Santa Anna clausura el Festival de Monólogos en Morelia

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Vende patrias, quince uñas, traidor… estos son algunos de los apodos que Antonio López de Santa Anna (1794-1876) ha recibido y de los que, gracias a la magia del teatro, vino a defenderse al escenario del Teatro Stella Inda, en la función de “Dicen que me parezco a Santa Anna ¡Y ni guitarra tengo!” que clausuró el 11º Festival de Monólogos Teatro a una sola voz en su paso por Morelia.

Con las luces de la sala aún encendidas, un tecladista comienza a tocar desde una esquina del escenario, después aparece un vidente que se presenta como Chilacayotl, un hombre desempleado que hace espectáculos espiritistas para ganar unos pesos, pero que ha sido contactado por algunos expresidentes de México, el más necio es López de Santa Anna, quien insiste en que le permita hablar con el Congreso de la Unión para explicar las situaciones que lo llevaron a entregar el territorio nacional a Estados Unidos.

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Sin embargo, aparece ante el pueblo reunido en el teatro; en un cuerpo poco menos agraciado del que tenía en vida, aunque no por ello deja de coquetear con las mujeres del público. Entre sus intenciones, además de la reivindicación, está recuperar la silla presidencial y volver al poder como lo hizo en 11 ocasiones; ya que él no ha sido quien se embelesó más intensamente con el asiento, ahí está Porfirio Díaz, y “Benito Juárez, quien paseó la silla por todo el país para que nadie más se sentara en ella”.

Santa Anna narra su versión de los hechos acerca de la Guerra de Texas, la guerra de los pasteles (en la que pierde una pierna debajo de la rodilla), la venta del territorio de La mesilla, su exilio en La Habana y lo difícil que es estar en la silla presidencial, para lo que incluso subió a un integrante de la
audiencia con tal de demostrar lo complicado que es, “les dejamos la silla y no supieron que hacer con ella”.

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