PUNTO NEURÁLGICO | A la mitad del camino

El cambio radical de dar prioridad a los sectores más necesitados de la población sin privilegiar al sector empresarial para, supuestamente, cuidar las cifras macroeconómicas, es sin duda el cambio más trascendente del presidente López Obrador.

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Luis Sigfrido Gómez Campos

A la mitad del camino cada quién ve lo que quiere ver; es decir, los partidarios del Presidente Andrés Manuel López Obrador verán al movimiento de la cuarta transformación cumpliendo las metas que se trazaron desde un principio, mientras que sus detractores estarán viendo un rotundo fracaso en los objetivos planteados.

En la lógica de la política práctica contienden los prejuicios y valores predeterminados; existe una incapacidad para ver con objetividad los logros. Los trabajos en curso son rotundos fiascos; los ajustes de medio camino son evidencia del desacuerdo y la desorganización que impera.

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Es en este terreno: todo es según el color del cristal con que se mira, cobra una dimensión absoluta la verdad de cada quién. Los odios ideológicos se exacerban y la lucha de clases, en su versión marxista más ortodoxa, se exhibe descarnada.

Este informe de mitad de camino en las actuales circunstancias, después de más de un año de pandemia donde se tuvieron que tomar medidas emergentes de suspensión de actividades prioritarias; medidas que afectaron los índices de productividad y crecimiento y se tuvo que remar contra corriente, luchar contra tirios y troyanos para tratar de entregar buenas cuentas, puede considerarse, para quienes no son adversarios por sistema, como un gran logro.

Para quienes se colocan del otro lado, se minimizan las circunstancias pandémicas y se pone en duda la eficacia de un sistema que prometió una gran transformación de la vida nacional y que no ha logrado resolver ni los problemas más elementales que veníamos arrastrando.

Contra todo pronóstico de los sectores partidarios del liberalismo, la estrategia económica de López Obrador no provocó aumento en el índice inflacionario, ni se detuvo la inversión extranjera, ni aumentaron los impuestos, según datos del propio presidente. Aumentó sustancialmente el salario mínimo y la recaudación fiscal mediante la estrategia de inflexibilidad con las grandes empresas, y se han cumplido las metas de apoyo económico para los sectores más vulnerables.

Nadie puede negar que esta última estrategia de apoyo directo para los grupos que más lo necesitan ha sido el logro que le ha proporcionado un alto índice de popularidad de que disfruta a mitad de su sexenio. Y pudo, además, disponer de estos recursos sin afectar otros rubros de la economía y sin provocar los desajustes económicos que pronosticaban sus detractores.

El cambio radical de dar prioridad a los sectores más necesitados de la población sin privilegiar al sector empresarial para, supuestamente, cuidar las cifras macroeconómicas, es sin duda el cambio más trascendente del presidente López Obrador. Por el bien de todos, primero los pobres, más que un eslogan, es una visión distinta de la realidad que ha logrado conmover la conciencia de los sectores más sensibles de la población.

Sin embargo, se afirma que los índices de pobreza en el país, durante este período, han aumentado. Se cuestiona que, pese a la promesa de meter a los militares a los cuarteles, a este sector se le ha dado un juego político inusitado durante estos primeros tres años de gobierno; que la actual administración federal se ha subordinado a los intereses de los Estados Unidos de Norteamérica en materia de migración, militarizando su frontera sur y endureciendo sus estrategias con los sudamericanos; que tenemos un presidente autoritario y que gran parte de los datos del tercer informe de gobierno, no son ciertos.

Esto es parte de lo que afirman sus detractores. No le creen al presidente. Sin embargo, Andrés Manuel López Obrador, sigue siendo uno de los presidentes que, a la mitad de su sexenio, conserva un alto porcentaje de la población dispuesta a refrendar su respaldo el próximo año cuando se lleve a cabo el ejercicio democrático de la revocación de mandato.

Hay ajustes importantes en el gabinete presidencial para consolidar la segunda parte del proyecto de nación, el cual fue diseñado para realizar una importante transformación de la vida de los mexicanos. El Ejecutivo Federal no contará, durante este período, con la holgura suficiente de respaldo del Poder Legislativo que tiene una nueva composición. La fracción parlamentaria del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), tendrá que negociar con los partidos de oposición cada una de las iniciativas que se presenten.

Los proyectos más importantes de la presente administración están a la mitad del camino y ya han salido a relucir cuales son las cartas fuertes del primer mandatario para la sucesión presidencial. Todo hace suponer, a estas alturas, que el partido mayoritario, Morena, sigue siendo la opción más fuerte para 2024; sin embargo, la figura de López Obrador es, para muchos, lo que mantiene vivo a este movimiento. La oposición le apuesta a que, sin la figura del presidente, Morena de desmorona; pero no se ve por ningún lado el líder con el temple suficiente para ganarle al partido en el poder.

Estamos a la mitad del camino y lo que resulta más que evidente es que vivimos en una sociedad muy politizada y participativa, lamentablemente muy dividida por intereses que parecen irreconciliables.

luissigfrido@hotmail.com