La cantera y la alfarería, dos pilares más por los que Tlalpujahua vive y brilla

En este Pueblo Mágico sus artesanos también crean bellas piezas con la materia prima que la pródiga naturaleza de la región les brinda.

Fotos: Juan Carlos Huante.

Juan Carlos Huante / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. En el lugar conocido como “El Tapón”, en Tlalpujahua, Adrián Moreno Martínez, “El Güero”, se desenvuelve entre grandes, medianos y pequeños bloques de piedra tosca. Ama su trabajo, el cual realiza a ejemplo del vuelo un águila, con libertad, dice mientras labra con gran habilidad la cabeza de esa ave que es su inspiración.

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La naturaleza es pródiga en esta región del oriente michoacano, también con el barro, que provee de sustento a muchos de sus pobladores, que crean bellas piezas ornamentales de alfarería a base de esta masa blanda y compacta de tierra y agua.

En Tlalpujahua no solo brilla la Navidad permanentemente con su venta y exposición de esferas y otras figuras de vidrio soplado; la cantera y alfarería también son pilares de la economía y atracción turística de este Pueblo Mágico de Michoacán.

ROCA QUE SE TRANSFORMA

La obra que mayor satisfacción le ha provocado a “El Güero”, con 20 años en el oficio, es una réplica de La Piedad de Miguel Ángel, cuya figura original se encuentra en la Basílica de San Pedro, en Roma.

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Desde figuras de imágenes religiosas, columnas, bancas, fuentes para jardín hasta escudos de equipos de futbol, y de varios tamaños, se ven en los muchos talleres de cantera que hay en “El Tapón”.

Alrededor de 300 cantereros, entre 85 y 95 talleres y cerca de 30 bancos de cantera hay en la zona, de acuerdo con cifras proporcionadas por el secretario de Turismo del municipio, Andrés Arredondo.

Son tres asociaciones que aglutinan a los artesanos que tallan la cantera de colores negro, café, blanco, rosa, amarillo, chocolate, gris y rojo; este sector representa el 40% de la población de Tlalpujahua.

Las piezas se comercializan en todo el territorio mexicano, así como en Estados Unidos; los precios varían según el tamaño y el detallado. “El Güero” vendió una grande escultura de Cristo Rey en 28 mil pesos.

EN MANOS DEL ALFARERO

Entre un camino sinuoso, de charcos y lodo por las constantes lluvias de los últimos días, pero flanqueado de frondoso bosque, se llega a uno de los lugares donde el barro cobra forma y color, el taller de Cerámica Colín, en La Estanzuela.

Ahí, Juan Pablo Colín, responsable que continuar con el legado artesanal de su padre, Gustavo Colín, explica que la tierra para formar el barro se extrae a pico y pala para no dañar la naturaleza proveedora de la materia prima.

En la región, cada pieza de alfarería se trabaja ya sea a mano o a través de moldes prefabricados que también han pasado por un proceso artesanal; esta última modalidad predomina en Cerámica Colín, debido a la demanda de producto que tiene.

Dentro de esa bodega terregosa, con objetos aquí y allá, trabajadores extraen de los moldes figuras ya compactas para continuar con el siguiente paso; cerca están dos mujeres, pincel en mano, que detallan minuciosamente los últimos acabados con variadas figuras de ornato, previo a someterse a elevadas temperaturas dentro del horno.

Y, ¿el plomo? El barro de origen tiene componentes químicos naturales de silicio, oxígeno e hidrógeno, además de una gran cantidad de hierro, por eso el característico color rojizo, y para que una pieza de alfarería no represente un riesgo para la salud, la temperatura del horno debe ser la adecuada, por arriba de los 800 °C.

Juan Pablo Colín detalla que en su fábrica los productos se someten a dos quemas: en la primera, la que le llaman sancocho, la temperatura es de 900 °C durante 7 horas, y la segunda de 1,800 °C por el mismo lapso que la preliminar.

El encargado municipal de la dependencia de Turismo, Andrés Arredondo, explica que son cuatro los talleres establecidos: Cerámica Colín, Cerámica ACA, Cerámica Real y Cerámica Estanzuela, y existe una llamada zona alfarera en la comunidad de Santa María.

El mayor mercado a donde va la alfarería de Tlalpujahua es el nacional, pero también tienen envíos a otros países, como Japón, Italia, Estados Unidos, Inglaterra y España.

La calidad del producto es garantía hasta para el más exigente cliente. Por ejemplo, en Cerámica Colín, para que una vajilla de 54 a 100 piezas esté bien y totalmente terminada, se llevan alrededor de un mes.

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