Lamberto Quintero, el narco al que Antonio Aguilar volvió leyenda en un corrido

“Un día 28 de enero, cómo me hiere esa fecha, a don Lamberto Quintero lo seguía una camioneta», inicia el corrido compuesto por Paulino Vargas

Jorge Ávila / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Uno de los más célebres corridos interpretados por Antonio Aguilar inicia: “Un día 28 de enero, como me duele esa fecha, a don Lamberto Quintero lo seguía una camioneta, iban con rumbo al Salado nomás a dar una vuelta”, y con esto, Antonio Aguilar, a la par de Los Tigres del Norte y algunos otros grupos norteños de la frontera, sentaría las bases de lo que ahora es el narcocorrido, ya que Lamberto Quintero fue uno de los principales cabecillas del narcotráfico en México en la década de los 70, antes de que siquiera se usara la denominación de “cártel”, ya que eran más bien gavillas que solían hacer negocios entre sí.

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El traficante fue ejecutado el 28 de enero de 1976 durante un enfrentamiento con una banda rival, y a partir de ese momento se construyó una historia que los seguidores de la narcocultura hoy consideran una leyenda.

Lamberto Quintero Payán nació en la sierra de Badiraguato, en Sinaloa, la tierra del Chapo Guzmán. Él y su primo Pedro Páez Soto tuvieron rivalidades con la familia Otañez Lafarga, otro poderoso clan de Sinaloa, por el tráfico de drogas, sobre todo marihuana y goma de adormidera, es decir, amapola.

Las diferencias duraron más de un año, durante el cual murieron prácticamente todos los integrantes de la familia Lafarga, así como algunos del clan de los Quintero.

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Un año antes del que murió Lamberto Quintero, a finales de 1975, integrantes de su familia descubrieron a Ramón Otañez Lafarga hablar con un oficial de la Policía Judicial en una calle de Culiacán, por lo que fueron ejecutados.

Ramón Otañez, tras ser atacado, se defendió y mató a Macario Payán, un asociado de los Quintero. Pedro Páez fue culpado por el presunto asesinato, y ese mismo año fue asesinado en el aeropuerto de la capital sinaloense.

La muerte de Lamberto Quintero ocurrió hace 44 años en El Salado, Sinaloa, tras una balacera en la que también falleció El Chito Lafarga.

El mismo día, después de recibir por la espalda ráfagas de metralletas, fue trasladado a la Clínica Santa María, que se encuentra en el centro de Culiacán, donde no resistió y murió.

Los informes quedaron registrados en el corrido que lleva su nombre y se ha convertido en un clásico entre los que abordan la temática del narcotráfico, con una letra cuidadosa en evitar los negocios en que participaban los involucrados, así como del lenguaje. Recordemos que antes, en los corridos, no se usaban palabras altisonantes.

Las autoridades de la época mantuvieron bajo reserva la información relativa a la muerte de Lamberto Quintero, así como de los hechos sangrientos que dejaron a Culiacán en la zozobra durante los días siguientes, en especial cuando los Quintero y sus socios tomaron venganza, como dice el corrido.

El 29 de enero de 1976, Quintero fue sepultado en el ahora ostentoso panteón Jardines de Humaya, donde aún es posible apreciar su sepulcro. Un día después, el 30 de enero, los Otañez Lafarga iban a sepultar a El Chito.

Cerca de las 16:00 horas, el cortejo fúnebre salió de la Iglesia del Carmen. Avanzaron una cuadra y, al llegar al cruce de las calles Andrade y Ramón Corona, fueron emboscados. El enfrentamiento se prolongó por más de una hora, dejando las calles llenas de sangre y un número de heridos sin determinar y un estimado de 20 muertos que fueron levantados en camionetas.

Ahí quedó tendido el cuerpo de Héctor Caro Quintero (sobrino de Lamberto y hermano de Rafael, el fundador del cártel de Guadalajara).

En las horas siguientes un nuevo tiroteo se produjo en el bulevar Leyva Solano, donde hubo varios heridos que uno de los grupos de pistoleros se llevó, robando dos taxis que tenían su base en el sector. Ya en la noche, cuando de nuevo intentaron llevar el cuerpo del Chito al panteón, un nuevo enfrentamiento resultó, extraoficialmente, en la muerte de dos gatilleros.

En las semanas que siguieron la ciudad quedó en la zozobra, mientras las autoridades evitaron el esclarecimiento de lo ocurrido y, de manera oficial, sólo admitieron un muerto y cuatro heridos.

La novia de Lamberto Quintero

Un youtuber conocido como Margarito Music logró entrevistar a Glader Margarita Tapia Zazueta, quien era la novia del capo y supuestamente presenció su muerte.

La mujer relató que desconocía a qué se dedicaba Lamberto. Detalló que Quintero tenía un rancho llamado El Varal y él solía ir a comprar almuerzos para sus trabajadores al restaurante que atendía Margarita. Añadió que el hombre era muy celoso con ella.

