Galardonan al maestro alfarero David Hernández en Concurso de Nacimientos Mexicanos 2021

David aprendió el oficio de su abuelo y su padre, quienes ya trabajaban la alfarería y enseñaron a toda la familia. Y aunque había participado en otros concursos locales y estatales, esta sería la primera vez que lo haría de manera nacional.

Foto: Víctor Ramírez.

Ireri Rodríguez / La Voz de Michoacán

Michoacán. La comunidad de Santa Fe de la Laguna estuvo de fiesta en días pasados, pues uno de sus artesanos obtuvo el galardón nacional en el XXV Concurso de Nacimientos Mexicanos 2021; máximo premio obtenido por vez primera, por el maestro alfarero David Hernández Santana, por la creación de su pieza “Arbolito de Navidad”, nacimiento mexicano de cuatro pisos, en la técnica de pastillaje.

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Concursos Nacionales de Arte Popular ¿Qué son?

Año con año, el Fondo Nacional  para el fomento de las Artesanías (FONART) así como CityBanamex a través de Fomento Cultural Banamex dan a conocer las bases de los Concursos Nacionales de Arte Popular, entre los que se encuentran: el Gran Premio Nacional de Arte Popular, Grandes Maestros del Parimonio Artesanal de México, así como el Concurso Nacional de Nacimientos Mexicanos. Estos premios en su conjunto suman una bolsa de poco más de cinco millones de pesos, y tienen como objetivo el promover los valores de la calidad en la creación de las piezas de arte popular; así como la conservación de técnicas ancestrales, además de la incorporación de nuevas tendencias tanto en la técnica como en los diseños.

Emma Yanes Rizo, Directora general de FONART sectorizado a la Secretaría de Cultura Federal, habla acerca de estos concursos nacionales, reiterando que con ellos se busca la celebración de la libertad del pincel, expresada a partir del trabajo dentro de los talleres artesanales; refiriéndose a la abolición de las restricciones de los gremios artísticos, en 1813.

Continuamos escuchando este tipo de discursos paternalistas, desde la parte oficial, en los que a falta de la creación de políticas públicas actuales que abonen al fortalecimiento del sector, se siguen remarcando hechos pasados, como lo fue la extinción de los gremios artesanales a través de la Proclamación del Decreto de las Cortes, el 7 de enero de 1814, y por consiguiente el surgimiento de los talleres familiares. Y no es que no nos guste la historia, sino que a través de ésta, lo único que se muestra es que el terreno sigue siendo llano, y que tanto los artesanos como sus productos de creación, ocupan el último eslabón en la cadena de producción nacional. Para ejemplificar, solo veamos lo que está ocurriendo con los artesanos de Capula, que insisten en la prohibición de venta de las “catrinas chinas”, proponiendo trabajar en conjunto con Wallmart o Costco, pues sus derechos colectivos son nulos, a falta de lobbyist o cabilderos que influyan en miembros claves para que apoyen alguna medida legislativa, favorable a sus intereses.

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David H. Santana y su creación

Al leer la convocatoria sobre el Concurso Nacional de Nacimientos Mexicanos, David Hernández Santana, alfarero de la comunidad de Santa Fe de la Laguna pensó en participar, dentro de la cateogría de barro vidriado libre de plomo de alta temperatura, sabiéndose un maestro experto en este tipo de piezas.

David aprendió el oficio de su abuelo y su padre, quienes ya trabajaban la alfarería y enseñaron a toda la familia. Y aunque había participado en otros concursos locales y estatales, esta sería la primera vez que lo haría de manera nacional. Con dos meses de anticipación, comenzó a planear en su cabeza, un nacimiento de grandes dimensiones, dividido en cuatro partes y con poco más de dos metros de alto, realizó las escenas religiosas, situando en la base de la pieza al niño Jesús con sus padres, en otro momento a los pastores, vistiendo el traje tradicional michoacano, así como algunos borregos acompañados de flora local, como palmeras y orquídeas. En lo alto de la pieza, David pensó que un momento actual podría ser escenificar una posada, con una piñata en forma del virus del Covid, siendo rota por el propio niño Jesús, como alegoría de la necesidad de terminar con una pandemia que ha modificado la vida cotidiana en todo el planeta.

Foto: Víctor Ramírez

La pieza terminada, fue diseñada, cocida y esmaltada en negro dentro del taller familiar “Irekua” ubicado en el centro de la comunidad, a espaldas de la Iglesia.

“Lo más difícil para mí fue personalmente embalar la pieza y conseguir dinero para llevarla a la Ciudad de México en autobús. Ahí una amiga me esperó en la Central y me acompañó a entregarla” Nos cuenta David, pues no se quería arriesgar a enviarla en otro tipo de paquetería, por sus grandes dimensiones.

La pieza obtuvo el galardón nacional y después de ser expuesta junto con todos los nacimientos participantes de la República, en diversas ramas artesanales, en una de las salas museográficas del Ex convento de las Carmelitas, fue adquirida en 25 mil pesos por un coleccionista.

“Este reconocimiento te abre muchas puertas, pues es la mejor obra de todo México, te incluyen en el libro de los grandes maestros mexicanos, que imprime Fomento Banamex”.

