Por nuevas colonias y fraccionamientos se reduce la superficie agrícola de Jiquilpan

Estos nuevos fraccionamientos, si bien están en la zona agrícola, se encuentran dentro de la cabecera municipal y reclamarán servicios, que no pueden ampliar las administraciones municipales

Foto, José Luis Ceja.

José Luis Ceja / La Voz de Michoacán

Jiquilpan, Michoacán. Debido al crecimiento de la mancha poblacional, los espacios para cultivo existentes en la zona agrícola se han reducido hasta en un 30 por ciento en los últimos cinco años, de acuerdo con Martín Ávalos, activista en defensa de estos espacios, quien argumentó que el principal factor para ello ha sido la displicencia de los cabildos y los núcleos agrarios para autorizar nuevos fraccionamientos y la desincorporación de porciones de las zonas agrícolas, respectivamente.

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La reducción de los terrenos agrícolas se da, dijo, principalmente en potreros como El Ramireño, a la vera de la carretera Jiquilpan-Sahuayo, donde en los últimos cinco años fueron urbanizadas más de 15 hectáreas en detrimento del espacio cultivable. Estas desincorporaciones de las zonas agrícolas, destacó el activista, tendrán consecuencias en los próximos años, no solamente en la reducción de la productividad del campo, sino que se habrá de agregar el riesgo de inundaciones en estas nuevas zonas habitacionales que no estaban contempladas en el diseño original de la dotación de servicios.

“Estos nuevos fraccionamientos, si bien están en la zona agrícola, para efectos prácticos se encuentran dentro de la cabecera municipal y reclamarán servicios, servicios que no pueden ampliar las administraciones municipales, y esto ralentizará la capacidad de atención de los órganos gubernamentales en temas como agua potable, drenaje, alumbrado público, recolección de basura y seguridad, porque la capacidad de atención no crecerá al mismo ritmo de la población y de los nuevos fraccionamientos”, explicó el activista.

Destacó que en reuniones sostenidas con líderes e integrantes de estos núcleos agrícolas se detectó que muchos de ellos hubieron de desincorporar terrenos al interior del ejido debido a las presiones ejercidas, en ocasiones por la autoridad local o por grupos sociales, ya que es recurrente, dijo, que asociaciones civiles, religiosas o educativas soliciten terrenos en donación al ejido para la construcción de escuelas e iglesias.

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“Es como si el ejido tuviera la obligación de donar terrenos, y cuando existe una negativa por parte de la Asamblea Ejidal, entonces recurren a las presidencias para que presionen a los ejidos para que les donen terrenos”. Históricamente, señaló, la dotación original del Ejido de Jiquilpan se ha reducido hasta en un 50 por ciento en los últimos 30 años, lo que ha modificado sensiblemente los volúmenes de productividad y las capacidades de atención de las autoridades locales en cuanto a la dotación de servicios públicos.

Caso Palos Altos

Como un ejemplo de lo anterior, Ávalos Ruiz señaló el caso de la colonia Palos Altos, enclavada en la falda oriente del Cerro de Francisco Sarabia, en el Ejido Jiquilpan, espacio comprado por una organización civil que posteriormente lotificó y vendió los terrenos sin que este lugar hubiese sido recibido por las autoridades de este municipio como un fraccionamiento.

Esa lotificación originó que los colonos se manifestaran en reiteradas ocasiones frente a la alcaldía exigiendo que se les dotara de los servicios municipales. “El tema es que llegan organizaciones civiles o líderes sociales que convencen a los ejidatarios para que vendan o fraccionen sus parcelas, y después viene todo un proceso de lotificación y venta y el municipio no se da cuenta hasta que ya tiene a la gente manifestándose por servicios públicos”, señaló.

De hecho, en los planos levantados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante 2015 se puede apreciar que la mancha urbana está cercada por una serie de fraccionamientos, principalmente en las partes altas o la zona poniente, además de la zona oriente, con tendencia a la invasión de las zonas agrícolas, donde se han generado asentamientos como El Llano o La Morera, además de la lotificación de parte de la zona agrícola llamada La Lobera, lo que ha generado la cancelación de redes de canales a cielo abierto.

De acuerdo con el anexo II del oficio DU/31/07/17/0229, obtenido a través de un oficio de solicitud, se destaca que 37 fraccionamientos se encuentran como obra en proceso; sin embargo, cuentan ya con fecha de autorización definitiva por parte de la autoridad municipal, aunque 50 fraccionamientos no cuentan con fecha de factibilidad de agua potable y 56 carecen de la fecha del visto bueno de lotificación y vialidad, a lo que se suman 17 desarrollos habitacionales no registrados, ya que se encuentran asentados en predios particulares o predios segregados a las zonas ejidales.

Números

30 por ciento se ha reducido la superficie cultivable en el último lustro

15 hectáreas se desincorporaron de zonas ejidales en 5 años

75 fraccionamientos en la ciudad

Citas:

“Es como si el Ejido tuviera la obligación de donar terrenos y cuando existe una negativa por parte de la Asamblea Ejidal, entonces recurren a las presidencias para que presionen a los ejidos para que les donen terrenos” Martín Ávalos, activista.

Gráficas:

Palos Altos, ejemplo de fraccionamientos irregulares