Mujeres agrónomas, rompiendo paradigmas y ganando espacios en entornos machistas

En el pasado, la Agronomía y carreras similares se consideraban para varones. En la actualidad, en la Facultad de Agrobiología de Uruapan la mitad de las estudiantes son mujeres, pero aún deben lidiar con la inserción en el campo laboral

De izquierda a derecha: las estudiantes Monserrat Campuzano, Luz Béjar, Samantha López, y la docente Karina Michelle Morales.

Rogelio Arellano / La Voz de Michoacán

Uruapan, Michoacán. Las generaciones de la Facultad de Agrobiología, con una, dos o ninguna mujer, son parte del pasado de una sociedad sin equidad, pues a 65 años de su fundación se han derribado paradigmas y hoy, 4 de cada 10 estudiantes son mujeres; sin embargo, aún deben luchar por espacios en el mundo laboral, donde sólo 5 de cada 10 agrónomas se colocan en tiempo prudente en algún puesto de las cadenas productivas vinculadas a su perfil profesional.

PUBLICIDAD

La efectividad, capacidad o desempeño eficaz en algún eslabón de esas cadenas para la producción de alimentos dejó de tener su matriz en la fuerza física, prejuicios o discriminación, y se ha ganado bastante terreno para las campesinas con estudios superiores, señalaron alumnas y profesoras de esta institución en el marco de los festejos por el 65 aniversario, en el que los seis galardones otorgados por trayectoria profesional se compartieron entre hombres y mujeres.

Pasantes, tituladas, maestras o doctoras crecen en los activos y reservas de la agronomía, sobre todo en un estado como Michoacán, que destaca a nivel nacional e internacional por su vocación agropecuaria, con mayor fuerza en la producción de alimentos a través de cultivos de granos básicos, frutales y hortalizas, lo que incluye actividades o tareas en los espacios administrativos u operativos de la iniciativa privada, así como en instituciones oficiales.

Foto, Rogelio Arellano.

“Creo que todo ha evolucionado es materia de equidad de género y, como mujer que aspiro a ser profesional de la agronomía, ya tengo el respaldo general. El trato de las y los profesores hacia la comunidad estudiantil es con equidad”, señaló Samanta López, estudiante del quinto semestre en la especialidad de parasitología, en cuyo salón de clases asisten 30 varones y 12 mujeres, cuando hace apenas dos décadas atrás las féminas eran apenas tres o cuatro por aula.

PUBLICIDAD

“Conforme ha pasado el tiempo se han superado prejuicios, como el que la agronomía era más para los hombres que para las mujeres. O sea, cuando se pensaba en las labores del campo, la visualización del trabajo era exclusiva de hombres, pero por una evolución con sentido de equidad cada vez crece el rompimiento de ese paradigma”, señaló por su parte Luz Béjar, otra estudiante del quinto semestre de Parasitología en un aula donde acuden 15 mujeres y 20 hombres.

“Como mujeres de nuevas generaciones, que estamos cosechando logros de muchos años de lucha de nuestras madres, abuelas y bisabuelas, estamos muy agradecidas. Realmente la Facultad de Agrobiología ya no es una escuela machista”, señaló por su parte Monserrat Campusano, estudiante del noveno semestre de Parasitología, quien comparte sus clases con 9 mujeres y 22 varones.

Foto, Rogelio Arellano.

“Un ejemplo claro de que vale la pena prepararnos como agrónomas son las maestras que nos dan clase, es decir, ellas son parte de romper aquellas reglas o conductas discriminatorias en cuanto a que era una carrera para hombres. Además de ser casi normal manejar un tractor o saber en la práctica trabajo de campo, ahora hasta la docencia es una oportunidad para nosotras, campo laboral que era 100 por ciento de los hombres”, añadió la alumna Daniela Gudiño, del quinto semestre de Parasitología, en cuya aula 24 son mujeres y 16 son varones.

Las entrevistadas coincidieron en señalar que aunque se tienen logros en la educación, resta trabajo por hacer en el sector laboral, pues es más difícil para una agrónoma conseguir trabajo. “Sigue la discriminación pues en las ofertas laborales se prioriza más a los hombres, aunque la capacidad es la misma o mejor en algunos casos, por eso la lucha sigue para cumplir metas y objetivos en el desarrollo profesional”, señaló por su parte Itzel Cruz, también estudiante del quinto semestre de Parasitología.

Para la plantilla de catedráticos la discriminación es cosa del pasado. “Ya se tienen experiencias de algunos salones donde es mayor el número de mujeres que el de varones en cualquiera de las especialidades desde Parasitología, hasta Bosques, Zootecnia y Fruticultura”, señaló por su parte la profesora Karina Michelle Morales Montelongo, quien imparte la asignatura de mercadotecnia desde el año 2017.

En materia de ingreso o debut en el campo laboral, las agrónomas deben insistir; sin embargo, en los hechos lo que habla es la capacidad en competencias laborales y el esfuerzo de la mujer ha quedado muy claro. “Tenemos agrónomas todo terreno, puedes verlas manejando lo mismo un tractor que una moto o una camioneta, así como a lomo de caballo, organizando u orquestando labores de siembra, cosecha, comercialización o en oficinas de empresas especializadas”, añadió la docente.

Se sigue abriendo brecha en el ámbito laboral. “Tengo muchos y muy interesantes casos de egresadas que laboran como jefas de áreas administrativas y operativas”, detalló la profesora, luego de señalar que el crecimiento exponencial de los sistemas producto en Michoacán es también un factor de mayores oportunidades para la agronomía con amplias brechas para que se avance desde esta trinchera en el empoderamiento de la mujer campesina.

Foto, Rogelio Arellano.

En cuanto a los galardones entregados, destaca que estos se comparten en su totalidad entre agrónomas y agrónomos, de tal forma que el Mérito Agronómico Empresarial fue para la maestra en Ciencias Sara Mejía Ángeles y el ingeniero Raúl Soto Mejía, mientras que el galardón al Mérito Agronómico Profesional fue para la ingeniera Elizabeth Preciado Castrejón y su homólogo Salvador Hernández Salazar.

El Mérito Agronómico Científico fue para la doctora Celina Llanderal Cázarez y su homólogo Armando Gómes Guerrero, en tanto el Mérito Académico lo recibieron la doctora Andrea Castillo Vega y el ingeniero Leopoldo Adame Espinoza; el Mérito Gremial fue para la ingeniera María Teresa Pérez Pérez y el ingeniero Ramón Cano Vega, para finalizar con el Mérito Juvenil para la ingeniera María Perucho Bravo y el ingeniero Jesús Alberto Farías Sánchez.