‘El juego del Calamar’ no es cosa de niños: serie puede ser riesgosa, advierten especialistas

La perturbadora serie de Netflix puede tener efectos negativos si se ve a temprana edad, alertaron especialistas que recomiendan discreción a los padres.

Foto: Especial.

Yazmin Espinoza / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Es casi imposible que no sepas de la existencia de una serie surcoreana que, desde su estreno en Netflix, se ha convertido en la favorita de la plataforma a nivel mundial. Su nombre es “El juego del calamar”.

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En la serie un grupo de personas con graves problemas económicos encontrará en su camino la oportunidad de salir de la miseria y desgracia en la que se encuentran si participan en un misterioso juego infantil. El que gane podrá llevarse hasta 45,600 millones de wones pero el que pierda, morirá en el acto de un disparo.

Así, brutal, sádica, realista y simbólica, esta ficción de nueve capítulos mezcla los juegos de infancia, la sobrevivencia y la muerte. Su popularidad ha llegado a tanto que ya encabeza las listas de reproducción en todos los países en los que está activa la plataforma de streaming.

Sin embargo, justamente el gran alcance que ha tenido la ha hecho blanco de un sin número de críticas de personas que opinan que, este tipo de propuestas, fomentan la violencia y la normalizan.

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Hwang Dong-hyuk escribió “El juego del calamar” en 2008. Según ha revelado el director, se inspiró en los cómics japoneses como “Battle Royale”, “As the Gods Will” o “Alice in Borderland” Para Hwang, el objetivo de la serie es, ante todo, que el espectador pueda entretenerse. Sin embargo, invitó a profundizar en lo que hay detrás de esta historia.

“Una vez que termines el programa, te puede llevar a pensar, ¿por qué estoy viviendo tan duro, por qué tengo que competir todo el tiempo?, ¿dónde comenzó todo esto y a qué nos lleva? Eso es algo que me gustaría que el público sintiera después de ver la serie”.

Jeong Deok-hyeon, crítico cultural, dijo que "la serie usa juegos como tema, pero a través de los juegos, examina la sociedad y el capitalismo" y que "la razón por la que Gi-hun sigue sobreviviendo no es porque tomó decisiones bien intencionadas, sino por suerte, que es nuestra realidad".


LUZ VERDE, LUZ ROJA

Los juegos que vemos a lo largo de los 9 capítulo de la serie están basados en juegos infantiles tradicionales coreanos de los 70. Uno de ellos, del cual toma el nombre el programa es el juego del calamar el cual consiste en dibujar diferentes formas geométricas (círculo, cuadrado o triángulo) en el suelo, las cuales al juntarse parecen formar un calamar.

Otro juego muy popular en estos días a raíz de la serie es el llamado “Luz verde, luz roja”. El cual consiste en quedarse congelado frente al policía que dice: ¡luz roja, luz verde, uno, dos y tres! En el caso de la serie, este juego tan sencillo y sano termina con los perdedores asesinados por una gran muñeca inflable.

Así, El Juego del Calamar llama la atención desde el primer momento, no solo por la trama sino por los colores que usa. Todos estos elementos combinados han hecho que muchos niños y adolescentes se hayan interesado por la historia, aunque la clasificación oficial de la plataforma de streaming para la serie es "TV-MA", lo que significa que es apta para ser vista sólo por personas mayores de 17 años por su contenido sexual explícito y violencia generalizada.


¿NORMALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA?

“La serie no es mala, de hecho, tiene un mensaje interesante de fondo sobre la situación socioeconómica del mundo globalizado que requiere analizarse con un criterio adulto, el problema es que los niños puedan acceder a ella y reproducir y aprender ciertas cosas en la vida real”, publicó la psicóloga María Teresa Delgado sobre la popular serie.

Y es que, si bien, la serie nos plantea dilemas morales que enriquecen la experiencia porque nos hacen reflexionar sobre la vida, este tipo de reflexión necesita una madurez suficiente y los especialistas coinciden en que el cerebro de un niño aún no está preparado para ello.

