El tiro entre los árboles de Bubba Watson que causó asombro en el Masters de Augusta

Sin ángulo, para llegar a la bandera necesitaba exactamente el tiro que le salió: un formidable hook que le dejó un putt embocable para birdie.

foto: Twitter

Agencias / La Voz de Michoacán

Más allá de la reaparición de Tiger Woods después de 508 días sin competencia oficial, el Masters 2022 ya regala otros momentos inolvidables. Entre las escenas destacadas de la segunda vuelta, Bubba Watson fue el autor este viernes de una genialidad, justo a 10 años de su primera conquista en Augusta National, cuando había logrado una proeza similar. Su tiro de salida en el hoyo 18 (465 yardas) fue a parar a la derecha: la pelota pegó en un tronco y le quedó metida entre los arbustos. Pero el jugador de perfil zurdo no se amilanó y recordó la gloria del pasado: sin vista a la bandera y desde 171 yardas, dobló la pelota y dejó la pelota casi dada para birdie.

Si bien Watson no viene animando este certamen, fue ovacionado por su vibrante cierre. Y además, se las arregló para superar el corte con dos vueltas de 73 golpes (+2). Fue especialmente valorable lo que consiguió en la segunda vuelta, condicionada por un viento que sopló mucho más que en la jornada inaugural y bajo temperaturas más bajas.

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Ahora, al campeón de 12 torneos de PGA Tour le queda disfrutar del fin de semana y tratar de embestir este sábado, cuando los nombres del tablero se mueven incesantemente. El jugador oriundo de Bagdad (Florida) también triunfó en el Masters 2014 y, lógicamente, tiene un afecto especial por el primer major del año. Después de la Cena de Campeones que brindó Hideki Matsuyama, Bubba reconoció que lloró tras escuchar el emotivo discurso del japonés.

Pero ¿qué había ocurrido en el Masters 2012? Tras los 72 hoyos, Watson y el sudafricano Louis Oosthuizen igualaron en 278 golpes (-10) y también concluyeron en par en el 18, el primer hoyo del desempate. La historia terminó de escribirse en el 10. En ese capítulo final, pareció que Bubba echaría todo por la borda con una salida que se desvió completamente hacia la derecha. Encontró la pelota entre los árboles, reposada en la tierra y rodeada de hojas y ramas. Watson necesitaba un milagro: debía pegar desde un oscuro callejón varias yardas adentro y con el verde de fondo, aunque desde allí no veía el green, sino el fairway.

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Sin ángulo, para llegar a la bandera necesitaba exactamente el tiro que le salió: un formidable hook que le dejó un putt embocable para birdie. El zurdo efectuó un singular movimiento de manos con su backswing tan poco ortodoxo, como si llevara la pelota a tierra prometida. Un momento único, para recordarlo una y mil veces. Oosthuizen -ganador del Abierto Británico 2010- se complicó también con su salida y no pudo llegar al green con su segundo tiro. Sus errores condujeron a un bogey dolorosísimo, que le abrió las puertas a Bubba para asegurarse el título con dos putts. Lo que siguió fue el llanto incontenible de Watson, en una reacción no muy propia del golf, acostumbrado a festejos que disimulan sentimientos.

Bubba Watson ganó dos Masters, en 2012 y 2014


Bubba Watson ganó dos Masters, en 2012 y 2014 (Charlie Riedel/)

Una manera particular de jugar

El golf que juega Bubba, de 43 años y 68º del ranking mundial, es en esencia aquel que cultivó desde los 6 años, ayudado con un hierro 9 de plástico flexible que blandía en la ventosa Bagdad, ciudad del estado de Florida. Eran los mismos golpes de fantasía que ensaya hoy en cualquier torneo del PGA Tour. Bubba pinta maravillas en el cielo, como el fenomenal hook entre los árboles que le dio el primer saco verde en el desempate ante Louis Oosthuizen, en 2012. Es un tallador de tiros con parábolas imposibles, heredero de Jimmy Demaret, Chi Chi Rodríguez y Corey Pavin en eso de inventar líneas curvas en el horizonte. Le gusta innovar maniobrando la pelota con diferentes trayectorias, no importa la dificultad que se le presente adelante. Adivina resquicios por donde filtrarse, con un downswing de dibujos animados. Pero no todo es romance y caricias: es el más fiero pegador del circuito con el driver. Hace unos años, como en varias temporadas sucesivas, lideró en las distancias con ese palo con un promedio de 317,7 yardas. En 2004 registró en los récords del Nationwide Tour una bomba de 422 yardas. Posee todos los recursos: potencia, audacia, una sensibilidad casi única y nervios de acero, aunque no gana desde la temporada 2017/2018.

Ganador en su carrera en el PGA Tour de 47 millones de dólares, se formó como profesional sin coach ni preparador físico, nutricionista o psicólogo deportivo y está orgulloso de eso. Sólo se apoya en el caddie. Jamás tomó una lección de golf y sólo aceptaría un consejo del juego de parte de Tiger Woods. “Me gusta aprender a mi manera, por mi cuenta. Lo mío es todo sensaciones naturales”, cuenta con aires de autodidacta. Fuera de la cancha no fuma, no bebe alcohol, no caza ni pesca, pero sí se involucra en campañas benéficas.