Ángel Fernández, juglar de la crónica deportiva, con la imaginación de un niño que quiso nacer en Morelia

Para “todos los que quieren y todos los que aman el futbol”, Ángel Fernández mantuvo siempre respeto por el idioma, por la palabra, y la salpimentó con la pasión con la que narró “goles de seis cuadras”

Jaime Vázquez

Ángel Fernández Rugama afirmó alguna vez que Morelia era su ciudad natal. En realidad, el célebre cronista nació el 2 de agosto de 1925 en la colonia Guerrero de la Ciudad de México.

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Andrea Fernández recuerda que su padre era un “encantador de conciencias”, con el don de la elocuencia e imaginación desbordante decía historias y cuentos en cualquier circunstancia. Se le ocurrió, comenta Andrea, porque aludía con admiración a los “niños de Morelia” que llegaron a nuestro país procedentes de Burdeos en el Mexique, vapor de bandera francesa, en junio de 1937.

Lázaro Cárdenas escribió al presidente español Manuel Azaña: “El estado toma bajo su cuidado a estos niños rodeándolos de cariño y de instrucción para que mañana sean dignos defensores del ideal de su patria”.

Ángel tenía 12 años cuando el grupo de menores españoles, 456 en total, recibió cobijo y protección en México, en la Escuela Industrial España-México en la ciudad capital michoacana.

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Recibimos al exilio español que mucho enriqueció la cultura, la ciencia, la educación y el desarrollo de México.

Ángel tenía 16 años cuando ingresó como reportero a Excélsior, y en 1954 la XEB le dio la oportunidad de ser comentarista deportivo. Su pasión de entonces era el béisbol, pero su capacidad de improvisación, voz metálica y limpia, su particular manera de transformar el deporte en epopeya, le llevaron al box y al futbol americano.

Al futbol soccer llegó de la mano del equipo América, adquirido a finales de los cincuenta por Emilio Azcárraga. Su voz se asoció a los encuentros en las canchas, los duelos de los gladiadores en pantalón corto.

Y el cine lo contrató como refuerzo para relatar las hazañas de los héroes deportivos. 

En 1961 Miguel Morayta dirige Juventud sin Dios (la vida del Padre Lambert), con Joaquín Cordero como el cura benedictino Lambert J. Dehner, norteamericano que llegó a México en 1947 para fundar una misión en Sahuayo, Michoacán. La narración de los encuentros de futbol americano cuenta con las voces de tres grandes cronistas: Pedro “Mago” Septién, Jorge “Sonny” Alarcón y Ángel Fernández.

Manuel Muñoz dirige dos películas sobre el “campeonísimo”, las “chivas” de Guadalajara. Fernández participa en Las chivas rayadas y Los fenómenos del futbol, ambas de 1962, con la alineación de aquel equipo de ensueño y la incorporación de Manuel Espino, Clavillazo.  

Con el cómico venezolano Amador Bendayán, el “pequeño gigante de la televisión”, se integra al reparto de El pícaro (1964) de Alberto Mariscal, en otra historia futbolera.

Del futbol pasa a la lucha libre y se convierte en cronista del encordado en La mano que aprieta (1964), de Alfredo B. Crevenna, con los ídolos Karloff Lagarde y René “Copetes” Guajardo.  

Aprovechando su faceta de animador de baile, como lo hacía para la televisión en Premier Orfeón y Baile con Vanart, Fernández es parte de El dengue del amor (1965), de Roberto Rodríguez, con Adalberto Martínez “Resortes” y Dámaso Pérez Prado.

Hace mancuerna con “Sonny” Alarcón en Santo el enmascarado de plata vs los villanos del ring (1966), de Alfredo B. Crevenna.

El “estilo inconfundible” de Ángel Fernández es necesario para presentar el cómic de “El Ángel enmascarado”, personaje de José Buil para su película La leyenda de una máscara (1989).

Poeta de la crónica, la afición lo recuerda cuando explicó las letras del alfabeto cirílico en la camiseta de los soviéticos: CCCP. Significa, dijo, Cucurrucucú paloma. En un encuentro de los soviéticos contra Brasil corrigió: “quiere decir: camaradas, cuidado con Pelé”.

Para “todos los que quieren y todos los que aman el futbol”, Ángel Fernández mantuvo siempre respeto por el idioma, por la palabra, y la salpimentó con la pasión con la que narró “goles de seis cuadras”, con la explosiva imaginación de un niño que quiso nacer en Morelia.  

Jaime Vázquez, promotor cultural por más de 40 años. Estudió Filosofía en la UNAM. Fue docente en el Centro de Capacitación Cinematográfica. Ha publicado cuento, crónica, reportaje, entrevista y crítica. Colaborador del sitio digital zonaoctaviopaz.

@vazquezgjaime