Imágenes nuestras | Templo de San Diego, un icono guadalupano

La historia del centro religioso cumplió ya más de 300 años de antigüedad, pues fue en 1708 cuando se inició su construcción, que fue concluida tras ocho años de labores en 1716.

Foto: La Voz de Michoacán.

Héctor Jiménez / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. En Morelia se encuentra un centro religioso que recibe a miles y miles de peregrinos durante su fiesta patronal de diciembre y no se trata de la Catedral Metropolitana, sino del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Éste inmueble mayormente conocido como “Templo de San Diego” es una de las sedes católicas más icónicas del estado pero este 2020,  por primera vez en su larga historia, vivirá un año muy diferente a causa del Nuevo coronavirus (COVID-19).

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La historia del centro religioso cumplió ya más de 300 años de antigüedad, pues fue en 1708 cuando se inició su construcción, que fue concluida tras ocho años de labores en 1716. Desde sus orígenes estuvo dedicado a la adoración de la Virgen de Guadalupe, perteneció a la Orden Franciscana de los Dieguinos y destacó por una fachada calificada como “barroca sobria”.

Foto: Samuel Herrera Jr.

El sitio especializado del historiador Ricardo Espejel Cruz, apunta a que “Es de notarse que para el último cuarto del siglo XVIII, la ciudad de Valladolid estaba circundada por templos dedicados a santas patronas: al norte, Santa María de los Urdiales, al sur, Santa Catarina Mártir, al poniente Nuestra Señora de la Merced y al oriente Nuestra Señora de Guadalupe”.

En ese sentido, también se apunta que el templo estaba ubicado prácticamente a las afueras de la antigua Valladolid y por ello se construyó la calzada Fray Antonio de San Miguel para que las personas de la época pudieran llevar al centro religioso. A inicios del siglo XIX se construyó un muro que rodeaba tanto el perímetro del templo y del atrio como el cementerio adjunto.

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El siguiente cambio en la historia del santuario se dio precisamente por la necesidad de eliminar los cementerios que existían adjuntos a los templos, para que fueran ubicados fuera de la mancha urbana de la ciudad. Así ocurrió con este camposanto en 1859. “En 1873 se derribó el muro del atrio y en su lugar se colocaron postes de cantera unidos con cadenas de fierro. Este adorno subsiste en la plazuela en que ha quedado convertido el ex cementerio”, se lee en el sitio oficial de Espejel Cruz.

Ya iniciado el siglo XX, se llegó a la realización de uno de los elementos más importantes del  santuario, que hoy en día sigue resaltando ante los ojos de las miles y miles de personas que lo visitan durante las festividades de diciembre o el resto del año. Se trata de su interior detalladamente decorado, desde las paredes, hasta las cúpulas y hasta llegar al altar principal.

La característica que hace a este templo especial es su interior magníficamente decorado por el artesano local Joaquín Orta en 1915, lleno de diversas formas florales donde predominan los colores rosa, rojo y dorado. La opulenta decoración que se observa en muros, bóvedas y cúpulas es una combinación de la técnica de escultura en barro de la tradición indígena con la técnica europea de yesería”, se lee en el sitio de Ciudades Patrimonio Mundial.

Finalmente, el sitio de Espejel Cruz apunta a otro de los numerosos detalles que esconde el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. “De resaltarse es la cruz ochavada que está en el jardín al norte del templo, que según algunos autores, es la cruz que se ubicaba en el panteón municipal de Morelia, y en ella amarraban a los condenados a muerte por fusilamento”.

Toda la anterior historia y el sorprendente interior del Santuario Guadalupano, se pone a la vista de los miles y miles de peregrinos que desfilan desde inicios de diciembre por la Calzada Fray Antonio de San Miguel y se adentran en el centro religioso. Este recorrido se hace aún más número durante los días  y la noche previa al 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe.

Desde muy temprano, numerosos creyentes cumplen con la manda de cruzar la calzada arrodillados y llegar así hasta el altar de su santa patrona. Otras personas presentan su devoción en forma de adornos florales o donaciones en dinero en efectivo. El resultado es una celebración barroca que se extiende durante noche del 11 de diciembre hasta que empiezan a soñar “Las mañanitas”.

Sin embargo, este año, por primera vez en la historia moderna, se prevé que esta celebración no se llevara a cabo de esta manera. Ante el riesgo de contagio del COVID-19, la Arquidiócesis de Morelia informó que las celebraciones serían privadas y a puerta cerrada, así como emitió el llamado a los creyente a festejar a la Virgen Guadalupana desde sus hogares. De tal manera que está por verse, cuántos obedecerán dicho llamado.