Paulette, 10 años después. Reviven historia de la niña hallada muerta bajo su cama en mini serie

La mini serie documental que se estrenó este fin de semana revivió la historia de la pequeña de 4 años que puso en entredicho a las autoridades y los padres de la menor.

Foto: Twitter.

Redacción / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Hace 10 años, el caso de Paulette le dio la vuelta al mundo y puso en entredicho al sistema de justicia de México: la pequeña de 4 años fue reportada como desaparecida y la familia impulsó una campaña mediática que llegó a todos los rincones del país para pedir la aparición de la niña, sin embargo, el cuerpo fue hallado en su habitación, envuelto en una sábana entre el colchón y los pies de la cama.

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El caso es uno de los más polémicos en la historia policiaca de México, pues, de acuerdo con las conclusiones de las autoridades, la niña nunca salió de la habitación donde fue encontrada, lugar por el que pasaron peritos, perros entrenados, investigadores y reporteros, pues la mamá, Lisett Farah, concedió entrevistas a televisoras sentada en la misma cama donde días después fue hallado el cuerpo, debido a los fétidos olores que desprendía por el proceso de descomposición.

Una década después, el caso resurge en la sociedad mexicana a través de la mini serie documental de Netflix que se estrenó este fin de semana y que está basada en el controvertido caso de la misteriosa muerte de la pequeña.

La producción de la plataforma de streaming, titulada Historia de un crimen: la búsqueda, narra incluso episodios como las amenazas que sufrió la periodista Lilly Téllez por investigar el caso, y que en la serie es interpretada por la actriz Regina Blandón.

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Otro de los personajes controvertidos que se asoman en la serie está el entonces subprocurador Alfredo Castillo, quien años después llegó a Michoacán como enviado especial del expresidente de México, Enrique Peña Nieto, y que en la práctica tuvo facultades incluso superiores a las del gobernador, según acusaron distintos actores políticos en aquellas épocas.

Dentro de los 6 capítulos que narran la historia de la pequeña se deja entrever que su desaparición involucró dinero, poder, misterio y dudas sobre las conclusiones de la investigación.

El 22 de marzo de 2010 la pequeña de 4 años fue reportada como desaparecida del departamento de sus padres, en una zona exclusiva del Estado de México.

Un día antes, Paulette había llegado de pasar unos días en Valle de Bravo con su hermana y su padre, Maurio Gebara. Al llegar a su casa, su madre, Lizette Farah arropó a las niñas y las preparó para dormir, pero a la mañana siguiente, Erika, una de las dos niñeras, acudió a despertar a Paulette, pero nunca la encontró.

Tras denunciar su desaparición, la familia de la menor, de clase media alta, inició toda una campaña mediática para encontrar a la niña y la noticia ocupó los titulares de todos los medios de comunicación.

La familia aseguró que Paulette no pudo haber salido sola de casa, pues tenía una discapacidad motriz y de lenguaje, por lo que llegaron a afirmar que se trató de un robo, pero no había cerraduras, ni accesos forzados.

Los 9 días posteriores la casa de Paulette se llenó de investigadores y peritos que visitaron el lugar, incluso con perros entrenados para encontrar indicios sobre la ubicación de la niña, así como periodistas que entrevistaron una y otra vez a Lisett Farah, pero nadie se percató de que la niña siempre estuvo ahí.

El 31 de marzo fue encontrado el cuerpo debido al olor que emitía por el estado de putrefacción que presentaba. El hallazgo puso en entredicho el trabajo de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México, encabezada por Alberto Bazbaz y por el subprocurador, Alfredo Castillo.

Tras la autopsia, Bazbaz informó que la menor falleció por “asfixia mecánica por obstrucción de fosas nasales y comprensión toracoabdominal”. El análisis del forense concluyó que el cuerpo no presentaba huellas de violencia física o sexual y que la niña se habría desplazado “por sus propios medios” sobre el colchón hasta caer accidentalmente en el espacio de los pies de la cama, donde murió.

Tras las conclusiones de la Procuraduría surgieron preguntas que, a 10 años del caso, no han encontrado respuesta clara: ¿cómo es posible que los peritos peinaran la casa sin encontrar a la pequeña si se encontraba bajo su cama? ¿La madre y las niñeras tampoco la vieron, a pesar de que dijeron haberla buscado por todas partes? ¿Estaba allí, bajo el colchón, mientras pasaban por la habitación cámaras y periodistas, mientras la madre concedía entrevistas pidiendo ayuda para encontrarla justo encima de su cuerpo?

Alberto Bazbaz, Alfredo Castillo y Lizette Farah estuvieron en la mira de todo México una vez que fue encontrado el cuerpo. Incluso, la madre fue considerada como la responsable, por lo que fue detenida junto con el padre de la niña y las dos nanas. Al final, todos quedaron en libertad, al concluir que la muerte de Paulette se trató de un accidente.

En el caso de Lizette, fueron sus constantes entrevistas con la prensa las que la llevaron a caer en contradicciones, además de que ella tenía un trastorno de personalidad, por lo que siempre se comportó de una manera inusual, no lucía desesperada, no lloraba y su expresión corporal no correspondía al de una madre que vive dicha situación.

El procurador mexiquense fue duramente criticado por su papel en la investigación. Su conclusión final fue que “la posición en la que fue encontrada la menor corresponde a la posición en la que falleció”, es decir, que el cuerpo no fue movido en ningún momento.

Además, aseguró que “no existían lesiones u otros indicios relacionados con la muerte, ni que indiquen maniobras de defensa por resistencia previos al fallecimiento”, ni evidencias de que la “oclusión de orificios nasales fuera producida por otra persona”.

La investigación concluyó que el deceso de Paulette ocurrió entre la noche del 21 de marzo, cuando llegó de las vacaciones en Valle de Bravo, y las primeras horas de la madrugada del 22 de marzo, día en que se presentó la denuncia por su desaparición.

Además, su cuerpo “no fue manipulado después de su muerte”, por lo que la indagatoria cerró sin ejercer acción penal contra persona alguna. Siete años después, Paulette por fin pudo descansar en paz. Una vez que terminaron las investigaciones y que las autoridades consideraron que el cuerpo ya no era objeto de prueba, los restos de Paulette fueron cremados.