El origen de los pesebres y villancicos de Navidad

Los populares nacimientos fueron un invento de San Francisco de Asís en el año 1223, tradición que se ha extendido por casi todo el mundo.

Foto: Especial

Redacción / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Los villancicos y pesebres son costumbres que se han mantenido por generaciones en el seno de las familias católicas en esta temporada de Navidad, pero ¿cuándo y para qué se crearon estas tradiciones que permanecen a través de los años?

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Los villancicos se remontan al siglo V y fueron creados con el objetivo de llevar la Buena Nueva a los aldeanos y campesinos que no sabían leer.

Primero fueron llamados ‘villanus’ palabra derivada de ‘aldeano’, nombre que con el tiempo cambió a ‘villancicos’.

Estos cantos populares cuentan el misterio de la Encarnación, inspirados en la teología y la liturgia de Navidad.

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Se caracterizan por el tono sensible y sencillo de sus letras y melodías, que hacen referencia a los sentimientos de la Virgen y los pastores ante la encarnación del Hijo de Dios: el Niño Jesús.

Cantar villancicos es un modo de mostrar la alegría y gratitud a Cristo. Escucharlos ayuda a preparar el corazón para la Navidad.

Origen del pesebre

Tiempo después, en el siglo XIII, San Francisco de Asís y sus discípulos propagaron la práctica de los “belenes” en templos y casas. De esta forma, en la Navidad de 1223 el santo realizó una representación viviente del Nacimiento de Jesús.

Para ello preparó un establo e invitó a las personas del pueblo a hacer una representación real con un pesebre y animales de verdad.

A esta actividad le llamó ‘crèche’, que significa ‘cuna’ en francés, y fue vista por hombres, mujeres y niños que se acercaron a ver la bellísima obra con sus antorchas encendidas.

La idea gustó muchísimo y se empezaron a hacer representaciones en toda Italia.

En los siglos XIV y XV, en Nápoles, se hicieron las primeras figuras que representaban el nacimiento del Niño Dios. Posteriormente, con la llegada a América de los primeros misioneros, estas tradiciones se extendieron aún más.

Los pesebres vivientes o materiales invitan a reflexionar sobre la pobreza de la Sagrada Familia que llama a los fieles a imitarla en auténtica sencillez evangélica, renunciando a los apegos materiales.

En las casas cristianas se sigue escogiendo un rincón especial para ubicar el pesebre dejando un espacio entre José y María para poner al Niño Dios el 25 de diciembre, generalmente a las 00:00 horas.

Con información de ACI Prensa