“Irekua” significa: Vivir, en lengua purépecha, y es el nombre del taller familiar iniciado por Domingo Herández Gabriel “…somos la segunda generación de alfareros, tenemos nuestro taller familiar con un horno propio y una galería muy sencilla, para que puedan ver los visitantes las piezas que realizamos…” así es como David se expresa sobre su labor, orgulloso de representar a su familia, sabedor de que los conocimientos adquiridos son únicos pues cada pieza es irrepetible “…mi padre hacía muchos personajes, sus rostros no se pueden copiar. De niño me gustaba mucho ver cómo hacía mi papá sus piezas, sus vírgenes. Una vez tratamos de copiar una de ellas pero no se pudo, nos salió diferente porque él era experto en las facciones de la cara”. 

Santa Fe de la Laguna, pueblo alfarero

Perteneciente al municipio de Quiroga, ubicada a 27 kilómetros de Pátzcuaro, la comunidad de Santa Fé de la Laguna tiene historia y abolengo por la destreza de sus alfareros, y también por las maestras cocineras quienes preparan los mejores charales fritos de toda la región. Ahí, a dos cuadras detrás de la iglesia en la calle de Tariacuri, se encuentra “Irekua” este taller alfarero de la familia Hernández Santana, que también es su casa, su galería y el centro de reunión de varios de los artesanos de la comunidad, pues entre ellos comparten quehaceres y buscan que el Instituto del Artesano estatal los apoye con capacitación y viáticos para poder seguir participando en distintos concursos.

“Con Claudia Chávez tuvimos mucho apoyo de turismo, ella trajo grupos de turistas sobre todo españoles, que compraban nuestras piezas. A los turistas les gusta mucho la Virgen de la Salud, que es una de nuestras piezas más solicitadas. Inovamos haciendo una escultura de don Vasco de Quiroga. También la gente se lleva los candeleros y los copaleros que se usan para la Noche de Muertos…” y es que son varios galeristas quienes visitan el taller de David para comprarle piezas, sobretodo de San Miguel de Allende y de Puebla, a donde dirige casi toda su producción.

Foto: Víctor Ramírez

La ubicación de Santa Fé de la Laguna, muy cercana al lago de Pátzcuaro, permite que se pueda conseguir buena arcilla para la elaboración de las piezas. A solo 2 kilómetros del taller se encuentra un banco de arcilla y ahí es a donde se dirige David, junto con los alfareros locales para conseguir la materia prima. Lo que solicitan ahora es que se les capacite en el manejo de distintos esmaltes y colores para la realización de sus piezas; aunque ya son características las realizadas en azul índigo, que le dan un sello distintivo a la comunidad.

¿Qué falta por hacer? “Casi todo. Que las nuevas generaciones se involucren en la alfarería, que le agarren el gusto…” A David le gustaría tener una escuela y así motivar a los niños para que participen en los concursos. Que dentro de las categorías de los concursos estatales, se incluya la infantil, y que se reconozca a estas nuevas generaciones, pues el oficio se ha ido perdiendo. “A mí me han invitado a dar clases a escuelas de otros estados, a la Universidad Michoacana también he ido, pues me intersa que no se pierda la tradición. Aquí al taller vienen niños de mi comunidad y yo les doy cursos, hacemos miniaturas, les enseño el pastillaje que es muy bonito…”

La vida en el taller alfarero, “Irekua”

“El otro día vino un galerista de San Miguel de Allende que quiere que le vuelva a hacer la misma pieza con la que gané el concurso; se la voy a hacer y voy a hacer otra para dejarla aquí de muestra en mi galería, en mi taller” Piensa en voz alta David, pues el “Arbolito de Navidad” debe permanecer en Irekua, su taller, junto al reconocimiento recibido, como recordatorio de la maestría aplicada ante la creación de una pieza ganadora.

Si bien, el arte popular es patrimonio cultural de nuestro país, el rescate de las técnicas no se logra solo con la organización de este tipo de concursos, pero sin duda, es un aliciente. David hace difusión de su trabajo mediante sus redes sociales, además se ayuda de las recomendaciones de algunos de sus propios compañeros; pues darse a conocer es una tarea que debe realizar él mismo, ante los escasos apoyos estatales respecto de las piezas artesanales.

Foto: Víctor Ramírez

Muchas son las preguntas que nos quedan después de visitar el taller de David. Una de ellas tiene que ver con el reciente anuncio acerca de la venta de Citibanamex, y lo que sucederá con Fomento Cultural Banamex, una de las pocas fundaciones con una extensa colección de obra de arte, y un programa de fomento al arte popular como ninguna otra institución.

Otra interrogante seguirá siendo, la constante falta de apoyo de las instituciones estatales hacia la producción artesanal. La necesidad de un trabajo serio en el que las políticas públicas se enfoquen seriamente hacia la promoción, infraestructura y capacitación de esta riqueza inmaterial que hemos heredado por generaciones, pero que sigue ahí al desamparo de los gobiernos, sin contar con un plan de integración patrimonial, como si lo tienen otros estados en el país. Mientras tanto, David, su familia y los alfareros de Santa Fe de la Laguna continuan haciendo esfuerzos en solitario, desarrollando su oficio, su pasión y su creatividad, en un lugar al que le han puesto el nombre de la vida misma: Irekua.