Nubes creadas artificialmente para intentar salvar la Gran Barrera de Coral

La tecnología actual está muy lejos de conseguir algo parecido a cambiar el clima. Todos los sistemas de “geoingeniería” que se están probando son un sueño lejano de ciencia ficción que, por ahora, no consigue resultados palpables.

Foto: Twitter

Agencias / La Voz de Michoacán

EUA. El gran arrecife de coral se extiende a lo largo casi 3.000 kilómetros de costa australiana, es el hábitat natural de miles de especies marinas y, en las últimas décadas, se ha convertido en un refugio de biodiversidad en peligro de extinción. El más directo y claro culpable es el calentamiento global que ha alterado el delicado equilibrio en el que viven los corales. Un cambio en la temperatura del agua de solo un par de grados inicia diferentes reacciones en las colonias que aumentan el estrés, la pérdida de sus protozoos simbiontes y, finalmente, conduce a la decoloración y a la muerte del coral. La contaminación, un exceso de luz solar o los cambios bruscos de mareas también están contribuyendo al rápido blanqueamiento de lo que algunos llaman el ser vivo más grande del planeta.

En poco más de diez años, en el periodo que va de 1995 hasta 2017, han muerto más de la mitad de los corales del gran arrecife. Los estudios más recientes son alarmantes y nos muestran, a cámara rápida, no solo la muerte de la Gran Barrera de Coral australiana sino, en general, la desaparición de la mayoría de ecosistemas coralinos de todo el planeta. Muchos consideran que este proceso ya es irreversible, pero aún quedan investigadores optimistas que se aferran a un clavo ardiendo, intentando aplicar medidas drásticas y revolucionarias para modificar las condiciones climáticas que afectan al coral.

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La tecnología actual está muy lejos de conseguir algo parecido a cambiar el clima. Todos los sistemas de “geoingeniería” que se están probando son un sueño lejano de ciencia ficción que, por ahora, no consigue resultados palpables. Sin embargo, por algo hay que empezar y los investigadores responsables del proyecto de nubes artificiales para salvar el arrecife australiano insisten en que su desarrollo aún está muy lejos de ser viable a gran escala. De hecho, la propia Nature publica un artículo con un gran interrogante en su titular: “¿Pueden las nubes alteradas artificialmente salvar la Gran Barrera de Coral?”.

Una turbina genera columna de gotas de agua de mar y las dispersa hacia el cielo desde un barco durante una de las pruebas | Imagen Brendan Kelaher / Universidad de Southern Cross, Australia.
Una turbina genera columna de gotas de agua de mar y las dispersa hacia el cielo desde un barco durante una de las pruebas | Imagen Brendan Kelaher / Universidad de Southern Cross, Australia.

Las pruebas iniciales a pequeña escala comenzaron en marzo de 2020, pero es ahora cuando comienzan a hacerse públicos los primeros resultados. El sistema incluye un barco adaptado que recoge agua de mar y la dispersa, mediante trescientas veinte boquillas, formando una nube de gotitas cuya función principal sería bloquear la luz solar y proporcionar algo de sombra refrescante para las colonias de coral que se encuentran debajo.

Antes de echarse a la mar intentando crear nubes de la nada, los investigadores de la Universidad australiana de Southern Cross, realizaron diferentes modelos informáticos que demostraban que su proyecto es viable y es capaz de desplegar efectos positivos para los corales. Una vez en el agua, los responsables adelantan en Nature que, aunque el experimento no fue lo suficientemente grande como para alterar significativamente las nubes, los resultados preliminares en las pruebas en el mar sugieren que la tecnología podría funcionar incluso mejor de lo que sugirieron las simulaciones por ordenador.

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No obstante, crear una pequeña nube de manera artificial ni siquiera es el principal problema al que se enfrentan… después deben averiguar cómo se comportará esa nube y cuántas serán necesarias para obtener alguna influencia palpable. Para ello los científicos utilizaron diferentes sensores a bordo del ferry, varios drones y un segundo barco para monitorear la columna mientras se desplazaba hacia el cielo. No obstante, el comportamiento de estos aerosoles creados artificialmente aún es incierto ya que “el equipo aún no sabe qué esperar de las nubes y el comportamiento de las partículas en esa región ya que la investigación en el arrecife se ha centrado casi exclusivamente en lo que sucede debajo del agua, no en las condiciones de arriba”.

Otro de los grandes inconvenientes del proyecto, incluso si todos los demás factores funcionaran correctamente, es el número de barcos que se necesitarían y el tiempo que deberían estar operando. Los investigadores no dan cifras pero mencionan que se requiere “una flota de máquinas de niebla” que estaría operativa prolongando la vida del arrecife mientras los gobiernos trabajan para eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero…

Es una visión muy optimista de la realidad, pero llegados a este punto (que muchos expertos consideran de no retorno) las opciones para frenar las consecuencias del cambio climático son pocas y, conforme pasa el tiempo, más y más arriesgadas. El panorama no pinta nada bien y los enfoques más urgentes y atrevidos pasan por incluir corales modificados genéticamente más tolerantes a los cambios de temperatura o el control artificial de las estrellas de mar, uno de sus principales depredadores. En este contexto de soluciones imaginativas el proyecto de nubes artificiales es todavía una incógnita y deberemos esperar a que los resultados, debidamente revisados por pares, se publiquen antes de saber si puede resultar de ayuda o si terminaría siendo un gasto enorme sin excesiva repercusión.