Un hallazgo en una cueva de Francia cambia lo que sabíamos hasta ahora sobre los humanos

Según esta lógica, los pedernales desenterrados en ciertas capas de la cueva de Mandrin parecen proceder de humanos, no de neandertales, concluyó Slimak.

Foto: Twitter

Agencias / La Voz de Michoacán

Hace decenas de miles de años, el inmueble más atractivo de Europa era un refugio rocoso al sur de Francia. La cueva de Mandrin tenía todo lo que un homínido podía desear: una saliente rocosa que ofrecía refugio de la lluvia; vistas panorámicas de un valle y de los bisontes y ciervos que pasean por debajo; una ubicación privilegiada en el valle del Ródano, un importante corredor natural que une la cuenca mediterránea con las tierras del norte.

Este apartamento prehistórico era tan deseable que, aproximadamente un año después de que el refugio fue ocupado por los neandertales, un grupo del Homo sapiens se instaló en él. Después de ellos hubo varios inquilinos neandertales y luego otro asentamiento de humanos de la era moderna. Los científicos presentaron estos hallazgos en un artículo publicado el miércoles en la revista Science Advances.

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Más que mostrar cómo los neandertales y los humanos modernos fueron coarrendatarios de la masa terrestre europea a lo largo del tiempo, este descubrimiento hace retroceder la cronología de los primeros asentamientos de humanos modernos en Europa. Los científicos afirman que los primeros ocupantes humanos modernos de Mandrin estuvieron allí hace unos 54.000 años, una época en la que se creía que Europa era principalmente territorio de los neandertales.

Es decir, 10.000 años antes de lo que se pensaba (con la notable excepción de un yacimiento aún más antiguo en Grecia que data de hace 210.000 años). El artículo describe el asentamiento humano basándose en un diente de leche de un humano de la era moderna, así como en herramientas de piedra que parecen haber sido fabricadas por el Homo sapiens.

“Esto es muy interesante y emocionante”, escribió en un correo electrónico Katerina Harvati, paleoantropóloga de la Universidad de Tubinga, Alemania, quien no participó en la investigación. “Este descubrimiento muestra la complejidad de la dispersión de los humanos modernos en el continente europeo y la sustitución posterior de los neandertales”, lo cual ocurrió hace unos 40.000 años.

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Naomi Martisius, arqueóloga paleolítica de la Universidad de Tulsa, quien no participó en la investigación, calificó el descubrimiento de las ocupaciones alternas como “extremadamente intrigante”, pero advierte que se necesitan más pruebas para confirmar que los humanos modernos, o incluso una especie híbrida, fabricaron esas herramientas.

Ludovic Slimak, paleoantropólogo de la Universidad de Toulouse, Francia, y autor del artículo, lleva décadas excavando la cueva de Mandrin. La caverna se abre hacia el norte, donde un viento frío y potente conocido como viento mistral insufla polvo hacia el interior del refugio rocoso.

“A lo largo de milenios, este viento ha traído la arena del río Ródano y la ha depositado en la cueva”, explicó Slimak. “Es una especie de Pompeya, sin eventos catastróficos”. Estas condiciones han preservado la cueva de manera excepcional, lo que le da a Slimak la sensación de que los artefactos de “hace 55.000 años fueron abandonados allí hace cinco minutos”, dijo.

Las arenas de la cueva de Mandrin estaban repletas de herramientas de piedra y era evidente que muchas de ellas fueron fabricadas por neandertales, según los investigadores. “Leo un pedernal como se puede leer un libro”, comentó Slimak. Mientras que los pedernales neandertales son en gran medida únicos, con diferentes texturas y morfología, los individuos del Homo sapiens fabricaban pedernales más estandarizados, dijo Slimak.

Según esta lógica, los pedernales desenterrados en ciertas capas de la cueva de Mandrin parecen proceder de humanos, no de neandertales, concluyó Slimak.

Los escasos restos humanos del refugio se revelaron poco a poco. “Encontramos un diente cada 10 meses”, dijo Slimak. Una vez que los investigadores desenterraron nueve dientes, Slimak le envió los fósiles a Clément Zanolli, paleoantropólogo de la Universidad de Burdeos, Francia, y autor del ensayo.

“Algunos de los dientes eran un poco extraños”, dijo Zanolli. “Algunos tenían características neandertales típicas, pero había un diente que probablemente no era neandertal”. Cuando Zanolli escaneó los dientes con microtomografía para analizar la estructura interna, descubrió que ocho dientes les pertenecían a neandertales y uno era inequívocamente de un humano de la era moderna.

Juntos, los dientes y las herramientas, constituyen “un argumento convincente”, señaló Harvati.

Los investigadores decidieron no extraer el ADN del diente humano después de un intento infructuoso de extraer el ADN de los dientes fósiles de caballo que también se encontraron en el refugio.

En una imagen proporcionada por Metz y Slimak se muestran las puntas neronianas halladas en la cueva de Mandrin, un refugio rocoso del sur de Francia que fue ocupado tanto por individuos del Homo sapiens como por neandertales. (Laure Metz y Ludovic Slimak vía The New York Times)
En una imagen proporcionada por Metz y Slimak se muestran las puntas neronianas halladas en la cueva de Mandrin, un refugio rocoso del sur de Francia que fue ocupado tanto por individuos del Homo sapiens como por neandertales. (Laure Metz y Ludovic Slimak vía The New York Times)

Sahra Talamo, investigadora de la Universidad de Bolonia, Italia, quien no participó en la investigación, dijo que esperaba que el nuevo artículo suscitara debates hasta que se tomara una muestra del material genético de ese diente. Talamo afirmó que entendía que los autores estuvieran preocupados por la destrucción parcial de un resto humano único, pero, subrayó, “la única manera de evitar especulaciones y crear falsas hipótesis es datar el espécimen directamente”.

Aunque los investigadores solo encontraron un diente de humano moderno, dijeron que la presencia de capas alternas de herramientas humanas modernas sugería la existencia de asentamientos múltiples del Homo sapiens en el refugio. Ségolène Vandevelde, arqueóloga de la Universidad de París-Saclay y autora del ensayo, analizó los depósitos de hollín del techo de la cueva para determinar cuándo se encendieron fogatas en su interior. La cantidad de hollín los llevó a descubrir que solo transcurrió un año entre el momento en que un grupo de neandertales se marchó y llegó el de los primeros humanos modernos.

Esos humanos duraron unos 40 años en la cueva de Mandrin antes de abandonar el refugio por razones desconocidas. Los neandertales volvieron a aparecer durante los siguientes 12.000 años, antes de que los sucediera el Homo sapiens, que pasó allí unos cientos de años.

Según Harvati, el nuevo artículo contribuye a que los científicos comprendan cada vez mejor que la migración de los humanos modernos a Europa fue un proceso escalonado y complejo que a menudo terminó en la extinción local. Los humanos modernos no siempre fueron los “ganadores” de este proceso”, escribió.

Martisius espera que publicaciones futuras puedan dar información sobre la vida de los primeros fabricantes de herramientas de la cueva de Mandrin. “¿Quiénes eran? ¿Cuánto tiempo estuvieron en Europa Occidental? ¿Adónde fueron?”, preguntó.

Los investigadores tienen planeado publicar más artículos sobre sus excavaciones en la cueva de Mandrin, y así ocupar su lugar como los últimos de una larga lista de homínidos que encontraron refugio en la cueva.

© 2022 The New York Times Company