PROYECTO SECRETO | ¿Qué farsa es esta?

México sigue cayendo en un abismo cada vez más grande de corrupción, violencia, sangre y muerte, pues los delitos quedan impunes, no se hace justicia y los gobernantes se hacen de la vista gorda para atender lo que verdaderamente supondría una cuarta transformación.

MATEO CALVILLO PAZ

Es asombroso ver cómo en nombre de las instituciones se protegen crímenes abominables. ¿La gran Transformación es eso?

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Vista panorámica

¡No salgo de mi asombro! No vinculan a proceso al agente de la Guardia Nacional que asesinó a un estudiante de la universidad de Guanajuato.

¡Hasta qué grado de corrupción hemos llegado! “Ya no es como antes”, seguimos cayendo a niveles más bajos de corrupción y de crimen, de descomposición social. No hay moral, no hay Estado de derecho. Se nos derrumba la nación. No hay orden, ni ley, no hay autoridad, no hay nada. Es el régimen del capricho y de la conveniencia. Es el relativismo moral, vamos a la deriva, al choque, al rompimiento y la muerte.

En Morelia y en muchas otras partes hay hermanos asesinados. En Mazamitla, en esa región entre Jalisco y Michoacán donde reina el CJNG, hay tiroteos de la guerra entre narcos. En todas partes la sangre corre sin que nadie defienda al pobre. Es el régimen de la arbitrariedad y el terror, nadie está seguro de la vida ni de nada. El terror domina en México, aunque hay estados donde es más intenso, como Guanajuato, Zacatecas, Michoacán.

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Los criminales delinquen a placer, nada los detiene. Después del crimen siguen sueltos, no pasa nada, no hay autoridad que aplique la ley, la sanción y la reparación de daños. Reina la impunidad, no se hace justicia. “Llevaremos el proceso”, afirman en la Mañanera en el caso de la jovencita asesinada en Nuevo León. Ya después de muerta, ¿para qué? ¿Por qué no ha protegido a los miles de hermanos asesinados cumpliendo con el deber primordial de proteger a los ciudadanos?

Es el caos, como en los pueblos de las películas del Oeste, es la ley de la jungla, la presencia del narco. La ley del más fuerte. Es el desorden, la anarquía. El orden social es un recuerdo y una ficción, el Estado de derecho se desmorona y se lleva en la caída la República, la democracia.

¿En qué país vivimos? Esta situación caótica y trágica es sólo la punta del iceberg. Vemos tantas otras obras de destrucción, de demolición de las instituciones patrias y democráticas, se viola la división de poderes, se niegan los grandes valores que son los cimientos de la convivencia ordenada. La autoridad se cree colocada por encima de la verdad, encerrada en la burbuja de “otros datos”. Se han invertido los valores: primero hay que servir a quien tiene el poder, sus intereses y los de sus fans. No se construye el futuro sobre la justicia, el derecho y la aplicación imparcial de la ley. ¿Qué país estamos construyendo o qué ente terrible y sin nombre?

La luz de lo alto

Queremos el bien de México, de los más pobres. No estamos contra nadie, solo defendemos el orden establecido, las instituciones patrias en la justicia y el derecho. No defendemos ninguna ideología. En lo particular no quiero que me aplaudan porque no quiero sentirme importante. El bien de México está por encima de cualquier individuo y de cualquier grupo faccioso que no sirve al Bien Común por encima de colores, partidos, de la clientela. Queremos tener las autoridades más honestas, lo añoramos en los hechos.

Ah, si el presidente y el círculo de colaboradores y de los fanáticos fueran objetivos y sabios y tuvieran los ojos abiertos al sufrimiento del pueblo, si quisieran escuchar, ver los problemas de frente, aceptarlos con humildad y darle solución. ¿Quién los bajará de su realidad onírica, del mundo de los sueños de ya -sabes-quien a la realidad objetiva que perciben todos los mexicanos con sentido común?

Si supieran bajar de su realidad político- virtual, si rompieran la burbuja de su pequeño mundo en que están cautivos, si salieran de su ideología e intereses mezquinos y egoístas. Pero son soberbios. El primer mandatario no escucha a nadie ni su círculo cercano.

Ah, si supieran lo que trae la verdadera Transformación, pero el presidente necesita curarse de su egolatría, lo que les permitiría la verdadera Transformación de México y hacer historia, pero no como el peor de los presidentes.

Entendería que hay que empezar por renovar a la persona: quitarle lo bestia y hacerlo ser humano.

Hay una obra de conversión, según Cristo, de renovación de la persona, que hay que realizar.

Hay caminos seguros y verdaderos para enderezar el rumbo. En México, los mexicanos creyentes en la Sabiduría de Dios que se hizo uno como nosotros para enseñarnos el camino, la verdad y la vida. Tenemos la sabiduría en la perfección de la ley, plasmada en el Sermón de la Montaña por el Mesías que vino de lado de Dios. El tiene los secretos para hacer un México sin corrupción, el mundo nuevo (que celebramos en la Pascua). Es la sabiduría de Dios y ya estuvo presente en la creación del universo, conoce hasta el fondo del ser humano porque sabe de qué está hecho y que tiene la visión clara de su destino definitivo, del individuo y de los pueblos.

No habrá 4T sin hombres convertidos de sus bajas pasiones al Bien, la verdad, la justicia, el Bien de todos, no sólo del caudillo y de sus hordas. La clase política es corrupta, debe convertirse.

Con los mismos mexicanos corruptos seguiremos produciendo un gobierno corrupto, sin una clase política depurada, purificada, convertida a la fe, la verdad y al Bien Común seguiremos siendo el número uno mundial en corrupción.