Redacción / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. A lo largo y ancho de México se celebra el Día de Muertos: familias colocan altares en sus casas y los platillos que en vida les gustaban a sus seres queridos, sin embargo, en ningún lado se vive esta tradición como en Michoacán, especialmente en sus comunidades, donde las familias pasan la noche en los panteones velando a sus muertos, adornan sus tumbas, cenan y duermen ahí. Aquí la muerte llena de vida los hogares, panteones y veredas, que rebosantes de altares, flores, comida y velas, manifiestan la riqueza tradicional de este estado. En la noche del primero de noviembre se colocan ofrendas en las tumbas de quienes materialmente ya no existen, para venerar lo que fueron. Foto: Víctor Ramírez Los ritos se llevan a cabo según las costumbres de cada región, y aunque con algunas variantes sigue perdurando los fundamental: celebrar a los muertos, recordarlos y festejar con ellos. En Tzurumútaro, municipio de Pátzcuaro, las familias enteras acuden a los panteones donde llenan las tumbas de flores de cempasúchil, velas, fruta y comida, y pasan ahí toda la noche, en espera de las ánimas de sus difuntos. Foto: Víctor Ramírez Los habitantes de Janitizio participan en un rito tradicional que es un deber sagrado, el cual honra por igual a vivos y muertos. Mujeres y niños de la isla llegan al panteón y se dirigen hacia las tumbas de sus antepasados bajo un silencio que contrasta con la luz de las velas, mientras colocan los alimentos predilectos de sus difuntos y su petate. Foto: Víctor Ramírez A diferencia de lo que ocurre en Janitizio, los habitantes de Tzintzuntzan se esmeran en elaborar los mejores productos artesanales -loza negra y vidriada, loza blanca, ángeles de paja, frutas y madera tallada- para colocarlos en las ofrendas. En Jarácuaro las tradiciones son más puras: se coloca un arco de flores por cada barrio de la isla y la danza se convierte en la luz de la plaza principal. Foto: Víctor Ramírez