PROYECTO SECRETO | La república de la mentira

vivimos en una republica de ficción, en donde los gobernantes crean la ilusión de un mundo perfecto bajo falacias con premisas falsas.

Mateo Calvillo paz

Cuando los gobernantes construyen sin la verdad objetiva el tiempo los descubre y los pone en evidencia y en ridículo

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Estamos en la República ficción, de la mentira, no de la realidad. El país se construye sobre las afirmaciones huecas, en la enajenación de las personas que mienten. Las mentiras pueblan el país, en esa irrealidad viven quienes no saben distinguir entre la verdad y la falsedad. El mentiroso voluntariamente se evade en ese mundo irreal y arrastra a los incautos que no tienen criterio, que no saben distinguir la verdad del error, la enajenación de la realidad.

Los poderosos son alquimistas construyen mundos perfectos, según su conveniencia. Son falsos dioses que pretenden hacer existir realidades que a ellos les convienen. Por decreto modifican la realidad y las leyes naturales para arreglar las cosas a su conveniencia. Con sus palabras dogmáticas hacen existir los mundos felices y prósperos que ellos quieren “vender” a la gente incauta, confiada.

Son fuertes en la retórica política, son buenos. Tienen conclusiones que son lógicas, pero con premisas falsas, tuercen las leyes de la lógica. Usan frases falaces, son verdaderas en la apariencia, pero falsas en el fondo, así son las afirmaciones de Martí Batres: los que votaron contra la reforma energética son traidores a la patria. Juega con las palabras, debiera decir son traidores a Andrés Manuel y sus fans.

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Cambia su papel de servidor público por el de juez. Como el sumo sacerdote Anás se arroga el poder de juzgar y condenar al inocente, atribución que no es de un funcionario y político.

Claudia Sheinbaum edifica su propio mundo, sin la verdad. También tiene “otros datos”. Las palabras son todo -poderosas y verdaderas en su boca. Llama “hipócritas” a sus adversarios, a la compañía noruega que estudió la línea dorada y dio resultados desfavorables a su gobierno. Supone en ellos actos condenables que son los mismos que ella comete. Al no aceptar la verdad objetiva y universal, se convierte en creadora de un mundo a su medida y a su conveniencia.

En la propaganda del gobierno y de su partido emplean una retórica hábil pero falaz. Por ejemplo, afirman: “el presidente es el único que manda obedeciendo”. Les faltó completar: obedeciendo a sus caprichos porque vive enclaustrado en su mundo y es conocido que no sabe escuchar.

Nos han hecho una cultura política de simulación y engaño. Una gran brecha separa la realidad objetiva de la realidad virtual-política de los discursos oficiales.

Un pecado capital es que nieguen la realidad, los problemas, hacen que perdamos precioso tiempo y que en la vida perdamos piso para enfrentar los problemas y construir un México verdadero, justo, en paz.

La luz de lo alto

El hombre es un espíritu encarnado, se realiza plenamente si atiende a su doble dimensión de espíritu y carne-materia. Su creador grabó en su ser íntimo algo así como su instructivo. Como espíritu, es inteligencia y libertad que se dirigen por valores y principios que se encuentran grabados en las entrañas de la persona. Podemos pisotear las leyes y vivir según capricho, entonces soltamos fuerzas instintivas y primitivas que trastornan todo, chocan entre sí y nos llevan a un caos infernal.

El hombre contemporáneo quiere romper con la tradición y sus valores, las exigencias íntimas del alma, con el código de moral de los antiguos, quiere de vivir en el caos, que es desorden, destrucción y muerte.

Tradicionalmente el ser humano respetaba su naturaleza, las leyes humanas y divinas, respetaba las prohibiciones, tenía palabra y no mentía. Había orden en el universo, no había tanta rapiña y tanta sangre derramada, los gobiernos no mentían con descaro.

No podemos vivir sin la verdad, que es coherencia como proclamaba Andrés Manuel, coherencia entre los dichos de hoy y los de ayer, entre las palabras y la realidad objetiva que se impone. El hombre estaba sometido a la verdad.

Que sus expresiones, aconsejado ahí el Divino Maestro, sean si, si, no, no. Lo demás es obra del Maligno.

Ahora la clase dirigente y todos los hombres se han desvinculado de la verdad y estamos en un relativismo total nada hay sólido sino arenas movedizas.

El que mentía pecaba y tenía vergüenza. Ahora se han sacudido todos esos pesos y mienten impunemente.

La gente vive al margen de la verdad y de los grandes valores universales que son el fundamento de la convivencia social.

Los gobiernos de la revolución han mantenido al pueblo en la ignorancia, en la pasividad mental. No lo han hecho crecer como un pueblo sabio, no lo han formado para pensar y tener un criterio firme. Lo han mantenido postrado, indefenso como un pueblo que se deja engañar y manejar. Después de siglos todavía cambia el oro por cuentitas de vidrio. La democracia de libertades por ayudas y regalitos.

Se ha hecho una cultura de la mentira. La gente ha perdido el sentido de la verdad y viven en la ficción. Los discursos oficiales han perdido pie de la realidad y viven en la enajenación. Hay una lógica en que todo es mentira.