vida de la sociedad bajo esquemas puramente utilitarios. El ser humano, además de materia es espíritu que requiere también su alimento para mantener viva la llama de la esperanza.

“Todo se lo debo a mi manager y a la virgencita de Guadalupe”, fue una frase que hizo famosa el famoso campeón mexicano, Raul “El Ratón” Macías, cuando obtuvo el título mundial de los pesos gallo de la Asociación Mundial de Boxeo en 1955. Desde entonces, muchos deportistas han pronunciado esa frase reconociendo que más allá de los méritos personales, siempre está presente en todos nuestros actos la virgen morena.

Hace algunos años el episcopado mexicano utilizó el lema “Todos los mexicanos somos guadalupanos” para difundir la fe católica, si bien es cierto que esto es una exageración porque no todos los mexicanos son necesariamente guadalupanos, sí podemos afirmar que el pueblo de México es mayoritariamente guadalupano. En 1910 el 99.5 % de los mexicanos eran católicos, pero en la actualidad el 82.7 %, poco más de 74 millones 600 mil mexicanos aproximadamente se reconocen católicos, y un poco más de esa cantidad se dicen guadalupanos.

Mañana es 12 de diciembre y México está de fiesta. Somos un pueblo guadalupano y la virgen morena es indudablemente un símbolo de nuestra identidad nacional.

luissigfrido@hotmail.com