Michael Cohen, de abogado de Donald Trump a su peor enemigo

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Foto: AP. El exabogado de Trump declaró bajo juramento el miércoles que éste supo antes de tiempo y festejó la noticia los emails perjudiciales para Hillary Clinton.

Agencias/La Voz de Michoacán

 

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De abogado de Donald Trump a su peor enemigo. Michael Cohen, el hombre que aseguró que sería capaz de "recibir una bala" por el actual presidente de Estados Unidos, hoy no tiene reparos en acusarlo de racista, estafador y de cometer actos ilícitos.

De 52 años, Cohen es hijo de una enfermera y de un cirujano que sobrevivió al Holocausto. Estudió en la Facultad de Derecho en Lansing, Michigan. Comenzó su carrera como abogado privado en 1992.

Fue uno de los hijos de Trump, Donald Jr, quien presentó a Cohen con el magnate en 2006, de quien el abogado era un declarado admirador. En ese entonces, Cohen trabajaba para la firma Phillips Nizer LLP. Unos cuantos consejos legales bastaron. En 2007, Trump le ofreció trabajo.

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El abogado se volvió confidente de Trump, el hombre que le resolvía todos los problemas. Lealtad a toda prueba se convirtieron en la descripción perfecta de Cohen, cuya ferocidad a la hora de defender a su cliente le ganaron el apodo de "el pitbull".

Su carrera fue ascendiendo y se convirtió en el vicepresidente ejecutivo de la Organización Trump. Fue uno de los principales impulsores de la idea de que Trump buscara la presidencia, e incluso lanzó un sitio para evaluar lo que pensaba la opinión pública al respecto: "Should Trump Run?" (¿Debería Trump competir?).

Durante la campaña de Trump, Cohen siguió trabajando para él y fue el encargado de "lavarle la ropa sucia". Con un salario de unos 500 mil dólares anuales, este amante de los buenos coches era el encargado de amenazar a los periodistas que intentaban escudriñar en el lado oscuro de su cliente.
También fue Cohen quien pagó 130 mil dólares para la actriz porno Stormy Daniels para encubrir el affaire que el magnate había sostenido con ella y dio otro pago a otra mujer por la misma razón.

Sin embargo, cuando llegaron las investigaciones, Cohen se sintió abandonado por su jefe. Terminó declarándose culpable, en agosto de 2018, de ocho cargos, incluidos fraude fiscal y violaciones de financiamiento de campañas, por los pagos a las mujeres. En noviembre se declaró culpable de mentir al Congreso. Por ello, un juez lo sentenció a dos años de prisión.
En su declaración, dijo asumir la responsabilidad "por cada acto por el que me declaré culpable: los personales y los que involucran al presidente de Estados Unidos". Lamentó su "debilidad" y "lealtad equivocada".

Hoy, Cohen, ante el Congreso, tacha a su antiguo jefe de racista, de estafador y está decidido a contar todo lo que sabe. Los tiempos en que estaba dispuesto a recibir una bala por Trump se acabaron.