Arrasan parcelas, vehículos y casas cuando colapsan: represas agrícolas son un riesgo latente

El rompimiento de la última represa se llevó a su paso vehículos, casas y parcelas, señalan vecinos afectados.

Foto: muyinteresante.com

Arturo Molina / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. En impunidad y sin resarcimiento de daños a terceros, un total de 5 hoyas de agua para uso agrícola se han reventado en últimas fechas en la región de Morelia-Acuitzio y Villa Madero. Vehículos, viviendas, parcelas, caminos, brechas, pinos endémicos e incluso la fauna, han sido afectados por la ruptura de la infraestructura agrícola instalada de manera irregular. 

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El pasado 10 de septiembre, las comunidades de Etúcuaro, Santas Marías y otras aledañas se despertaron con el estruendo de la corriente de más de 7 mil metros cúbicos que se llevaron a su paso desde pinos hasta parcelas de la población local. La ruptura de una enorme represa en el ejido de Andagio, del lado de Villa Madero, fue la causante de la catástrofe.

El enorme volumen de agua terminó por concentrarse en las barrancas de la región y no se presentaron pérdidas humanas hasta el momento. No obstante, la incertidumbre generada por el riesgo de que las hoyas se sigan reventando, es la principal preocupación de los miles de pobladores, quienes acusan de que la política mercantilista de los suelos, les ha despojado de su tranquilidad.

“Arrastraba gigantescos peñascos, encinos y pinos que fueron desenraizados como si se tratara de la mala yerba de una maceta. En pocos minutos escavó su propio cauce: una barranca de hasta 10 metros de ancho y 3 de profundidad. A su pasó sólo quedó tierra y piedras lavadas, la fuerza del torrente destruyó parcelas, cercas y caminos”, señalan pobladores de la región.

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El Consejo Promotor del Área Natural Protegida Madero, Morelia y Acuitzio denunció la situación vivida en días pasados, así como la total ausencia de las autoridades de Protección Civil para dictaminar o vaciar la infraestructura que ponga en riesgo a las comunidades y asentamientos de la región boscosa.

Advierten que en todo el estado existen más de 30 mil hoyas de uso agrícola cuyos volúmenes se maneja a criterio de los propietarios y pocas veces son dictaminadas o incluso aprobadas por parte de autoridades locales. Aunado al impacto ecológico por la captación del agua, el riesgo civil es la otra cara de la moneda.

“Las intensas lluvias, que no han cesado y el temblor del martes 7 habrán reblandecido la tierra y sobrevino el desprendimiento, pero eso no explicaba el estruendo que se fue perdiendo barrancas abajo. Con la luz de la mañana todo quedó claro. Una hoya concentradora de agua, instalada en la parte alta, se había fracturado y dejado escapar millones de litros. En esta zona de Madero llamada Angandio, hasta hace una década prevalecían los bosques de pino y encino que albergaban una fauna y flora admirables. De su riqueza forestal no queda ni el 20 %, la devastación por el cambio de uso de suelo, la tala clandestina y la concentración ilegal de agua en más de 35 hoyas de grandes proporciones”, manifestó la organización.

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Al respecto, el especialista y activista de la región, Julio Santoyo Guerrero precisó que junto con las organizaciones de la región y el gobierno municipal han iniciado trabajos para sentar más mesas y exigir la generación de un mapa de riesgos que les permita conocer “en donde están parados”. 

Debido a que se espera que las lluvias continuarán por al menos otro mes más, existe la incertidumbre debido a que el crecimiento exponencial de las ollas en el que es considerado como el tercer polo del aguacate, ni siquiera cuenta con cifras exactas de la infraestructura.

“Es un riesgo para el derecho humano al agua porque acaparan el líquido; riesgo para los ecosistemas porque les quitan el agua y humedad que va por los riachuelos; y, riesgo en materia de protección civil. Estamos organizando una tercera reunión para dar seguimiento a los acuerdos de las mesas anteriores. Uno de los temas que se seguirán tratando es el de las hoyas y su riesgo para la población. Estaremos pidiendo que se levante un mapa de riesgos con las hoyas, que son muchas, que están en las partes altas de los caseríos”, manifestó.


ESTRUCTURAS, FUERA DE ALCANCE

Autoridades ambientales federales han reconocido desde años pasados, “vacíos legales” y también legislativos en lo que refiere a la regularización y autorización de estas estructuras que pueden llegar a almacenar hasta 20 millones de litros de agua.  En la actualidad no existen procedimientos legales para la regularización o instalación de dispositivos.

 Y es que ni las leyes estatales, así como la Ley General de Aguas Nacionales, contienen información precisa sobre los procedimientos y requisitos que deben de tener estas construcciones tanto como cuerpos de agua, como construcciones.

Las mismas condiciones de las hoyas, lo barato que representa su construcción, así como la reducción de los costos de electricidad al jalar agua de ríos o cuerpos naturales del vital líquido, han generado que estos cuencos proliferen y sigan creciendo de manera exponencial junto con la deforestación.

En regiones como en Tacámbaro, Zacapu y Madero, cada huerta de aguacate cuenta con su propia hoya de agua y en los casos más graves, con un pozo profundo que abastece a la misma hoya. En lo que respecta al riesgo civil, la autoridad refiere que se tienen que realizar los dictámenes necesarios para proseguir con la construcción de la infraestructura. Para su mismo uso, las hoyas se construyen en zonas elevadas, con el objetivo de que la gravedad les ayude a alimentar los sistemas de irrigación de las huertas.