Al ritmo de la música, cofradías de Pátzcuaro cierran el Carnaval con los toritos de Petate

Los toros de las colonias Ibarra y Revolución, los más antiguos, así como los de La Zapata, Obregón, Radio La Ley, el Cristo, La Loma, entre porras y bailando el majestuoso animal, fueron el deleite de los asistentes.

Foto, Angélica Ayala.

Angélica Ayala / La Voz de Michoacán

Pátzcuaro, Mich.- Durante tres días consecutivos los toritos de carnaval transitaron las calles de Pátzcuaro, culminando este martes en un recorrido común que aglutinó a cientos de personas que esperaban verlos pasar hasta llegar a la plaza Vasco de Quiroga. Los toros de las colonias Ibarra y Revolución, los más antiguos, así como los de La Zapata, Obregón, Radio La Ley, el Cristo, La Loma, entre porras y bailando el majestuoso animal, fueron el deleite de los asistentes.

PUBLICIDAD

Es el domingo por la mañana cuando los toros salen de sus respectivas colonias para recorrer parte de la ciudad. Cada uno, con su música, sus maringuias, los organizadores, caminan y bailan durante todo el día. “¡Ahí viene el torito!”, gritó la pequeña que escuchó a lo lejos la música y los gritos de las maringuias y los changos, que acompañan a esta figura, que está forrada con papel de china y su cabeza es de madera, lo que le da un realce muy especial al toro.

Las personas empezaron a salir de sus casas para verlos pasar. “¿No quiere que le baile el toro?”, iban preguntando quienes organizan esta actividad. “¿De a cómo es el baile?”, le preguntaron. Él respondió: “De a setenta pesos, es para sacar algo de los gastos que se originan”, explicó y la persona accedió. “Aquí, aquí pagaron uno”, en ese momento el grupo de mariguias, changos y demás acompañantes, empezaron a bailar al son de la banda de música, con gritos, risas y aplausos al finalizar, se generaba un ambiente de festejo.

Así, durante el domingo, lunes y martes, los toritos de carnaval dieron a las calles de Pátzcuaro un ambiente de alegría, lo cual también ocasionó que el tráfico se incrementara al ocupar las avenidas y calles, donde circulan los automovilistas. Como parte de la organización, las familias ofrecen a quienes participan en esta actividad la comida y la cena, para todos, incluso los músicos también.

PUBLICIDAD

El nombre original de esta gran figura que forran con papel de china, que elaboran los cuernos y cara de madera, era “Torito de Petate”. De acuerdo al historiador, Fernando Mendoza, los sacerdotes franciscanos utilizaron esta representación para atraer a los indígenas a la fe católica. “Los españoles son quienes trajeron el toro a tierras mexicanas, así que idearon construir un toro de petate que iba recorriendo las comunidades, acompañado de un chichimeca, que eran quienes los cazaban y como recompensa la maringuia, que era la mujer indígena vestida con sus mejores galas, danzaba como agradecimiento y le colocaba una corona de flores en la cabeza al chichimeca”.

Al concluir la evangelización, dijo el historiador, fue nombrado de carnaval. “Al estar en Pátzcuaro la real aduana, cuando desembarcaba el Galeón de Manila con mercancía de China como la porcelana, biombos, laca, mármol, llegó un papel que se le llamaba de seda y que ahora conocemos como de china. Fue entonces que cada uno de los barrios de la ciudad adoptó un color para distinguirse y adornaron a los toros de carnaval con el papel de china de colores”.

Sin embargo, con el paso de las décadas, consideró, esta festividad se ha ido desvirtuando de manera considerable. “Los excesos han sido llevados a niveles de violencia más que física, como la degradación que se muestra con las maringuias, incluyen a niños que no tienen claro, por qué andan ahí, y desde un acto que pareciera simple se les muestra como agredir, beber en exceso e insultar. Con el paso del tiempo lo aplican a la vida diaria”.

Así como el toro sale brioso a recorrer las calles, es este martes por la noche, en cada una de las colonias mencionadas, realizan la “matanza del toro”. Al cual, en medio de un homenaje por su participación en este carnaval, lo “matan”, con puñetazos o con los machetes, terminan con la figura, que es despedida entre aplausos, para después seguir con el tradicional baile.