Jóvenes se unen al crimen organizado por admiración y no por carencias económicas

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Foto: Especial. El fenómeno debe ser estudiado desde una perspectiva integral, señaló en investigador Antonio de Jesús Barragán.

Redacción / La Voz de Michoacán

Ciudad de México. En México miles de jóvenes y niños son utilizados por el crimen organizado para cometer delitos o ser utilizados por grupos delictivos, a los siete meses en promedio, estos terminan torturados, muertos o en la cárcel.

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Antonio de Jesús Barragán Bórquez, doctorante en Desarrollo Regional del Centro de Investigación de Alimentación y Desarrollo (CIAD), declara que el fenómeno que encierra a los menores que se unan a grupos delictivos debe ser estudiado desde una perspectiva integral, ya que de acuerdo a entrevistas que realizó a jóvenes de 14 a 20 años en el Itama, en Sonora, se dio cuenta que los factores sociales y culturales influyen en que los jóvenes tomen esta decisión.

De acuerdo con un estudio se demostró que los jóvenes entrevistados no ingresaron al crimen organizado por carencias económicas, sino por el interés de pertenecer a esos grupos que se caracterizan por la violencia, los lujos, y el estilo de vida que sido marcado por el narcotráfico.

Destacó que es importante entender los procesos de “narcoculturización”, para poder diseñar estrategias que permitan anticipar un perfil primodelincuente.

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Hasta el mes de septiembre, en Sonora, 90 jóvenes entre 15 y 24 años de edad han perdido la vida por armas de fuego de acuerdo a estadísticas de la Fiscalía General de Justicia del Estado (FGJE)

Lo que ellos viven

Un joven de 23 años cumple una condena de 25 años en un penal de Sonora, éste fue enganchado por medio de Facebook para ser enlistado como sicario.

El joven relata “Mis padres se separaron, mi mamá se fue con un señor, mi papá se fue, mi mujer y mis hijos se fueron, mis hermanos se fueron, todos se fueron, me dejaron solo”

“Cuando encontré un anuncio en Facebook, dije: ‘Es para sembrar marihuana, en dos o tres meses vuelvo, pero eso no pasó, todo fue, al contrario. Ellos te dicen que después de tres meses tú vas a bajar, si quieres volver, vuelves, pero no, no me dejaban, al que se iba lo mataban; así de simple, lo mataban frente a nosotros para que viéramos lo que iba a pasar si nos íbamos.

“Yo los miraba con mucho miedo a ellos y me decían: ‘Con ganas cabr...n, con ganas, sin miedo’.

“Me dieron un arma que no servía. A pesar de que el rifle no jalaba, lo hice que jalara y nada más a la persona que me tiraba era a la que yo le tiraba, pero esa vez me tocó la de perder... Salimos vivos, ellos murieron, eran demasiados para nosotros, salían de todos lados, pero a todos los matábamos.

“Después yo me enojé conmigo mismo porque ese rifle no jalaba, yo estaba ahí, sólo sé que salí de ahí, les serví como carnada”, reflexiona.

“Dije: ‘Han de venir estos batos a rescatarme, a lo mejor sí vienen, no pierdo las esperanzas de que esos batos, los que se decían compañeros, los que se decían hermanos (…) volvieran, pero no volvían, no volvieron, nunca me apoyaron, todo lo contrario, me dejaron abajo, por eso estoy aquí [en la cárcel]”.

Lamenta su vida. Soportó ser tratado como esclavo, ser torturador y torturado; además, lo perdió todo: esposa, hijos, familia y amigos... todo se le fue en un segundo.

“Lo que hay en Facebook son puros sicarios de fantasía, puros sicarios de papel. De ahí sales dañado sicológicamente porque miras las torturas que te hacen y le haces a los demás, porque si no las haces te las hacen a ti”, narra.