SECRETO A VOCES | El fin del hospital psiquiátrico…

Ponerle fin al sistema de atención de pacientes mentales en el hospital psiquiátrico podría ser una buena medida para garantizar la atención de la salud mental en un contexto más amplio, que pueda llegar a pacientes que residen en los lugares más apartados.

RAFAEL ALFARO IZARRARAZ

Todos padecemos trastornos de la mente pasajeros o permanentes lo que implica, en el último caso, la atención especializada. Se entiende en la literatura por enfermedad mental a un conjunto de pensamientos, estados de ánimo y conductas que impide a las personas interaccionar en el mundo que por otro lado es considerado como el “normal”. Los factores que incentivan este tipo de padecimientos pueden ser orgánicos, de violencia, económicos, políticos, sociales, culturales, ambientales o geopolíticos.

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Las enfermedades mentales históricamente son tan antiguas como la humanidad misma. Se hacen visibles desde el punto de vista médico, aunque aún de manera incipiente en la cultura griega, los romanos también la trataron, en la Europa medieval y es en la sociedad industrial en donde se instala por primera ocasión una visión en donde la enfermedad mental se consolida como parte de la salud pública. En México se inicia su atención desde el siglo XIX, pero sobre todo a principios del siglo XX.

En las ciencias sociales es conocida la obra de Foucault sobre este fenómeno. El hospital psiquiátrico más que una estrategia de atención del paciente con trastornos mentales fue un espacio de disciplinamiento social. Como ocurrió con el experimento de la Castañeda en México, los hospitales europeos en los siglos XVII, XVIII y XIX sirvieron para “limpiar” de personas consideradas como “indeseables” y que significaban un trastorno para la ciudad en pleno proceso de consolidación industrial.

La situación cambió sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, en donde la psiquiatría logró independizarse de otros campos de la medicina especializándose en el tratamiento médico, la medicalización, de los pacientes incorporandolos a una vida “normal” de la sociedad. Por supuesto que fueron medidas que en general protegieron a los núcleos de la sociedad mejor posicionados socialmente, a pesar de que con el tiempo se fortaleció la atención hospitalaria como una medida de salud pública.

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El triunfo de que lo mental se asocie con la salud pública tiene como fundamento el poder, pero también el éxito que en los últimos tiempos ha tenido la industria químico-farmacéutica en el tratamiento de estos pacientes, acompañado siempre de la parte ideológica que guía estos éxitos innegables de la técnica médica. Lo anterior, en el contexto de que hemos llegado al fin de la historia y de que el único camino que tiene la sociedad es la sociedad actual, industrial. La aplicación de la microtecnología a funciones cerebrales es un elemento que muy pronto podrá valorarse.

Bueno, como se ha anunciado en la prensa, en los primeros días de abril se aprobó en la Cámara de Diputados reformas que ponen fin al sistema de atención de los pacientes mentales a través de una de las instituciones más antiguas: el hospital psiquiátrico. En México sus antecedentes se remontan al porfiriato y al emblemático hospital de la Castañeda (que no fue el primero, pero sí el más importante) fundado por Díaz durante el año en el que se festejaba el centenario de la Independencia.

La medida puede sorprender, pero no tanto. En el campo de la salud el tema del hospital psiquiátrico de confinamiento de pacientes ha recibido fuertes críticas desde hace tiempo no solamente en México sino en el mundo y particularmente en los países latinoamericanos. El punto de partida es que no han cumplido el cometido original que les dio vida, también se cuestiona que son caros, el presupuesto se va en la administración, existen maltratos, no hay medicinas, no se involucra a la comunidad y la familia, etcétera.

Eliminar a los hospitales psiquiátricos y extender la atención a los hospitales es una buena medida que cae un modelo también cuestionado, pero que de entrada puede garantizar el derecho humano a la atención, medicinas, extendida a varios y no solamente a un hospital, entre otros factores, además de la flexibilidad de los módulos móviles. Será mejor porque si la atención se extiende hacia otros hospitales esto permitirá la atención a pacientes psiquiátricos en regiones y lugares apartados en donde los padecimientos mentales no se atienden debido a la lejanía de los hospitales.

No obstante, lo importante que puede ser esta medida, no olvidemos que al final de cuentas los desequilibrios sociales excluyen a los pacientes de menos ingresos. Es un tema que la autoridad médica federal debe tomar en consideración.