América Fernández Hace unos días, en uno de mis programas de nutrición, una participante compartió lo que estaba viviendo en casa con su familia. Me contó que, aunque estaba comprometida con dejar el azúcar y la comida chatarra, se le estaba haciendo muy difícil mantenerse firme porque en su casa existe una tradición: cada fin de semana, ella, su esposo y sus hijos se sientan juntos a comer helado o algún postre. Me dijo que, recientemente, su esposo le preguntó si quería helado, y ella, fiel a su compromiso, respondió que no. Su esposo no dijo nada, pero se notó visiblemente desilusionado. Ella se sintió mal. Si comía el helado, se iba a sentir culpable por no ser fiel a su meta. Si lo rechazaba, se sentía desconectada de su familia. Esta historia refleja algo que muchas personas viven cuando inician un cambio de hábitos, en este caso un cambio en su alimentación. Y es que en realidad, no se trata del helado. Ni del pan, ni de la copa de vino, ni de los tacos con los amigos. Se trata de algo mucho más profundo: la conexión. La comida, desde siempre, ha sido una herramienta para unirnos. Nos sentamos a la mesa para compartir más que alimentos: compartimos historias, risas, silencios, pertenencia y presencia. Por eso, cuando alguien rechaza “el ritual”, se puede sentir como un rechazo personal. Pero no lo es. Y aprender a distinguir eso es parte del proceso de sanar nuestra relación con la comida sin tener que afectar nuestra relación con quienes nos rodean. Lo que le propuse a esta mujer fue que cambiara el enfoque: que no rechazara el momento, sino que lo transformara. Puede decir: “Hoy no quiero helado, pero quiero un beso”. “Hoy prefiero comer yogur con fruta, pero vamos a sentarnos juntos y juguemos un juego de mesa". La clave está en mantener la conexión y cuidar nuestros vínculos, sin tener que traicionar nuestros compromisos con el bienestar. Lo mismo sucede con las amistades. Muchas veces, los excesos están ligados a personas con las que tenemos historia. Y no se trata de alejarnos de ellas, sino de cambiar el contexto: “Hoy no puedo salir a cenar, pero ¿te parece si mañana caminamos juntas?” No se trata de dejar que las circunstancias nos arrastren, tampco en rechazarlo todo. La libertad está en el compromiso que hacemos con nosotros mismos, en nuestro poder de elegir, en cuidar de ti sin sacrificar la conexión que es importante para ti. América Fernández. Coach de salud integral y recuperación de la dependencia a la comida. www.americafernandez.comsoy@americafernandez.com