Angamuco, rompecabezas en construcción

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Foto: Eduardo Alonso. En 2010 se realizó un escaneo con láser LIDAR.

El Universal/La Voz de Michaocán

Ciudad de México.  "Completamente en shock y consternado", así describe el arqueólogo estadounidense Christopher Fisher su reacción al ver la manera como el mes pasado, de un día para otro, medios de todo el mundo, en especial de México, replicaron la noticia sobre el hallazgo de un"Manhattan" en Michoacán.

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No era la primera vez que la investigación que encabeza desde 2007 en un sitio escondido cerca del lago de Pátzcuaro llegaba a las páginas de los medios, tampoco era la primera vez que utilizaba la comparación con la ciudad neoyorkina en un foro público para dar una idea de la extensión que abarca ese sitio prehispánico que bautizaron como Angamuco.

Esta comparación la he utilizado siempre para dar a la gente de Estados Unidos una idea de la extensión, para que pensaran en la cantidad de cimientos que hay en Angamuco, en una escala de urbanismo. Hay más o menos la misma cantidad de cimientos de edificios bien preservados en ese sitio prehispánico que en la isla de Manhattan, pero aquellos cimientos son de casas sencillas, de gente ordinaria; la comparación buscaba recalcar el número de cimientos que hay, pero no es una comparación en términos de densidad de población", aclara vía telefónica el investigador de la Universidad Estatal de Colorado.

El arqueólogo explica que la investigación en el sitio apenas comenzó, por lo que la información que tienen sigue siendo muy parcial. Lo que sí tiene claro es que la población que habitó esa antigua ciudad purépecha fue 16 veces más pequeña que la de Manhattan: "En Manhattan hay 1.6 millones de habitantes, en Angamuco creemos que pudo haber entre 92 y 100 mil habitantes, pero solo si esos edificios hubieran sido ocupados al mismo tiempo, lo cual no fue así", enfatiza el arqueólogo al explicar que la comparación que tanto llamó la atención en los medios se desvirtuó y se sacó de contexto.

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En 2010, Fisher y su equipo conformado por arqueólogos de México, Estados Unidos, Canadá y Europa, realizaron un escaneo con tecnología LIDAR, que les permitió detectar una gran cantidad de estructuras ocultas entre la vegetación. Fue a partir de ese mapeo que ahora tienen una idea de las dimensiones de este espacio urbano que se extiende en un terreno de 26 kilómetros cuadrados. Los arqueólogos calculan que hay unas 39 mil estructuras, la misma cantidad que habría en Manhattan, pero en Angamuco la mayoría se trata de cimientos de pequeñas casas habitación, muros de contención, terrazas de cultivo, caminos, y dos yácatas (basamentos piramidales). Además, no todas esas estructuras fueron construidas y ocupadas en un mismo momento.

De acuerdo con los arqueólogos, Angamuco se habría empezado a construir hacia el año 900 d.C., y pudo estar ocupada hasta 1350 d.C. Pero la historia de cómo creció, cómo se desarrolló y quienes lo habitaron es un rompecabezas en construcción. Incluso el nombre es un misterio. "Lo llamamos Angamuco porque cuando empezamos a documentarlo no teníamos idea de qué sitio es, no sabemos cómo se llamó, cómo lo llamó la gente que lo habitó", explica el arqueólogo jalisciense Rodrigo Solinis-Casparius, quien colabora en el proyecto y que cursa un doctorado en la Universidad de Washington.

El arqueólogo detalla que el sitio fue localizado mientras realizaban un proyecto más amplio que contemplaba entender el desarrollo de la cuenca de Lago de Pátzcuaro en tiempos prehispánicos. Para documentarlo buscaron referencias o menciones del lugar en las fuentes etnohistóricas de Michoacán, pero no encontraron mucho y en los mapas antiguos tampoco había mayores indicaciones sobre la existencia de algún sitio en esa área. Al final, cuando registraron el proyecto en 2009 ante el Consejo de Arqueología del INAH, bautizaron a esa ciudad como Angamuco, nombre que tomaron de un mapa novohispano que dejó fray Pablo Beaumont sobre los territorios purépechas. "En este mapa hay algunos asentamientos, hay uno que aparece en ese sitio y lo nombra Angamuco, de ahí tomamos el nombre", dice el arqueólogo. Agrega que la escasez de información en las fuentes documentales se debe posiblemente a que a la llegada de los españoles la ciudad ya había sido abandonada.

