IMÁGENES NUESTRAS | De la calle Del Ratón a la Melchor Ocampo

Aunque el nombre suena chusco, en su origen encierra una tragedia de la época colonial

Foto, Samuel Herrera Jr.

Jorge Ávila / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. La calle Melchor Ocampo, en el corazón de Morelia, alberga algunas edificaciones emblemáticas, como el Teatro Melchor Ocampo, contra esquina de la Facultad Popular de Bellas Artes; Escuela Secundaria Popular Felipe Carrillo Puerto, La Casona del Teatro, El Corral de la Comedia, la parte trasera de Palacio de Gobierno, la Sala de Prensa de la Coordinación General de Comunicación Social del gobierno estatal, las oficinas del Festival Internacional de Cine, imprentas, notarías y restaurantes.

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Como ha sucedido con otras vialidades, la nomenclatura de esta calle se ha modificado, y de acuerdo con el libro “Morelia y sus nomenclaturas”, citado por el portal CanteraHoy, esta arteria alguna vez se llamó calle Del Ratón, pero no fue su único nombre.

En 1794, figuraba como calle De las Alcantarillas o calle Décima de las Alcantarillas, pero a partir de 1840 recibió la nomenclatura de calle Del Ratón, paralela a las calles de San Nicolás, ahora avenida Madero Poniente, y De las Rosas, hoy calle Santiago Tapia. Además, en 1869 se llamó calle de Primera de Allende, y para 1929 adquirió su actual nombre: Melchor Ocampo. 

Alejandro Rodríguez Chanure, en el blog Morelia Antigua Historia, dice que la antigua calle Del Ratón se puede referir a partir del periodo colonial, cuando formó parte de la antiquísima Calle de las Alcantarillas (hoy calles de Melchor Ocampo y Aquiles Serdán), siendo esta la última de diez cuadras que la conformaban. 

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La antigua calle Del Ratón iba de oriente a poniente, a partir de las esquinas de las calles de 1ª y 2ª de Jazmines, ahora cruce de las calles de Guillermo Prieto y Melchor Ocampo, y terminaba al encontrarse con la calle De la Compañía, actualmente El Nigromante. 

Como es de suponerse, las casas que se encontraban en esta calle a principios del siglo XIX fueron hogares de importantes personajes, como el arquitecto de la Catedral Metropolitana, y familias más acomodadas como la Macouzet, o el Colegio de San Nicolás y la parte trasera del antiguo Seminario Tridentino. Durante el siglo XX prevalecieron construcciones emblemáticas como el Teatro Melchor Ocampo, la Facultad Popular de Bellas Artes, el Café del Prado, la primigenia estación de radio XEI, hoy la Casona del Teatro y El Corral de la Comedia. 

Pero, ¿de dónde viene “calle Del Ratón”? esta es la razón. Era el año de 1811, la ciudad de Valladolid pasaba días de espanto y de terror. Don Torcuato Trujillo, suprema autoridad militar, era la personificación de la crueldad, al grado de que hizo exclamar a Calleja: “Trujillo es un loco con una espada en las manos”.

Muchos vallisoletanos andaban peleando al lado de los insurgentes y sus familias eran constantemente objeto de vejaciones. A mayor abundamiento, Manuel Muñiz, el célebre guerrillero, había atacado dos veces la ciudad en aquel mismo año (28 de mayo y 19 de julio) y Trujillo, enfurecido, descargaba su ira contra los sospechosos de convivencia con los insurgentes.

Entre los vecinos de Valladolid que militaban en las filas de Muñiz se encontraba Manuel Villalongín, persona de familia medianamente acomodada, que tenía en la ciudad a su esposa con dos pequeñas hijas.

Doña Josefa Huerta Escalante, la esposa de Villalongín, recibía frecuentemente cartas del campo insurgente, pues era un hábil y entusiasta propagandista de la causa nacional.

En los últimos días de agosto recibió doña Josefa una carta de Muñiz, fechada en Acuitzio, donde tenía su cuartel general, y dirigida al teniente José M. Monroy, que militaba a las órdenes de Trujillo.

Monroy era un valioso elemento que los insurgentes necesitaban tener de su parte, y en la carta de Muñís lo invitaba que se pasara a “la justa causa de la Independencia”.

Doña Josefa recibió la carta para hacerla llegar a su destino, pero había un problema: ¿de quién valerse para conseguir el objetivo?

En el propio regimiento militaba como corneta mayor José Villaseñor, alias El Ratón, un joven de 25 años que sostenía relaciones amorosas con una joven amiga de doña Josefa Huerta, llamada Josefina Navarrete. Con ella iría a entrevistar a Villaseñor y éste sería el conducto más seguro para que la carta llegara a manos de Monroy.

El día 2 de septiembre, ya por la noche, las dos mujeres fueron a entrevistar al corneta mayor en el cementerio junto a la Catedral y lo convencieron de hacer llegar la carta de Muñiz a su destino. El infortunio quiso, sin embargo, que aquella empresa fuera desgraciada. Delatado El Ratón, fue preso y sometido a un Consejo de Guerra el día 3 de septiembre. En el expediente que se formó con tal motivo claramente consta que fue sentenciado a muerte, la cual se aplicó al día siguiente, 4 de septiembre, al mediodía, muriendo José Villaseñor, alias El Ratón, con entereza, valor y energía. Este joven vivía en la última cuadra de la que es hoy calle Melchor Ocampo.