Autodefensas toman el control de un pueblo en Guerrero, al estilo Colombia

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Redacción / La Voz de Michoacán

Guerrero. Los viejos tiempos que se creían superados en México han vuelto y de manera violenta y sin freno alguno. Un grupo de civiles armados se “rebeló” y tomó por asalto la comunidad de Xaltianguis, alejada unos 50 kilómetros del puerto de Acapulco, en Guerrero. Hicieron su anuncio detonando un coche cargado con cilindros de gas y descuartizando el cuerpo de uno de los dos enemigos caídos, banda que fue expulsada del territorio.

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Ahí hay presencia de las autoridades, pero de nada sirve. No hacen absolutamente nada, más que cuidar las carreteras, sin embargo, el pueblo ha sido tomado, reportan. Los lugareños están refugiados en casa o huyeron como pudieron. La llamada “policía comunitaria” es la dueña de ese territorio, y nada han hecho contra ellos, a pesar de que están fuertemente armados y lo hacen públicamente, abiertamente, frente a marinos y policías.

Tenemos el pueblo prácticamente blindado por el gobierno. En las entradas del pueblo podemos ver al ejército, la infantería de marina y todos los niveles del gobierno apoyándonos en lo que es la protección del pueblo”, alardeó Daniel Adame, el líder del grupo que asumió el control de Xaltianguis y que publica AP.

Las llamadas “policías comunitarias” son un fenómeno que se repite comúnmente en los estados del Sur del país. Los grupos de “autodefensa” frecuentemente han estado acusados de tener nexos con la delincuencia organizada. Guerrero, es una de las entidades que sobresale por la cantidad de grupos dedicados al cultivo de enervantes, y al paso del tiempo han extendido de manera abrumadora el territorio estatal.

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Las fuerzas federales, aunque quisieran intervenir, están rebasadas. Hay cantidades impresionantes de gavillas de personas que están en los movimientos armados, aunque también se miden para evitar que disparen en contra de civiles que probablemente no están metidos directamente en el movimiento, pero que respaldan las acciones.

Si bien los homicidios disminuyeron un 36 por ciento en los primeros tres meses del año, la violencia en general sigue incesante. Nadie puede detener los hechos que se presentan. Ahora, son grupos paramilitares los que están haciendo “justicia” por su propia mano. Se dicen luchar contra el robo de combustibles, las minas de oro y desde luego, las rutas para mover químicos. La guerra nuevamente es por el negocio de enervantes y drogas.