Según los arqueólogos, esta ciudad prehispánica floreció mucho antes que Tzintzuntzan, que era la capital del imperio purépecha a la llegada de los españoles. Ambos sitios son cercanos, pero aún no se atreven a establecer la relación que habrían tenido. "Seguimos trabajando para saber lo que pasó en esa ciudad, cuándo vivieron ahí, cuántos vivían ahí, cómo vivían, es todavía un rompecabezas", dice Solinis-Casparius.
Muchas preguntas, recalca Christopher Fisher, solo se responderán con excavaciones arqueológicas, un trabajo que últimamente han realizado por temporadas de dos meses cada año y que les tomará todavía varios años de investigación.

Serpientes, fieles guardianes del sitio arqueológico

Lagunillas, Michoacán. El malpaís está rodeado de encinos; hay solo algo de tundra y es habitado por colonias completas de serpientes de cascabel que pareciera son las fieles guardianes de Angamuco.
El terreno amarillento de la llanura seca y el salpicado del rojo y café de los encinos, son, junto con una parte carretera y una vía ferroviaria, de lo poco que se apreció durante un recorrido de EL UNIVERSAL a la zona.

Dista unos 58 kilómetros de la ciudad de Morelia. Se encuentra a las afueras de una comunidad de Fontezuelas, aunque el terreno colinda con los municipios de Tzintzuntzan, Pátzcuaro, Huiramba y el mismo Lagunillas.

El ejido pertenece a la comunidad de Fontezuelas, Lagunillas, revelan documentos oficiales de 1942, en poder del comisariado ejidal, José Gabriel Luquín Velgara.

Para poder llegar se necesita la orientación de un lugareño, pues entre las veredas y las interminables cercas de piedra que dibujan el horizonte de los agostaderos y pastoreos, hacen de ese terreno de 900 hectáreas, un laberinto. A la vista no hay un solo vestigio de la zona arqueológica en exploración. El relieve más pronunciado en ese campo es el de un desgajado cerro que orienta sus desgastadas cúspides hacia la caída del sol. Tampoco se aprecian excavaciones.

Por las mañanas, el malpaís también es poblado por las vacas y bueyes de los ejidatarios, pero no más. Los únicos empedrados de material volcánico que se asoman son los de las oscuras cercas divisorias. Nadie de la región conoce a ese asentamiento como Angamuco. "El malpaís donde trabajaron los arqueólogos" es la palabra clave para que los pobladores puedan guiar a un extraño visitante a la zona explorada desde el 2007.

Para los habitantes de Fontezuelas, el terreno ejidal es un edén laboral. Esperan que pronto regresen los "arqueólogos gabachos" para que los contraten como ayudantes, dijo el comisariado. Gabriel Luquín explicó que los pocos maizales y los invernaderos de berries de la zona, son la única fuente de trabajo para la población, por lo que los dólares que dejan los especialistas de enero a mayo, son un buen ingreso para cinco o seis familias por semana.

Luquín Velgara platicó que para ellos es nuevo el interés de los medios en su ejido y hasta se dijo sorprendido porque nunca antes lo habían entrevistado; al menos en los tres años que lleva al frente del Comisariado Ejidal. "Pues hasta ahorita que usted me está entrevistando, pero en realidad tienen ellos (arqueólogos) mucho tiempo entrando y sí, hace tiempecillo nos decían que había ese programa de investigación y hacer su tesis; más que nada investigar la tierra".

Gabriel Luquín, conoce muy bien la zona, ya que es uno de los ejidatarios de ese terreno y describe que el clima es de muchas heladas gran parte del año y en esta época, un "calor insoportable" por las tardes.

Detalla que es un terreno poco fértil para cultivo, por lo que el pastoreo es el uso que le dan los ejidatarios, además que así se los permite exclusivamente el documento de propiedad. Pero a decir de Luquín Velgara, para los habitantes de Fontezuelas la pregunta es: "¿Cómo supieron que debajo de nuestros terrenos estaba sepultada una zona arqueológica?".