PUNTO NEURÁLGICO | Borrón y cuenta nueva

El sistema penitenciario sirve para readaptar al infractor y reinsertarlo a la sociedad y darle una segunda oportunidad, pero cuando el infractor es de la farándula, como Sergio Andrade, su sentencia es seguir siendo señalado por la sociedad debido a sus errores.

Luis Sigfrido Gómez Campos

El magnífico cantante Rodrigo de la Cadena ocasionó gran polémica en las redes sociales por declarar su admiración y respeto por el compositor y productor Sergio Andrade, quien fue condenado a siete años y diez meses de prisión por los delitos de rapto, violación agravada y corrupción de menores.

PUBLICIDAD

Manifestó que sostiene una relación amistosa vía telefónica e internet con el otrora famoso mánager de cantantes jovencitas, para preparar un nuevo disco de canciones de aquel famoso festival de la Organización de Televisoras Iberoamericanas (OTI). Argumentó que su admiración y reconocimiento se circunscribe al ámbito musical y que él no es nadie para juzgar a alguien que ya fue sometido a un proceso penal y que ya pagó por eso. Algo más o menos así dijo.

Le recriminaron a Rodrigo de la Cadena su falta de empatía con las víctimas de los abusos de Sergio Andrade y él manifestó que no consideraba que su actitud fuera incorrecta; que don Sergio ya había pagado sus cuentas con la justicia y tenía derecho a rehacer su vida.

En el fondo de este asunto está el espinoso tema del sentido de la sanción penal.

PUBLICIDAD

Todo criminal tiene el derecho a, después de haber cumplido una condena, reincorporarse a la sociedad con todos sus derechos; es decir, a una reinserción en el núcleo social en virtud a que, desde el punto de vista del derecho penal garantista, al purgar una sentencia en algún centro penitenciario, el infractor de una ley ha sido readaptado y es poco probable que vuelva a reincidir. Al menos eso dice la teoría.

El fin último de la pena no es castigar al infractor, sino que se le readapte. Reincorporarlo a la sociedad, pero ya sin ese ingrediente criminógeno por el que fue sancionado.

No podemos negar que esta teoría de la readaptación y reinserción a la sociedad tiene su encanto; es decir, que suena padre el decir que cuando meten a la cárcel a los delincuentes no es para castigarlos, sino para darles un tratamiento integral que los convierta en buenas personas y regresen al ámbito del que fueron sacados convertidos en otros seres, con mejores hábitos y bien portados.

Pero sucede que éste es uno de los temas en los que resalta de una manera muy clara el divorcio entre la teoría y la práctica. Al menos en nuestro país el sistema penitenciario no podría cumplir con ese noble propósito de la readaptación debido a que nuestras cárceles solamente sirven, en el mejor de los casos, para encerrar personas. Y el encierro en ese tipo de presidios con que contamos, equivale, indefectiblemente, a un castigo. Pero enfrentar esta cruda realidad es tan triste, que preferimos vivir engañados con la eficacia de la teoría de la readaptación.

Pero regresemos al tema de la reinserción social de Sergio Andrade. Dice Rodrigo de la Cadena que debe ser muy difícil para cualquier artista vivir un linchamiento mediático y que en su concepto el productor y compositor es todo un caballero y un magnífico artista y que su experiencia con él “ha sido gratificante, enriquecedora, luminosa… es un buen amigo, muy admirable…” No deja lugar a dudas sobre el reconocimiento que le profesa.

Por su parte, los conductores de un conocido programa de televisión condenan severamente el regreso de Andrade a su vida en la farándula: de pederasta, abusador, violador y delincuente no lo bajan.

Por supuesto que toda acción delictiva es repudiable. Los delitos que se le atribuyen a don Sergio Andrade fueron y son reprobados severamente por la sociedad. Los abusos sexuales y de manipulación que realizó sobre un número indeterminado de jovencitas menores de edad que soñaban con convertirse en artistas de la televisión fueron ampliamente divulgados. Andrade ya fue sancionado por ello por el sistema penal mexicano.

Ahora bien, ¿es justo que se le siga repudiando por esos hechos?, o cabría la redención y el borrón y cuenta nueva que estipula el derecho penal garantista.

Creo que el estigma social que lleva a cuestas Sergio Andrade no puede borrarse fácilmente. Más allá de lo que diga el derecho penal, no sólo cometió los delitos por los que fue condenado. Todo mundo se enteró con lujo de detalles, corregidos y aumentados, de las perversidades que realizó sobre sus víctimas. Hasta libros se escribieron al respecto.

Sí, la teoría dice que ya compurgó su sentencia y, por lo tanto, ya fue sometido a un tratamiento de rehabilitación que lo convirtió en un sujeto apto para reinsertarse a la sociedad, pero Andrade seguirá siendo señalado por los siglos de los siglos. Eso no está escrito en ningún código penal, pero la gente lo seguirá señalando.

En casos similares, cuando a los hechos delictivos no se les ha dado tanta difusión, quizá el sujeto infractor de la ley pueda evadir el repudio social cambiando su residencia a otra ciudad donde no lo conozcan, pero el caso de Sergio Andrade y Gloria Trevi fue un asunto de resonancia internacional, por lo que, lamentablemente para este protagonista de la farándula, no cabría el borrón y cuenta nueva.

luissigfrido@hotmail.com