PROYECTO SECRETO | ¿A que juegan nuestros legisladores?

Son desastrosos, legislan para permitir la marihuana y prácticas de individuos que tienen desviaciones en su comportamiento contra natura y contra instituciones fundamentales como el matrimonio.

Mateo Calvillo Paz

La actuación de los legisladores es desconcertante, es lo menos que se puede decir. En casos extremos, hay comportamientos absurdos, basta con ver los resultados que ofrecen, los ejemplos escandalosos, como de chicos malcriados, sin educación. Hay comportamientos que ofenden a la decencia y las buenas costumbres, sin respeto a los valores sociales. Hace tiempo que llama la atención el comportamiento de Fernández Noroña quien ya tiene rato en el Congreso.

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Son desastrosos, legislan para permitir la marihuana y prácticas de individuos que tienen desviaciones en su comportamiento contra natura y contra instituciones fundamentales como el matrimonio.

Los conocemos muy bien y su participación en el congreso es predecible.

¿Qué vale un partido político, qué hace en el Congreso, a quien sirve? Los hechos escandalosos o contra la moralidad, la verdad, el Bien Común están a la vista. ¡con qué ligereza han metido mano a la Constitución, como buscan violentarla, manosearla y torcerla.

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No lo reconocen y en sus mensajes y discursos defienden la verdad, el bien contradiciendo a sus hechos.

Obedecer a los jefes, siguiendo línea, sirviendo a una ideología o intereses facciosos, eso es traición a la patria.

Los grupos se constituyen en “aplanadoras”, no para buscar el bien del pueblo sino sus intereses facciosos, llevándose muchas veces entre las pastas el bien del pueblo y de las multitudes pobres, humildes, sufrientes.

No defienden el bien de la gente, aun sacrificando sus intereses particulares. No son valientes y fieles para defender a los pobres, sólo en la retórica. De hecho, su ser y quehacer son de mercenario, de prostituta que se vende al mejor postor. Desde un principio se ve que buscan la curul por el hueso, por las ventajas egoístas que pueden sacar.

No velan por el bien y los intereses de los mexicanos, sino por el del mandamás y sus hordas. Están atentos al “dedito” del gran jefe” para apoyarlo olvidándose del bien objetivo de todos los mexicanos.

Al ver que no tienen la preparación por el estudio, la lectura y reflexión. No se ve el bagaje de conocimientos que hacen falta al legislador. Ya desaparecieron para muchos de ellos las virtudes para entender el bien común y la gravedad de sus decisiones: es tan pobre su formación muchas veces, raya en lo grosero y ridículo.

No debe extrañar la ligereza e irresponsabilidad con que deciden de las reformas constitucionales, del presupuesto y de temas mayores.

¿Cómo es posible que voten en borregada, perdón, en bancada siguiendo línea y obedeciendo al jefe y no por el bien objetivo de México?

La luz de lo alto

Se juegan asuntos muy graves, históricos, el progreso y la paz del pueblo, la vida en el Estado de derecho. Llevan un tesoro en vasos de barro.

El ser de los legisladores es de personas de excelencia, muy dignas, la crema y nata de la sociedad, honorables, sabias, virtuosas. Su figura es extraordinaria, ideal en la sociedad de todos los mexicanos. Es una visión maravillosa. En las elecciones se presentan como las personas más valiosas.

Están obligados a cultivar y difundir los valores universales: el bien, la verdad, el amor, la belleza, Dios. Es su misión maravillosa: olvidarse del mundito de su “yo”, y darse totalmente a servir a la comunidad de todo el país.

Deben de resistir a la tentación de servirse a sí mismos, al jefe de su horda y sacrificar el bien de los mexicanos. Es terrible la lucha en su corazón dividido, mezquino, ambicioso, agitado por las bajas pasiones y la ambición de riquezas materiales y de poder.

No deben andar como burros sueltos o becerros brutos, en total libertinaje, siempre deben conservarse en el orden moral y su imperativo categórico. No pueden brincarse la ley fingiendo al pueblo. No están por encima de Dios (algunos lo hacen en los hechos, se creen demasiado) y sus sagradas leyes, expresadas en el Decálogo y el Sermón de la Montaña.

¿Es demasiado pedir que sirvan a Dios, a la escucha de su Palabra y que caminen rectamente en alianza con el? Por lo demás, estamos en un pueblo católico y ellos son católicos creyentes, a pesar de las poses del liberalismo de Juárez.

En cada asunto, el voto debe emitirse con conocimiento pleno, y la reflexión madura, sopesando los bienes que buscamos y los males colaterales.

Cada partido tiene su ideario, sus valores fundamentales, su identidad y dignidad y no debe ser satélite de un partido mayor, con esclavos, porque traiciona su ser.

El voto es una responsabilidad gravísima, la decisión debe ser libre y razonada. Ellos velan por el bien de México y no por los intereses facciosos de un grupo de poder.

También el pueblo de México debe estar formado por personas de excelencia, ser un pueblo noble, honesto, digno, entregado al servicio de los demás para la grandeza de México. Sin pretender “hacer historia”.

Tenemos el sagrado deber de velar por México para que los legisladores cumplan con su deber más allá de una retórica de falsedad presentándose como santos intachables y en el discurso, haciendo todo a la perfección.

No podemos estar “mirando”, y dejarnos llevar como borregos.