La guerra y el feminismo

Pero no dejo de advertir que en muchas ocasiones la agenda de los temas de interés se satura de asuntos interesantes que requieren algún comentario y no pueden dejarse para otro día.

PUNTO NEURÁLGICO

Luis Sigfrido Gómez Campos

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Hace algún tiempo un buen amigo me dio el sabio consejo de que en esta columna periodística no tratara dos o más temas al mismo tiempo, que una colaboración en la sección editorial de un diario debía, entre muchas otras cosas, tener claridad en cuanto al tema que se aborda. Este y otros “tips” me dio. Yo he seguido su consejo porque, en mi caso, sí creo que no domino esa técnica que algunos columnistas manejan con maestría.

Pero no dejo de advertir que en muchas ocasiones la agenda de los temas de interés se satura de asuntos interesantes que requieren algún comentario y no pueden dejarse para otro día.

La guerra, que nos debería tener preocupados a todos por las atrocidades que conlleva, está clavando sus garras en las entrañas del antiguo territorio de la URSS, en el corazón de Europa. Rusia, que dice tener sus razones, ha determinado invadir Ucrania, que a su vez alega que tiene derecho a una vida independiente y soberana.

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Por otra parte, mañana martes se conmemora el día internacional de la mujer y, mientras los colectivos feministas se preparan para la protesta por el agravio permanente a sus derechos, la violencia y los feminicidios, los gobiernos resguardan los edificios públicos con vallas infranqueables de acero para evitar el vandalismo sobre sus muros.

Son dos de los grandes temas de la agenda pública aparentemente sin conexión, pero algunos dicen que si las mujeres gobernaran los principales países del mundo, se evitarían las guerras. En fin, no es mi propósito conectar estos asuntos, sino destacar su importancia en estos momentos de grave crisis y exponer mi modesta opinión al respecto.

Ya hemos dicho, recordando la canción pacifista de Mercedes Sosa, que la guerra es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente y que por tanto solamente le pedimos a Dios que nunca nos sea indiferente.

Y es que, no obstante, el horror que representa la guerra, un gran número de cibernautas se da vuelo compartiendo imágenes relativas a esta conflagración que consideran ingeniosas. Bellas mujeres portando uniformes militares y armamento sofisticado, sugiriendo que son ucranianas, son exhibidas con comentarios humorísticos o lascivos, de manera similar a como se compartían las imágenes de las mujeres deportistas en las justas internacionales. El horror de la guerra pasa a segundo término para dar paso al humor grotesco: “que me manden 20 de esas chavas y les mandamos 200 de Tlajomulco que esos sí son Warriors”, dice un comentarista de WhatsApp. Y lo peor de todo es que este tipo de mensajes, en muchas ocasiones, se hacen virales. Tal es el grado de estupidez que prevalece en las redes sociales.

Refugiado en la libertad de expresión el cibernauta puede decir estupideces y rebatir con faltas de ortografía al académico más respetable. En ese contexto, los mensajes insulsos respecto de la guerra y la violencia hacia las mujeres se multiplican y ocupan el mismo espacio de los temas dedicados a la información y la reflexión seria y razonada.

Es cierto que en la actualidad existe un gran avance en cuanto al grado de conciencia y participación de las mujeres en la defensa de sus derechos; pero los rezagos en la materia siguen siendo enormes. La violencia hacia las mujeres y los feminicidios se multiplican y el grado de impunidad es muy alto, por lo que los reclamos airados de los colectivos feministas el día internacional de la mujer, tienen cierto grado de justificación.

Hay quien trata de justificar la violencia hacia las mujeres diciendo que los hombres también son objeto de violencia y ellos no se rasgan las vestiduras ni salen a protestar y hacer pintas por que no se castiga a quienes violentan sus derechos. Eso es una falacia tonta. Nada justifica la violencia que se ejerce en contra de las mujeres; nada justifica que te desaparezcan a una hija o a una hermana o que la maten. Toda consigna de exigencia para mitigar y acabar con la violencia hacia las mujeres es plenamente válida. Mientras exista un agresor machista que no entienda la legitimidad de las luchas feministas, toda manifestación de protesta estará plenamente justificada.

La guerra, la violencia, los feminicidios y la violación son temas con los que no se debe jugar ni hablar con ligereza.

Un comentarista, en la aplicación Tik Tok, al referirse al despliegue de tropas de la OTAN en diferentes partes de Europa, y a que Rusia ha amenazado con destruir los 32 satélites militares que proveen el GPS a todas las tropas de tierra y aire de ese organismo internacional, decía que “las cosas se van a poner sumamente interesantes”.

Cuando está amenazada la paz del mundo, un comunicador no puede decir que las cosas se están poniendo interesantes. De igual manera, cuando se habla de violencia hacia las mujeres, de feminicidios o de la violación, toda persona debería tratar el tema con respeto o guardar silencio, ya que existen muchas familias que han sufrido alguno de estos agravios sin que se les haya hecho justicia.

luissigfrido@hotmail.com