Glader Margarita Tapia Zazueta, la novia.

“Platicando con su novia, él estaba descuidado”

Aunque el corrido dice que Lamberto estaba platicando con su novia, esto no es del todo cierto, ya que Margarita estaba dentro del local mientras que el capo sostenía una reunión con sus tíos.

“Él estaba con sus tíos, yo salí y al ver a Lamberto tratando de cubrirse en un pilar, me desmayé, creía que también me había disparado”.

Detalló que Lamberto le regaló un vestido rojo durante uno de sus cumpleaños, un 28 de noviembre. Además, admitió que no estaba enamorada del capo. “Me gustaba, me caía bien, pero le tenía más miedo que amor”, agregó.

El bandido generoso y un vacío de Estado

Los hechos de sangre que se desencadenaron con la muerte de Lamberto Quintero el 28 de enero de 1976 trascendieron por el trabajo periodístico de la época y por el corrido que Antonio Aguilar convirtió en película, pues las autoridades minimizaron la información y jamás publicaron alguna investigación conclusiva.

Doctor en Antropología, especializado en consumo de drogas, violencia y cultura urbana, Edgar Morín advierte en la historia y el corrido distintas condiciones de Lamberto Quintero: el vacío de Estado que en torno al tráfico de drogas prevalece desde hace más de cuatro décadas y una condición cultural que menciona como “venganza de sangre”.

Morín, autor del libro “La maña. Un recorrido antropológico por la cultura de las drogas”, encuentra que el elemento que une las dos condiciones anteriores es la venganza, como un componente importante de la actividad del narco que se percibe en el corrido y aún más en la historia del caso.

“Es importante en términos culturales: nos dice que la venganza de sangre tiene que ver con el tráfico de drogas, pero va más allá, y refleja la ausencia de Estado, no como algo nuevo, sino que lo vemos desde 1976”.

Otro factor relevante tiene que ver con los clanes de poder que subsisten desde entonces.

Édgar Morín, especialista en temas de narcotráfico.

Si bien admite que hay diferentes regiones del mundo donde la “venganza de sangre” es identificable en la cultura, en México es notable no sólo en Sinaloa, sino en regiones como Guerrero.

Morín destaca la construcción de una narrativa relacionada con el corrido, que apela a lo que distintos científicos sociales han denominado “el bandido generoso”, con casos ejemplares como Chucho El Roto.

“Esa tradición entra al corrido, donde es posible ubicar una época relacionada con el tráfico de drogas en los 60”, como es el caso, pero también con los de otros exponentes del corrido de narcotráfico, como Los Tigres del Norte o Chalino Sánchez.

Sin embargo, observa que en la historia real la muerte de extraños en el fuego cruzado y de la niña que resultó herida en los hechos del 30 de enero provoca que esa narrativa se venga abajo, pues es falso que “la actividad” en algún momento haya respetado niños, mujeres y vidas inocentes.

El corrido de Lamberto Quintero es sin lugar a dudas uno de los más famosos del género y podría considerarse un clásico. Investigadores como Miguel Olmos, de El Colegio de la Frontera Norte, lo ha enlistado en sus estudios por lo atrayente del personaje, la estructura musical y métrica, entre otros elementos.

Respecto del corrido del narcotráfico –los investigadores como Morín y Olmos consideran incorrecto llamarlo narcocorrido—, Olmos, quien es etnomusicólogo, ha escrito que éste se nutre de la infraestructura mediática, pero su contenido ideológico se desarrolla por una visión del mundo que legitima y reproduce la cultura del narcotráfico.

En cuanto a los personajes, Olmos considera que nutren el imaginario regional a través del corrido, pertenecen de alguna manera al conocimiento popular cotidiano del cual se inspiran para su composición. Ejemplifica con “El Ceja Güera”, cuya fama surge a raíz de un asalto bancario en Los Mochis, Sinaloa, en 1986, del que los asaltantes, en su huida, repartieron dinero a la gente que se encontraba en el lugar.

El autor del corrido

Aunque el corrido de Lamberto Quintero se hizo famoso con Antonio Aguilar, que además llevó la historia al cine en una película protagonizada por él, y una secuela llamada “El hijo de Lamberto Quintero”, estelarizada por su hijo, Pepe Aguilar, el corrido se le debe al cantautor Paulino Vargas, acordeonista del conjunto Los Broncos de Reynosa.

Paulino Vargas, cantautor.

El Poeta Rural, también llamado El Amo del Corrido, quien encumbró en la fama y popularidad a resonados personajes del narcotráfico, a quienes después de muertos les escribió sus famosas letras. Antes nunca les hizo corridos porque decía "para qué les busco problemas".

Entre sus obras están algunos de los corridos emblemáticos de Los Tigres del Norte, como “El R-Uno” o “La Banda del Carro Rojo”.