Región lacustre revive la Noche de Muertos con el reencuentro de sus ánimas

Los caminos de cempasúchil, veladoras y el aroma de las bebidas y los platillos favoritos en vida marcaron el sendero de regreso de los muertos al mundo de los mortales donde permanecerán junto a sus seres queridos hasta este 2 de noviembre.

Foto: Víctor Ramírez

Jorge Manzo / La Voz de Michoacán

Janitzio, Michoacán. Como hacía tiempo no ocurría, las ánimas fueron recibidas por multitudes en la región Lacustre. Los panteones se abrieron no solo para el reencuentro de las familias, sino para que el turismo nacional y extranjero fuera testigo de una de las tradiciones más arraigadas y emblemáticas del pueblo purépecha.

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Los caminos de cempasúchil, veladoras y el aroma de las bebidas y los  platillos favoritos en vida marcaron el sendero de regreso de los muertos al mundo de los mortales donde permanecerán junto a sus seres queridos hasta este 2 de noviembre. Este reencuentro no fue íntimo como los dos últimos años de pandemia.

Tanto los ánimas como las familias estaban ansiosas de experimentar nuevamente la presencia de los visitantes, quienes asombrados por cada ritual en que convertían la celebración, recabaron cada prueba con la que se sustenta esa fe de los habitantes de la ribera del lago de Pátzcuaro, que por cierto busca la denominación de patrimonio cultural de la humanidad por ésta y muchas razones más.

Foto: Víctor Ramírez

Cómo cada año, el panteón de Tzurumútaro se vistió de gala con los colores amarillo del cempasúchil, el dorado de las veladoras, el rojo de la pata de león y el blanco de la flor de nube. Las familias abrieron sus espacios y compartieron la experiencia de reencontrarse con sus seres amados. “No sábelos cómo explicarlo, pero aquí están, ellos vuelven a nosotros, se siente”, compartieron.

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La Voz de Michoacán recorrió los principales panteones de la zona lacustre en donde documentó la ceremonia ancestral que une al mundo de los muertos con el de los vivos. Ñ Tzurumútaro, ubicado a unos kilómetros del centro histórico de Pátzcuaro aglomeró a cientos de familias. Alrededor de las tumbas, montaron la tradicional guardia que se prolongará durante toda la noche.

El embarcadero se convirtió en una gran cantina, donde cientos de personas con música de viento y bebidas en mano, la Noche de Muertos la viven de una manera distinta, alejada de la tradición que han salvaguardado los ancestros. Pero no importa, cada quién celebra como quiere. Protección Civil estuvo vigilando que todo se llevara a cabo. La policía hizo lo suyo.

Llegar a Janitzio era una misión imposible. El embarcadero principal tenía enormes filas. En el muelle de San Pedrito era ágil y no tenía contratiempos. Los visitantes abarrotaron la isla. Era imposible transitar. Se convirtió en la joya de la corona. El turismo deseaba adentrarse en esta ceremonia que vivieron los pobladores que resguardan a uno de los lagos más antiguos del estado.

Foto: Víctor Ramírez
Foto: Víctor Ramírez
Foto: Víctor Ramírez