Si tu hijo se ha vuelto más irritable o exigente, el confinamiento puede ser la razón, alerta especialista

El hecho de que los menores no interactúen con sus compañeros y maestros y no acudan a las escuelas podría generar daños psicológicos en ellos

Foto, Víctor Ramírez.

Redacción / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. La falta de interactividad social de los niños, entre ellos y con sus maestros, debido al confinamiento por la pandemia de COVID-19, tendrá como consecuencia a corto plazo “conductas de exigencia y agresividad” en los menores, aseguró el profesor del área de Psicología Educativa de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM, Marco Murueta.

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De acuerdo con el especialista, este tipo de comportamientos ya está presente como cuadros de depresión, desmotivación y ansiedad, provocando una “sensación de dificultad para afrontar las exigencias que se le dan al niño”.

Señaló que una de las actividades primordiales en los niños que cursan la educación básica es la interacción con infantes de su misma edad y con sus maestros. Ante la ausencia de ésta, pueden surgir un sinfín de problemas de maduración.

“Esta parte de la interactividad es importante, pues va estructurando y madurando, el niño va tomando en cuenta otros puntos de vista, la coordinación con los otros y la búsqueda de consensos: la negociación se aprende a nivel de interactividad”, dijo.

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El aislamiento en el que se encuentran los menores de edad ha afectado en los ámbitos educativos, pero sobre todo en la falta de interacción entre niños y maestros, pues “la interacciones en línea no es de la misma calidad”.

El también presidente y fundador de la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología (AMAPSI) destacó que, desde el punto de vista de la salud psicológica, es preocupante que los niños y niñas hayan permanecido aislados durante un tiempo prolongado.

Como resultado en el corto plazo, esta situación provocará “niños tensos con conductas de mayor consumo de comida, bebidas, televisión, juegos y distractores y, en segundo lugar, serán más demandantes y exigentes de atención de los adultos que, a su vez, también están afectados. Serán niños con mayor tendencia a la agresividad, violencia y autoagresión”.

Asimismo, en un futuro se podrá observar un rezago en la maduración psicológica, “como si se mantuvieran más tiempo en una etapa de su vida”, ya que la pandemia ha provocado que sea “un año perdido”.

Retraso académico

Ante el cambio de año escolar, Murueta destacó que a los menores les será más difícil aprender lo que corresponde al siguiente grado debido a la debilidad de contenidos académicos impartidos de manera remota.

Explicó que, debido a “la falta de su propia evolución psicológica por su nula interacción social”, les será complicado tener la capacidad de interés en áreas de aprendizaje. Por ello, criticó que el modelo educativo en línea ante el cierre de las escuelas, pues consideró que “ha sido equivocado, pues en general se acentúa en escuchar y aprender: no hay creatividad e interactividad”.

Esto, aunado a que los docentes no dominan las herramientas digitales y, a pesar de las carencias, “siguen con sus clases, como si fueran de forma presencial”.

“La escuela se disoció de lo qué está pasando, se aisló a los niños y se les enseñan cosas totalmente desconectadas de lo que hoy se vive. (...) El ritmo de avance de los aprendizajes, incluyendo el beneficio de la interacción y convivencia en la escuela, se hará más lento y probablemente menos consistente si los niños no acuden diariamente a tomar clases”, concluyó.