“No es una sería para niños, sin embargo, aún que nosotros como padres no se las pongamos queramos o no, están expuestos a ella. A mi hija de 8 años se lo enseñaron en sus clases en línea, en un ‘breack’ que tomaron y todos se quedaron conectados para platicar un niño compartió pantalla y les puso el vídeo. Así que aún que queramos tener control de todo, lo cual es sumamente desgastante, lo ideal es mejor preparar a nuestros hijos para este tipo de situaciones y muchas más que se les irán presentando en el camino”, opinó sobre el tema Arelí Pineda, creadora de la cuenta Maternando y criando.

Explica que, ante esta situación, su familia reaccionó con un acompañamiento para que la pequeña pudiera expresar sus dudas e inquietudes sobre lo que había visto. 

“Le explicamos que si no le gustaba que sus compañeritos pusieran esos videos podíamos aplicar lo que ya hemos aplicado con otros temas: pedir que paren, hablar desde su necesidad "yo no quiero escuchar sobre eso", pedir jugar o hablar de otra cosa, taparse los oídos si no hay de otra, buscar a alguien más para jugar a otra cosa, buscarme a mí o a su papá para aterrizar como se siente o desconectarse y retirarse para buscar otra actividad”.

Destacó que esta no es la primera, ni será probablemente la última vez que su hija sea expuesta a un tema que aún no es apropiado para ella, por lo que considera que es importante siempre tener una comunicación abierta. 

“En lugar de solo prohibirle, me gusta hablar sobre el tema para que entienda el por qué no es momento o no lo puede ver y brindarle herramientas que puede tener a su alcance para afrontar este y todos los temas que vengan”.

Por su parte Sofía, de Mamá entre medios, mostró preocupación acerca de que muchos adultos consideren que es positivo que sus niños vean esta serie ya que “no les pasa nada”.

“Tenemos muchísimo acceso a miles de programas y producciones, unos súper positivos y otros que no serán nuestros aliados. Debemos de pensar y estar al pendiente cuando elegimos para nuestros pequeños, ya que ‘un ratito’ pueden tener consecuencias”.

A esta preocupación se una Melissa Rosales, Psicóloga infantil especialista en Psicología Clínica, quien señala que la viralización hace aún más difícil la tarea de los papás de supervisar el contenido que sus hijos consumen.

“Y es que las raíces a veces no son tan perceptibles; tenemos niños que podrían tener pesadillas y comenzar a tener miedo ante algo que vieron y otros que no necesariamente lo muestran al instante, pero pueden luego relacionarse de forma violencia con otros, repetir trends o modas en tik tok más adelante donde no miden el peligro, repetir patrones de violencia y una de las cosas peligrosas: ser ajeno al dolor de otro ser humano”.

Sin embargo, la especialista aclaró que el ver la serie no sería completamente la culpable de ciertas actitudes violentas en los jóvenes, sino que esto siempre es también resultado del tipo de comunicación que se tenga en casa y los valores con los que vayan creciendo.

“¡Ojo! Con esto no quiero decir que la serie el juego del calamar sea la causante de… sino que, como todo, formaría parte de un proceso, invisible pero sumamente peligroso de normalización de la violencia ante la exposición en un cerebro que no cuenta aún con las capacidades para tomar la suficiente distancia”.

Luego, sabemos que con los adolescentes es mucho más difícil el tema del control y ante la viralidad de la misma serie las cosas pueden ponerse aún más complicadas.

“Seamos honestos, si tu hijo adolescente quiere verla, la va a ver, es por ello que mi propuesta será que la vean juntos y puedan reflexionar sobre esto juntos, haciendo énfasis en la diferenciación entre ficción y realidad; recordando que docentes, padres y comunidad estamos llamados a ser agentes activos de la conformación de valores”, explica la psicóloga.

Y agrega: “Es difícil ser padre y madre en estos tiempos donde la viralidad nos hace confundirnos a nosotros mismos, adultos, entre lo que está bien y lo que está mal; sin embargo, mi llamado es a que esta viralidad no nos haga perder el norte en nuestra función de cuidar y guiar  y en la sensibilidad para saber qué necesitan nuestros niños, y definitivamente en esto de necesidad no entra si ven una serie o no; ellos no necesitan eso, nos necesitan a nosotros como guardianes de su salud mental”.